• Quejarse

Isaac Schifter - La ciencia del caos

Aquí puedes leer online Isaac Schifter - La ciencia del caos texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1996, Editor: ePubLibre, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Isaac Schifter La ciencia del caos
  • Libro:
    La ciencia del caos
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1996
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

La ciencia del caos: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "La ciencia del caos" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Isaac Schifter: otros libros del autor


¿Quién escribió La ciencia del caos? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

La ciencia del caos — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" La ciencia del caos " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Bibliografía
Libros

A. Howden, Chaos, Princeton University, 1986, EUA.

A. Rosenblueth, Mente y cerebro, Siglo XXI, 1985, México.

D. Hofstadter, «Methamagical Themas», 245, 16 (1981).

E. Braun, Un movimiento en zigzag, La Ciencia desde México, 13, FCE.

E. Cesarman, Orden y caos, Gernika, 1986, México.

E. Cesarman, N. Brachfeld, Termodinámica del corazón y del cerebro, CONACYT, 1981, México.

E. Gortari, Ensayos filosóficos sobre la ciencia moderna, Grijalbo, 1984, México.

G. Baker, J. Gollub, Chaotic Dynamics, Cambridge University, 1991, EUA.

H. Poincaré, Science and Method, Dover, 1952, EUA.

I. Ekeland, El cálculo, lo imprevisto, Breviarios FCE, 1988, México.

—, Au Hasard, Seuil, 1991, París.

J. L. Borges, Ficciones, Alianza Editorial, 1991, México.

J. Nuño, El pensamiento de Platón, FCE, 1988, México.

J. Soberón, Ecología de poblaciones, La Ciencia desde México, 82, FCE, 1991, México.

K. Popper, La lógica de la investigación científica, REI, 1991, México.

L. García-Colín, R. Rodríguez, Líquidos exóticos, La Ciencia desde México, 104, FCE, 1992, México.

S. Scott, Chemical Chaos, Clarendom Press, 1991, Oxford.

Publicaciones en Scientific American

J. Crutchfield y colab., «Chaos», 255,46 (1986).

J. Ottino, «The Mixing of Fluids», enero, 40 (1989).

I. Epstein, «Oscillating Chemical Reactions», 248, 112 (1983).

R. Ruthen, «Adapting to Complexity», enero, 110 (1993).

S. Kauffman, «Antichaos and Adaptation», agosto, 64 (1991).

W. Freeman, «The Physiology of Perception», febrero, 34 (1991).

Publicaciones en La Recherche

C. Nicolis, «Le Climat peut-il basculer», 584, 22 (1991).

D. Ruelle, «Les Atracteurs Etranges», 111, 132 (1980).

H. Haken y A. Wunderlin, «Le Chaos Deterministe», 1248, 21(1990).

J. Chabert y A. Dalmedico, «H. Poincaré, le Precurseur», 566, 22 (1991).

J. Laskar y C. Froeschlé, «Le Chaos dans le Systeme Solaire», 572, 22 (1991).

L. Kadanoff y colab., «Turbulence dans une boite», 628, 22 (1991).

P. Thuiller, «La Revanche du dieu Chaos», 542, 22 (1991).

R. May, «Le Chaos en Biologie», 588, 22 (1991).

Para leer después del Caos

J. Cohen y I. Stewart, The Collapse of Chaos, Viking Press, (1994).

I
Los mitos del caos

La metafísica ocupa un lugar importante dentro del conocimiento humano, ya que el hombre al preguntarse acerca del origen del mundo, lo hace también del suyo propio. Es tan sencillo como decir que la metafísica empieza donde termina el lenguaje de la ciencia. A pesar de que los griegos tuvieron filosofía y los judíos sólo religión, es interesante hacer notar que el pensamiento metafísico fue más acentuado en los griegos. A diferencia de los mitos babilónicos y griegos, en los cuales el mundo tiene su origen en peleas entre los dioses paganos, en el Antiguo Testamento se hace un planteamiento racional, no antropomórfico e incluso casi científico del origen del mundo. Si nos referimos al texto del Antiguo Testamento vemos que la primera de las especificaciones teológicas es el enunciado del estado caótico original de la Tierra, el cual se plantea con la ayuda de una serie de conceptos corrientes en el pensamiento cosmológico sacerdotal. Tohuwabowu significa lo informe, la masa primigenia de aguas rodeada de tinieblas, designa al caos en su aspecto material como un elemento primordial líquido, pero suscita al mismo tiempo una asociación con el aspecto dimensional: tehom = océano caótico es el abismo cósmico (la palabra está relacionada lingüísticamente con Tiamat, el dragón babilónico del caos, cuya destrucción a manos de Marduk permite la creación del Universo). Edmundo Valadés (El libro de la imaginación) nos narra la siguiente versión de la creación proveniente de la teogonía náhuatl.

El mundo estaba lleno de agua. Y en el agua vivía la Señora de la Tierra. Era un monstruo cubierto de ojos y de fauces. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl decidieron darle forma a la Tierra. Convertidos en serpientes, enlazaron y estrecharon al monstruo hasta que se rompió en sus dos mitades. Con la parte inferior hicieron la Tierra y con la parte superior el cielo. Los otros dioses bajaron a consolarla y, para compensar el daño que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl acababan de hacerle, le otorgaron el don de que su carne proporcionara cuanto el hombre necesita para vivir en el mundo.

Tras todo lo creado subsiste el abismo de lo informe, que puede ser continuamente engullido por ese abismo; el caos constituye, en suma, una perpetua amenaza para las criaturas. Cuando hablamos de caos, la primera idea que nos viene a la mente es de carácter negativo, como una imperfección, algo que causa inquietud y, más aún, se ve como una forma del Mal. El tema, como dice Pierre Tuiller, filósofo e historiador de la ciencia, ha sido uno de los más discutidos, y en todas las mitologías, religiones y filosofas se ha tratado de resolver la pregunta clave: ¿cuál es el orden universal?

El caos determinista

En años recientes, parte de la comunidad científica en todo el mundo ha comenzado a hablar incesantemente de caos, desorden, aperiodicidad, para explicar muchos fenómenos que se suceden en la naturaleza y en experimentos controlados de laboratorio, que se caracterizan por tener un comportamiento que no puede ser descrito por leyes matemáticas sencillas. Más extraño aún es el hecho de que este tipo de caos emerge de fenómenos cuya evolución es inicialmente determinista. Contrariamente a lo que podría esperarse, al aumentar la cantidad de información disponible no se evita la imposibilidad de conocer la progresión futura del sistema. Dicha evolución queda determinada por su pasado y una de las propiedades peculiares del caos es que la mínima incertidumbre en la definición de las condiciones iniciales se amplifica exponencialmente, alcanzando proporciones macroscópicas que impiden conocer lo que sucederá a largo plazo.

El descubrimiento del caos determinista ha forzado un cambio sustancial en la filosofía de la ciencia: por una parte, establece límites a nuestra capacidad para predecir un comportamiento; por otra, abre un nuevo espacio para comprender muchos fenómenos aleatorios que suceden en varios campos del conocimiento. Sin embargo, la aceptación que estos fenómenos han tenido entre los científicos no ha sido general, el polvo de la casa a veces se suele esconder cómodamente debajo de la alfombra, pero tarde o temprano requerirá de nuestra atención. El polvo afea el orden, pues si existe un componente de aleatoriedad o de imperfección se destruyen las simetrías intrínsecas que simplifican la predicción física. Sin embargo, a pesar de que se niegue su existencia las evidencias son contundentes: el polvo se manifiesta en la física a escalas tan microscópicas como es la distribución de los niveles de energía en ciertos sistemas atómicos; en química se describen reacciones oscilatorias en las que, una vez desencadenadas, al cabo de cierto tiempo parece regresarse a los reactivos de partida. En los movimientos de los planetas de nuestro Sistema Solar también encontramos comportamientos desordenados, así como en los cambios climáticos, el ritmo cardiaco, la vida económica y las epidemias que atacan a la humanidad, por nombrar sólo algunos. Definir el concepto de desorden no es una tarea fácil ya que cada quien tiene una idea propia de él. En ciertos casos evoca un estado de confusión, una disposición de cosas más o menos irregular, pero independientemente de los giros semánticos la idea general es que el orden ha sido gravemente perturbado. El desorden se presenta entonces como algo que nunca debió haber existido y en el dominio de las ciencias se le acusa de delincuente que viola las «leyes de la naturaleza». Durante mucho tiempo, la ciencia ha hecho suyo el credo de que detrás de los desórdenes aparentes de la naturaleza siempre existe un orden escondido. Predecesores de esta filosofía son los pitagóricos y Platón. Para este último el estado ideal del Cosmos es cuando cada cosa está en su lugar. La racionalidad del Cosmos la interpreta como el resultado de una operación efectuada por un poder ordenador, una figura semimítica a la que llama Demiurgo, especie de «obrero» que ordena el desorden al crear el Cosmos, palabra que significa en primer lugar

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «La ciencia del caos»

Mira libros similares a La ciencia del caos. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «La ciencia del caos»

Discusión, reseñas del libro La ciencia del caos y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.