Los placeres ocultos
de la vida
Una nueva forma de recordar
el pasado e imaginar el futuro
Theodore Zeldin
Traducción de Isabel de Miquel
Título original: The Hidden Pleasures of Life
Originalmente publicado en inglés, en Gran Bretaña, en 2015, por MacLehose Press, an imprint of Quercus Publishing Ltd, Londres
Primera edición en esta colección: noviembre de 2015
© Theodore Zeldin, 2015
© de la traducción de Isabel de Miquel, 2015
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2015
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-16429-69-1
Realización de cubierta y composición: Grafime
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A Deirdre Wilson
Índice
Prefacio
¡Lucha por tus derechos! ¡Protesta! ¡No hagas caso de los horrores que te rodean y diviértete, sé feliz! ¡Gana dinero, trabaja mucho, haz lo posible por tener poder! ¡Disimula tus arrugas! ¿Son estas las únicas herramientas con las que contamos para defendernos de las decepciones de la vida? Estas formas de protección se han quedado obsoletas, porque la humanidad ya no es como cuando se inventaron. Ahora sabemos mucho más que nunca y hemos sufrido más decepciones de las que somos capaces de recordar. No podemos seguir dependiendo de unos ideales que en otro tiempo nos parecían luminosos y llenos de esperanza, pero que ahora se han corrompido. Así que me he propuesto ir en busca de otros ideales, tal vez ocultos o relegados al olvido, y para ello abordaré la historia de la experiencia humana desde un punto de vista muy personal.
Cada uno de los capítulos empieza con la voz de una persona de una época y una civilización determinadas que se enfrenta a una de esas grandes decisiones vitales que todos tenemos que tomar, y responde con la historia de su propia experiencia. Esto me lleva a una conversación en la que me pregunto qué otras respuestas son viables hoy en día, qué oportunidades perdimos en el pasado y qué nuevas posibilidades se han abierto desde entonces. Los personajes de este libro no son héroes a los que emular. Los he escogido en parte porque han dejado testimonios personales especialmente sinceros, lo que sugiere que a veces es más sencillo conocer la verdad sobre los muertos –cuando sus secretos salen a la luz– que sobre los vivos, que tanto se esfuerzan por ocultarla; y en parte también porque me han inspirado nuevas ideas acerca de lo que los hombres pueden lograr en el futuro. Sus testimonios me han empujado a buscar en nuevas direcciones lo que puede ofrecer la vida, me han hecho tomar conciencia de lo que me he perdido, me han ayudado a distinguir entre las personas y las etiquetas que se ponen. La historia no es solamente un registro de lo que ocurrió y por qué, sino ante todo una provocación de la imaginación.
En primer lugar investigo las salidas inexploradas de individuos que se sienten desamparados, aislados, menospreciados por los demás o frustrados porque no están conformes con la civilización que les ha tocado. Exploro esos senderos abandonados que atraviesan las barreras levantadas por el dinero, el prejuicio, la simulación y el malentendido. Me centro en lo que sucede cuando dos personas se conocen y amplío la idea de pareja para que incluya no solo a las personas que se enamoran o viven juntas, sino también a las «parejas intelectuales» que se forman independientemente de que estén juntos físicamente en un tiempo y lugar. La curiosidad puede generar una atracción tan poderosa e insistente como el deseo físico. Las ideas pueden crear vínculos duraderos, aunque se hayan forjado a partir de ilusiones sobre uno mismo o sobre los otros (capítulos 1-7).
A continuación exploro el comportamiento de las personas que pertenecen a grandes grupos, como una nación o una religión (capítulos 8-16). Cuanto más me adentro en la historia y evolución de estos grupos y veo lo diferentes que eran en el momento de su formación, más me convenzo de que esas barreras aparentemente infranqueables que nos rodean son mucho más móviles de lo que pensamos. Bajo las metáforas que utilizan para distinguirse se ocultan muchas incertezas, del mismo modo que sus eslóganes sirven para tapar los conflictos internos o el abandono de los ideales. ¿Es inevitable que los pueblos olviden una y otra vez cuánto lamentarán la violencia a la que les acaban arrastrando estas apasionadas lealtades? A todos nos gusta reírnos de las tonterías humanas. ¿Por qué no nos sirve eso para evitarlas? En la historia de las relaciones entre los hombres y las mujeres (capítulos 17-19) señalo cómo disolver algunos puntos enquistados para hacerlas más fluidas.
Abordo más adelante el gran misterio de por qué tantas personas tienen que dedicar una parte importante de su vida a realizar trabajos aburridos, inútiles y en ocasiones serviles, por qué no hay suficientes puestos de trabajo lo bastante interesantes y atractivos para las capacidades de las nuevas generaciones y por qué hay, a menudo, más motivos de desencanto y se producen más traiciones y más puñaladas traperas en los lugares de trabajo que en las familias (capítulos 20-25). Gracias a que conozco por dentro las grandes compañías y los gobiernos, puedo comprender que el cambio resulta difícil, pero que no es imposible. El sentido original de la palabra inglesa business era «ansiedad»,«inquietud», «dificultad», «complicación». Aquí investigo la posibilidad de otorgarle un nuevo significado y una filosofía más estimulante. Los adelantos en medicina y en tecnología se han logrado a base de continuos experimentos, «investigación y desarrollo». En estos capítulos explico de qué manera los profesionales y las empresas podrían colaborar estrechamente para ensayar a pequeña escala diferentes maneras de funcionar y de buscar una forma de trabajo más satisfactoria para la gente de hoy.
Los capítulos finales (26-28) los dedico al arte de reflexionar sobre el transcurrir del tiempo. Considero que es posible contemplar el proceso de envejecimiento y la idea de la muerte con una mirada más serena.
Entonces, ¿cómo podríamos establecer de otra manera las energías que dedicamos a las relaciones sexuales, las relaciones comerciales y los intercambios verbales? Normalmente intentamos resolver nuestros continuos desacuerdos y desconfianzas en conversaciones cara a cara, pero lo cierto es que la mayoría de las conversaciones que tenemos son triviales o demasiado apresuradas. Gran parte de lo que llamamos «conversaciones» son simples monólogos o monótonos canturreos –carentes de melodía– de las mismas frases en los mismos círculos. Cuando leemos un libro entablamos una conversación silenciosa, y a nuestro propio ritmo, con el autor y los personajes. Este libro no es una trepidante novela de misterio que pretenda enganchar al lector; al contrario, lo invita a detenerse y a reflexionar después de cada capítulo, a iniciar su propia conversación sobre el tema. Me gustaría conocer en qué disienten conmigo los lectores de este libro, qué cosas ven que yo no pueda ver. Si gracias a esto podemos decir lo que no habíamos dicho antes, puede que seamos capaces de pensar acerca del futuro de una forma más fructífera.
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