• Quejarse

Esther Vilar - El discurso inaugural de la Papisa Americana

Aquí puedes leer online Esther Vilar - El discurso inaugural de la Papisa Americana texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1982, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Esther Vilar El discurso inaugural de la Papisa Americana
  • Libro:
    El discurso inaugural de la Papisa Americana
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1982
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

El discurso inaugural de la Papisa Americana: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El discurso inaugural de la Papisa Americana" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Esther Vilar: otros libros del autor


¿Quién escribió El discurso inaugural de la Papisa Americana? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

El discurso inaugural de la Papisa Americana — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" El discurso inaugural de la Papisa Americana " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Ha sucedido lo inconcebible:

HABEMUS PAPESSAM.

Sí, miradme todos bien, para que lo comprendáis: soy una mujer.

Una mujer en el trono del Papa.

Por primera vez una mujer.

Este peinado no tiene importancia alguna. Según dicen, también Jesucristo llevaba los cabellos largos, y era un hombre.

Pero aquí: dos senos, destinados a alimentar a los hijos.

Y debajo de esta falda: ovarios, oviductos y útero.

Todo sin utilizar.

Un regalo superfluo, podría decirse. Pero todo existe; todo está en su sitio.

Así lo declara un certificado médico del 3 de febrero del año 2014, que hoy, en el día de mi entrada en funciones, es publicado en los periódicos por mi expreso deseo.

¿Por qué?

Para que nunca, nunca, nunca aparezca ni la más leve sombra de duda de que yo, real y verdaderamente, soy una mujer.

Sí, hermanos y hermanas: en este solio, en el que durante dos mil años se sentaron siempre hombres y solo hombres, en el solio de Su Santidad el Papa, jefe de veintidós millones de católicos, se sienta a partir de hoy una mujer.

Estimados miembros de esta comunidad, esparcidos por el mundo entero y que ahora seguís mi alocución a través de vuestros televisores:

¿lo habéis entendido realmente?

Lo demás ya lo sabéis por mis discursos electorales.

Americana, sí.

Nacida hace equis años en Los Ángeles, la ciudad de los estudios cinematográficos y de las sectas, recientemente convertida en capital occidental del Islam.

Mi madre, una starlet malograda a causa de las drogas y que luego se ganó el sustento como prostituta ocasional.

Me crie, por consiguiente, con distintos padres y cuatro hermanitos desamparados, en un campamento de caravanas situado junto al vertedero de basuras de la ciudad.

A la edad de catorce años, mi primer contacto con el catolicismo.

Y a conocéis la historia: en la playa de Malibú tuve un accidente con una tabla de surf robada, y un sacerdote me salvó de aquel mar tempestuoso con riesgo de su propia vida…

La Divina Providencia, se decía antes. Hoy lo llamamos casualidad.

A los quince ingresé en el Movimiento Juvenil Católico.

Más tarde, en los seminarios conciliares de Detroit y Chicago.

Fui sacerdotisa en los barrios bajos de Sao Paulo, México y Caracas.

Después, en Nueva York.

Pero creo que esto ya lo sabéis.

Sí, hermanas, el camino fue largo hasta este solio.

En 1991… ¿Lo recordáis…? ¡La primera sacerdotisa católica!

En la catedral de San Patricio: la primera Santa Misa celebrada por una mujer.

El primer sermón de labios de una mujer.

La primera Comunión: la hostia en mano femenina.

¡El cáliz con el vino en manos de una mujer!

EL CUERPO DE CRISTO AMEN… LA SANGRE DE CRISTO… AMEN PODÉIS IR EN PAZ…

Y, sin embargo, transcurrieron aún veintitrés años antes de que una de nosotras llegase hasta aquí.

¿No había hecho saber el Apóstol que nosotras no teníamos nada que decir en su Santa Iglesia?

Monjas, eso sí.

Castos grupitos que, al hacer su aparición el monseñor, languidecen en los bancos; cada mirada un aplauso, cada gesto una ovación.

Y en el pensamiento, nada sino admiración hacia Él, el hijo de su Iglesia; hacia Él, el hijo de Dios, y hacia Él, el Señor…

¿Acaso no estábamos ya representadas en el consejo de administración por la Virgen María?

«Más modestia», nos exhortaban amablemente cuando empezamos con las protestas.

Luego exigieron coléricos: «¡Más modestia!».

El nombre que voy a tomar ya os es conocido a través de mis discursos electorales.

Sí, la primera papisa católica se llamará «la Segunda».

JOANNA SECUNDA.

Juana Segunda.

Joan the Second.

Johanna die Zweite.

Giovanna Seconda.

Jeanne Deux.

Ya mencioné la razón: en la historia de nuestra Iglesia ya hubo una vez una papisa. Se llamaba Juana y llegó subrepticiamente a este solio en el año 855, disfrazada de hombre. Cuando se descubrió el fraude, cuando resultó que el papa recién elegido, que había tomado el nombre de JuanVIII, era una mujer, ¡solo una mujer!, esta fue puesta de patitas en la calle por los señores cardenales, naturalmente. ¡Porque eso sí que no correspondía a la Divina Providencia!

«¡Todo pura invención!», diréis muchos ahora. Ya lo sé.

La preñez ocultada hasta el último momento… el comienzo de los dolores de parto durante la procesión, el alumbramiento secreto en la iglesia; la silla con el asiento agujereado en la que tuvo que sentarse la papisa al nacer la sospecha, para que los cardenales, palpando uno tras otro sus genitales, pudieran convencerse de que, realmente, ese papa no disponía de la virilidad prescrita para su cargo… ¡Todo eso no fue más que el producto de la fantasía más perversa!

Pero yo os pregunto:

¿Qué habría sucedido si, en efecto, una mujer disfrazada de hombre se hubiera atrevido a apoderarse de esta, la más alta de todas las dignidades?

¿No habría ocurrido exactamente eso, o algo todavía mucho peor?

Por consiguiente, sea o no leyenda histórica esta hermana mía, quiero hacerla mi antecesora. Como ya anuncié, uno de mis primeros actos consistirá en honrar a una mujer que quizá nunca existiera.

Se convertirá en símbolo del papel humillante que nosotras, las mujeres, tuvimos que desempeñar en esta Iglesia por espacio de dos mil años: rezar, pero no predicar; servir, pero no mandar; ser juzgadas, mas nunca poder juzgar.

Ya el propio nombre que elijo debe demostrar al mundo que todo eso acabó.

Porque ahora estoy yo aquí.

Sí, queridos hermanos: en este solio que durante siglos solo os perteneció a vosotros me siento ahora yo, una mujer.

Juana Segunda.

Sea este mi nombre a partir de hoy.

AMEN.

Por favor, dejad conectados vuestros televisores. Siguen ahora unos anuncios, pero en seguida volveré a estar con vosotros.

A propósito de mi silla: naturalmente, el trono de un papa de la Iglesia católica romana era antes muy distinto.

Me habría gustado mostraros una de esas magníficas piezas, colocándola aquí, junto a esta silla, para que también en este detalle pudieseis reconocer el profundo cambio operado en nuestra Iglesia a través de los últimos decenios.

Mas la última de esas suntuosas sillas que poseíamos una auténtica SILLA GESTATORIA de terciopelo granate y trabajos de talla en madera dorada fue vendida hace años y en la actualidad se encuentra en el despacho de un miembro de la junta directiva del Lester Brooklyn Bank.

Y el banco no estaba dispuesto, por desgracia, a prestarnos la pieza para la ceremonia de hoy. En su opinión, este tipo de propaganda podría resultar contraproducente.

En cambio, sí puede procurarme otra reliquia de la historia de nuestra Iglesia.

Si las cámaras quieren seguirme…

Una vestidura pontifical, sí, confeccionada en 1958 para Juan XXIII y prestada ahora por la casa Gould Fifth Avenue, que en 1998 la obtuvo en una subasta por setenta mil dólares y que aún hoy la utiliza en ocasiones para decorar sus escapara tes.

Aprovecho la ocasión para dar las gracias a la casa Gould Fifth Avenue…

Pues sí, queridos telespectadores. Así se vestía antes un papa de la Iglesia católica romana. Mejor dicho: así le vestían sus servidores:

La blanca sotana…

Las sandalias de seda…

Encima, este largo manto blanco con bordados de oro puro…

El báculo con el crucifijo… El anillo de oro…

La corona papal…

Desde luego, la que os muestro es solo una imitación.

La tiara original era tan pesada, que el papa Juan XXIII se desmayó, según dicen, cuando se la colocaron sobre la cabeza.

Y, por supuesto, la ceremonia inaugural no consistía entonces en una alocución televisada.

¡Era una gran fiesta, una coronación!

Media Roma estaba en pie, y cientos de millones de fieles de todo el mundo seguían la celebración por la radio y en la pantalla del televisor.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «El discurso inaugural de la Papisa Americana»

Mira libros similares a El discurso inaugural de la Papisa Americana. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «El discurso inaugural de la Papisa Americana»

Discusión, reseñas del libro El discurso inaugural de la Papisa Americana y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.