A. I. Robeshin - Sexo sagrado, lagrimas del cielo

Sexo Sagrado,

Lágrimas del Cielo

Una novela de

A.I. Robeshin

Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes y sucesos son producto de la imaginación del autor. Cualquier semejanza a eventos reales o personas, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Título Original: Sacred Sex, Heaven’s Tears

Copyright 2013 A.I. Robeshin

Print edition ISBN: 978-0-9914980-1-7

Edición Kindle

Impreso y encuadernado en los Estados Unidos de América

Diseño de portada: JH

Formato: EH

Copyright Library of Congress 2013

Copyright Edición en español 2014 A.I Robeshin

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y escrito del autor.

A los abusados – por favor, no se rindan. Existen recursos y personas compasivas que ofrecen su ayuda. Continúen con sus oraciones, pidiendo Su guía, y abran su corazón a aquellos que Él pone en su camino para ayudarles, protegerles y sanarles.

Para los abusadores –pongan mucha atención a los mensajes aquí escritos enviados desde el Cielo. Él no los ha proporcionado como simples sugerencias, y siempre perdonará al corazón verdaderamente contrito; pero el arrepentimiento y el cambio de sus comportamientos nocivos hacen parte del paquete. Tiene que venir de ustedes. No es posible esconderse de Él o de Su justicia, desencadenada por sus propias acciones deliberadas en ésta vida.

RECONOCIMIENTOS

Estoy verdaderamente agradecido con las siguientes personas por su ayuda y apoyo con este proyecto:

A mi esposa, eres todo mi mundo. Gracias por tu amor y amistad durante ésta travesía. Estaré siempre agradecido de tu presencia en nuestras vidas, especialmente cuando parecía que se desmoronaban y fuimos forzados a experimentar la loca realidad de víctimas secundarias sin una guía clara. Agradezco tu presencia en mi vida cada día.

A nuestros hijos y sus parejas, gracias por sus oraciones, y por continuar llenándome de energía con su fortaleza, coraje y sabiduría. Los amo completamente.

Al diácono E. A. Greenwell, su guía, edición y amistad han sido indispensables.

A EH, gracias por guiarme en la jungla de la publicación. Y a JH, gracias por su creativa supervisión.

A TT2, gracias por su apoyo y análisis independiente. Los grandes amigos son difíciles de encontrar.

A toda la familia y amigos que han rezado por este proyecto, gracias por creer en Él, y luego en mí.

A todos los que ayudan en la lucha contra el abuso sexual, a los que ayudan y no hieren, sanan y no destruyen, a los miembros altruistas del cuerpo de Cristo – gracias, gracias, gracias.

A todos aquellos que continúan actuando como si este tema no fuese de gran importancia, gracias por su ignorancia, falta de inteligencia y de compasión, tanto que me agitó lo suficiente como para finalmente escribir éste libro. La inspiración puede venir de diversas maneras.

Y a CKP, quien dejó este mundo demasiado pronto, y cuya tenacidad y ánimo de vivir robustamente me inspiraron más veces de las que puedo contar. Gracias por tu ayuda cuando en verdad la necesitamos, y cuando no. Descansa en paz, amigo mío.

Capítulo 1

Se dice que nos convertimos en lo que pensamos la mayor parte del tiempo. De hecho, el concepto es bíblico. Cuando consideramos los millares de profesiones alrededor del mundo –cuerpos policiales, artistas, banqueros, criminales y demás – creo que descubrimos que han pasado bastante tiempo perfeccionando sus habilidades. Ejerciendo de manera consistente su libre albedrío, regalo de Dios, es como se han vuelvo buenos en lo que hacen. Y aún si han escogido no hacer nada en absoluto, es una decisión que han tomado por sí mismos.

Cada uno de nosotros sigue este proceso diariamente, aún si es en una escala diminuta. Como éste diario que he comenzado a escribir, para la posteridad – y como regalo para ti. Lo actualizaré a medida que el tiempo me lo permita. Por lo que he pasado aquí no se compara nada a como era mi vida en la diócesis de Brooklyn. Solamente han pasado unos meses y mi mundo ha cambiado completamente. En este momento parece que tengo un poco de tiempo innecesario para matar, y me siento un poco cansado. Disculpa si estoy siendo un poco disperso. Al final, imprimiré este diario para que un amigo de confianza te lo entregue.

Las malas decisiones que otros toman en verdad nos afectan a todos, sin importar de qué manera las racionalicemos. Eso es lo que logra el pecado. Ah, tal vez no hasta el punto de que algún idiota oprima el “gran botón rojo” y el mundo vaya a terminar; solamente Dios decide el destino de nuestra existencia. Pero no te equivoques, las verdaderas decisiones que alteran nuestras vidas abundan. Por eso es que el día de hoy estoy a punto de presenciar mi primera ejecución en la Prisión Central en Raleigh, Carolina del Norte.

El increíble número de personas que comparten la “filosofía de vida” de autocomplacencia me irrita inmensamente. Ya sabes, los que viven descaradamente como si lo único que importara es lo que ellos quieren, lo que los hace feliz y cómo pueden ser lo que quieren ser. Si son de los que se ven afectados por sus hábitos descontrolados, es perjudicial, y a ellos parece no importarles en absoluto. La culminación de sus malas decisiones los ha hecho lo que son, o lo que ellos mismos han permitido convertirse. Ellos lo llaman su derecho; yo lo llamo sandeces.

Puede que no lo recuerdes, pero yo era uno de ellos; por eso es que escribo con tanta seguridad. Ah, no al mismo grado del condenado con el que estaré más tarde, pero en realidad reconozco su recorrido vagamente. Sé que en algún momento a su vida la impulsaba el sexo; un deseo con el cual me sentía íntimamente familiarizado. No puedo medir el odio y la violencia perversa, pero conozco el deseo, regalo de Dios.

Son las 6:00 de la mañana del lunes. Una banana y un paquete de vitaminas ‘Emergen-C’ llenan mi sistema; necesito energía. Anoche me llevó 90 minutos regresar de la Prisión Central, así que fui tarde a la cama. Pensar en presenciar una ejecución no ayudó, y de todos modos no duermo muy bien. Ha sido un problema durante la última década – que mi doctor cree se puede rectificar con una prueba de sueño y un dispositivo CPAP. Ya sabes, las cosas que utilizan los viejos y los obesos. Ahora prefiero evitar a mi doctor.

Mi café favorito, el Tostado Italiano de Peeta, ni siquiera me saca una sonrisa. Estoy intentando desesperadamente no cerrar mis ojos; no quiero estar más atontado de lo que ya estoy, y definitivamente no quiero tener otro ataque de ansiedad. Esas preciosuras me han afligido desde la niñez. Me preocupo, ¿recuerdas? La mente puede ser un amigo poderoso o un terrible enemigo. Mi salud es lo que más me preocupa; me contagio con cualquier enfermedad que esté de paso. Si no, me enfermo simplemente de pensarlo. Lo odio.

El estrés de ser un Director Financiero Corporativo tampoco ayudó demasiado. ¿Lo positivo de esa experiencia? Adquirí grandes habilidades como la gerencia de proyectos, cumplir con fechas límite, y manejo de personal – y todo con recursos limitados. Mi Obispo anterior decía que estas habilidades me permiten ser un administrador efectivo en la Iglesia. ¿Lo negativo? Cuándo las cosas no salían de la manera en que mi personalidad perfeccionista lo quería, explotaba contra cualquier persona, y los ataques de ansiedad se multiplicaban en frecuencia e intensidad. Desafortunadamente, la paciencia para conmigo y con otros todavía se me hace un reto.

Mientras miro por la ventana del Pontiac 6000 año 1990, propiedad de la parroquia, el sol se asoma por encima de las siniestras paredes de la Institución Correccional Hyde, un centro de 20 años que cuenta con 756 camas. Todas llenas. Todos hombres. Existen centros similares para mujeres en todo el estado. Las malas decisiones los llevaron a lugares como éste.