Christopher West
Prólogo de Charles J. Chaput, O.F.M. CAP., Arzobispo de Denver
Buena nueva sobre el sexo y el matrimonio
Respuestas sinceras a los principales temas y objeciones relacionados con la conducta sexual
Título original: Good News about Sex & Marriage. Answers to Your Honest Questions about Catholic Teaching
Christopher West & Charles J. Chaput, O.F.M. Cap., Arzobispo de Denver, 2004
Nihil obstat:
Rev. Gerard Beigel, S.T.D. Censor Librorum.
Timothy J. McCarthy, J.C.L. Vice Canciller, Archidiócesis de Denver.
Imprimatur:
S.E.R. Mons. Charles J. Chaput, O.F.M. Cap. Arzobispo de Denver.
27 de abril de 2004.
(De la actualización)
Rev. Joseph R. Binzer
Obispo auxiliar y vicario general. Archidiócesis de Cincinnati.
4 noviembre de 2013
Las notificaciones nihil obstat e imprimatur se aplican al texto de la versión original inglesa, de la que esta versión en español es una traducción fiel.
Copyright © 2000, 2004 Christopher West y la Archidiócesis de Denver.
Este libro se publicó originalmente en el año 2000, se revisó en el 2004 y se actualizó en el 2007 con citas de la nueva traducción de la Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II.
Publicado por: Servant Book, an imprint of Franciscan Media
© Didacbook, 2015
Sagasta, 6
23400 – Úbeda (Jaén)
www.didacbook.com
Traducción: Ricardo Regidor
Diseño de portada: José María Vizcaíno
Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción de ninguna parte de este libro sin el permiso por escrito del editor.
A mi amada esposa, Wendy.
Sin su amor por mi condición de hombre no sería lo que soy, ni podría haber escrito este libro.
Prólogo
Una apuesta segura: me apuesto a que la mayoría de los que abren este libro han oído hablar de una «crisis de vocaciones» en la Iglesia. Ha sido un tema de conversación generalizado en los últimos treinta años. Y se han escrito miles de artículos al respecto.
Otra apuesta segura: me apuesto a que casi todos esos artículos y conversaciones se referían a los sacerdotes y a los religiosos y religiosas, que hay muy pocos y que en el futuro habrá menos. Y, por supuesto, necesitamos más sacerdotes y religiosos; en muchas zonas de Estados Unidos la escasez es realmente importante.
Pero tengo una tercera apuesta segura: apuesto a que muy pocos de esos artículos y esas charlas se referían a la crisis vocacional más importante de todas: la del matrimonio y la de la familia. Dios nos llama a cada uno y a cada uno por nuestro nombre, para participar en su creación, cada uno a su manera. Todos tenemos una vocación. El matrimonio es una vocación. La paternidad es una vocación. No es un accidente que la mayoría de los sacerdotes y religiosos provienen de familias católicas que creen, viven su fe y se quieren. De hecho, el amor mutuo entre el marido y su mujer es la piedra fundamental sobre la que se edifican todas las otras vocaciones. Los matrimonios y las familias sólidas edifican una iglesia vital y llena de alegría. Y lo contrario es también verdad. Las familias que solo aman de manera tibia a Dios, indiferentes al culto que debemos tributarle, debilitan todas las otras dimensiones de la vida de la iglesia. Por eso la Iglesia necesita con urgencia de hombres y mujeres que puedan brindar el ejemplo y la orientación que nuestras familias necesitan.
Y Christopher West es exactamente esa persona: sabe expresarse bien, con alegría, y es fiel a la Iglesia, con un amor apasionado por Jesucristo y el Evangelio. Como marido y padre, escribe a partir de su experiencia. Conoce los problemas y alegrías de la vida matrimonial. Conoce de primera mano las objeciones que se hacen a la doctrina de la Iglesia, porque él mismo las ha tenido y ha sabido resolverlas. Y tiene el don extraordinario de hacer fácilmente accesibles las verdades más importantes, demostrando de manera convincente y refrescante los porqués de lo que la Iglesia enseña.
Sin duda, el vínculo más tierno y estimulante del amor conyugal es la intimidad sexual. Es también el que más se malentiende y el que se confunde con mayor facilidad. Por esa razón, el testimonio de una persona como Christopher West resulta tan valioso. En este libro toma la «teología del cuerpo» de san Juan Pablo II y la hace fácil de entender, de una manera convincente e importante para las parejas casadas de hoy. Su análisis sobre la Iglesia y sobre la anticoncepción es simplemente extraordinario. De hecho, este libro es una especie de «catecismo de la doctrina católica sobre el sexo y el matrimonio»; y, por lo tanto, resulta perfecto para los cursos de preparación al matrimonio, para las catequesis de adultos y para el enriquecimiento matrimonial.
Pero no es un libro teórico, ni un manual de estudio. Es más bien una fuente de la que nos nutrimos de un modo práctico , porque nos muestra continuamente que el enfrentamos con sinceridad a los problemas del sexo y del matrimonio nos lleva a situarnos cara a cara con todo el mensaje evangélico y lo que significa en nuestras vidas. Se titula Buena nueva por una razón realmente buena. Es un libro sobre nuestra condición humana y sobre el drama humano de nuestra creación, de nuestra caída y de nuestra redención en Jesucristo, que es verdaderamente la Buena Nueva; buena nueva porque podemos vivir en Cristo la verdad.
Hagamos un favor a la Iglesia y a nosotros mismos. Leamos y releamos este libro. Animemos a todos los que conocemos a hacer lo mismo.
Si queremos contribuir a resolver el problema de la «crisis de vocaciones»… puede empezar por aquí.
Charles J. Chaput, O.F.M. Cap.
Arzobispo de Denver, Colorado.
Introducción
El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor, como se ha dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al mismo hombre.
San Juan Pablo II
Creciendo dentro de la Iglesia Católica en las décadas de 1970 y 1980, yo tenía muchas dudas y también objeciones, sobre la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad y el matrimonio. Cuando mis hormonas se dispararon, descarté prácticamente todo lo que me habían enseñado sobre «mantenerse puro». Sin embargo, en los años que siguieron, mi conducta sexual me lo hizo pagar caro.
En el primer año de Universidad, me encontré profunda y dolorosamente confundido sobre mi identidad como ser humano. No podía negar el hecho de que me había buscado todas estas penas y confusión por mis propias conductas y actitudes sexuales. La exuberante promiscuidad de la vida en la residencia de estudiantes solo servía para exagerar la falta de sentido de esa vida.
Las historias de «conquistas sexuales» que nos contábamos, y que sin duda exagerábamos, como novatos, me harían darme cuenta más y más de la posibilidad de hacer cosas terribles. En cada «conquista» había una mujer al otro lado, que había sido usada y descartada. Y a nadie le importaba.
Todo esto me provocó una crisis. Fue una noche que me tocó presenciar la violación «en directo» de una muchacha en uno de los dormitorios (esto sucedía en una universidad católica). La experiencia me perseguía. ¿Cómo podía un hombre tratar a una mujer como una mera «cosa», para satisfacer sus deseos sexuales? Pero mientras más me hacía esta pregunta con respecto a lo que me había tocado presenciar, tanto más tenía que hacerme esta pregunta a mí mismo.