Vampiros bajo el sol
Marcela Medrano Cruz
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© Marcela Medrano Cruz, 2019
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com
universodeletras.com
Primera edición: 2019
ISBN: 9788417435202
ISBN eBook: 9788417435868
Para mis mamás y mis papás.
A mis hermanos y mis hermanas.
A mis hijas y mis hijos.
A mi clan de sangre y a mi clan espiritual.
Gracias.
Prólogo
Bienvenidos.
Debo decirles que este libro tiene muchos años tratando de ser parido. Evidentemente debía pasar todo lo que ha pasado para transmitir lo útil.
El título se refiere a que, cuando uno vive en dolor, está cubierto por capas de miedo que en el momento en que uno empieza a despertar, se van desintegrando, y ese desprendimiento puede ser doloroso, pero lo que queda al desnudo es el ser de l uz que todos somos.
Me costó una vida poder reconocerme, amarme y respetarme. Comprometerme conmigo. Y no estoy hablando de modo feminista, solo como ser humano. Sin género.
Lograr ver mis talentos me hizo darme cuenta a qué vine, esto, por supuesto, es para todos: a compartirlos. Y lo que sale al hacerlo, la mayor parte de las veces no está previsto, es natural, espontáneo y oportuno.
Soy yo. Soy creadora. Compartir los talentos es expresar la mejor versión de uno. Y eso es un hecho. Yo, al igual que varios de mis amigos podemos tener conductas incomprensibles o inverosímiles en la vida, pero tocando o cantando estamos conectados. Brillantes. Lo que sale de esto, por decirlo de alguna manera clara, es Dios hablando a través de uno. De cada uno. Y de ahí no sale nada mal hecho. Al contrario. Uno está confiado, haciendo lo que sabe. Sin pensar.
El propósito de este libro es compartir la información, los ejercicios, libros, canciones, técnicas, herramientas que me sirvieron a mí de modo muy espectacular, no sé si se veía por afuera, esto pasaba adentro. Iba descubriendo cosas, quería platicarlas, pero muchas veces se percibe como invasión o juicio, o es absurdo dar consejos u opiniones cuando está uno visiblemente en el hoyo. Y me ha resultado explicarlo con escenas o situaciones de mi vida para definir los impactos, las emociones, las reacciones y las salidas; ya que, por lo general, por lo menos en el día a día, las personas entendemos mejor cuando lo vemos en otra persona. No es necesariamente autobiográfico.
Me di cuenta que, en general, no nos gusta conectar con lo que siente adentro por miedo al dolor. Y eso me hace mucho ruido, porque no hace mucho lo descubrí en mí. Por eso sé que hay tantas cosas que nos duelen y no las podemos expresar con propiedad. Las guardamos, las ignoramos y nos envenenan la vida. Y eso nos quiebra, no vivimos plenos. Olvidamos los talentos y la risa, y vivimos la vida gris hasta morir de alguna enfermedad física, mental o social.
Cuando descubrí que hay otro modo de enfocar la vida, donde no hay preocupaciones, no hay carencia, no hay sufrimiento, no hay gente mala y todo es perfecto, se me hizo hasta inmoral quedarme callada. No quiero decir con esto que lo he logrado, solo que cuando aprendo algo importante, puede ser que aún esté yo lidiando con mi ego en esa situación, pero ya sé qué tengo que hacer, y sé que hay personas bastante menos atascadas que yo, para quienes recibir la información a tiempo evita muchas situaciones innecesarias. Lo veo en mis hijas, en mis amigos jóvenes, en los niños.
No siempre es necesario aprender con dolor. He visto en el curso de mi vida de médico, de cantante y de humano, que muchísimos en el mundo, muchísimos, compartimos las mismas historias y tenemos las mismas emociones ante los mismos estímulos, y reaccionamos de acuerdo a nuestro estado de consciencia. No hay bien ni mal. Eso no es real. Cada quien es responsable de sus decisiones, lo demás tiene que ver con nuestra misión. Hay que asumirlo. Porque vivir en el estado interno en el que hemos vivido, genera más miedo y más dolor.
Desde el fondo de mi ser, agradezco a cada una de las personas que han cruzado en mi vida. Es difícil no ser cursi, pero la realidad es que quienes me han hecho reír me han enseñado a disfrutar la vida, y quienes me han hecho llorar o enojar me han enseñado todo lo que les platico aquí, ha sido mi escuela para despertar la consciencia. Y no hay palabras para agradecerlo. Y a todos los que se han cruzado conmigo, lo recuerden o no, sépanse que les deseo una vida bella, tranquila, abundante y cálida. Gracias.
De todo corazón espero que lo que aquí comparto les sirva. Los quiero mucho.
Capítulo 1
Las familias nos vamos allanando el camino de regreso a casa, la mayor parte de las veces sin intención y sin tener idea de que estuviese ocurriendo.
Las historias que vivimos, son en hechos, no en historias exactamente, una repetición. Yo me acuerdo que cuando estaba estudiando mi árbol en terapia de bioneuroemoción, me sentí un poco absurda. Según yo, había hecho de mi vida lo que había querido, me había enamorado locamente…, no soy como mi familia, no me parezco a ellos... ideas cada vez más hilarantes.
Somos toda la familia de nuestros dos papás encima, desde el origen de los tiempos. Caminando y viviendo por ahí con toda inocencia, ignorantes de que en cada generación hay historias que se repiten; que en algunos clanes las historias son violentas en cualquiera de sus tonos, y que esa violencia tiene una causa y genera dolor.
Que esa causa, sin excepción, es miedo, ese miedo de adentro que impregna nuestra vida, por lo general, es miedo a ser lastimados, abandonados, a no ser suficiente, o a no ser amados, y las consecuencias son manifestaciones clínicas en la conducta en forma de ira, angustia, tristeza, entre otros, y pueden coexistir. La ira es feroz, destructora y cruel, expansiva. Es impactante cómo una sonrisa o una mirada de resentimiento cambia las historias.
Y uno podría preguntarse cómo se llega a tener miedo a no ser amado o a no ser digno de amor...suena insensato. Hay varias posibilidades, el proyecto sentido (de los diez meses antes de la concepción hasta el tercer año de vida, el niño integra las emociones de mamá como propias...sí, señor, como propias), un transgeneracional con ese patrón en particular, el ser un hijo no deseado, y lo demás es consecuencia de esto. En este tipo de casos, invariablemente, tenemos responsabilidad los papás.
Cuando mamá se entera de que está embarazada, hay dos opciones, o se emociona y llora de alegría o se angustia, se asusta y llora de miedo. Cuando todo es alegría, muchas mujeres sabemos lo que es, te inunda una alegría, una emoción abrumadora y luminosa, una responsabilidad, te conviertes en mamá. Cuando es un embarazo no planeado, o no deseado, al momento de pensar: «¡NO! Mi marido se va a enojar, no tenemos dinero, no cabemos en la casa», y cualquier otro pensamiento de este tipo, ya intervenimos en el primer caso de modo luminoso y en el segundo de manera tóxica en la vida del nene en el horno y en la nuestra como mujer.