Bartimeo
Bartimeo
ALEJANDRO OROZC0 RUBIO
© 2008 por Grupo Nelson
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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completamente a Thomas Nelson, Inc.
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A menos que se especifique lo contrario, las citas bíblicas usadas
son de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960
© 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina,
© renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas.
Usadas con permiso.
Tipografía: www.Blomerus.org
ISBN: 978-1-60255-069-8
Impreso en Estados Unidos de América
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CONTENIDO
Q uiero dedicar este libro, como un pequeño homenaje y reconocimiento a cuatro personas cuyas vidas han sido usadas por Dios para enseñarme y mostrarme que el Bartimeo ciego que fui, puede creer, puede cambiar y puede seguir a Jesús en el camino.
A Carlos Rodríguez López: Te aprecio, te respeto, tu valioso ejemplo estuvo en mis primeros años de conocer a Jesucristo, siempre me impacto muchísimo ver cómo has formado a tu familia, disfruté tanto asistir a la celebración de tus primeros cincuenta años de casado. Gracias.
A Benjamín Rivera Leos: Contrario al rechazo que viví en mi pasado, de ti siempre he recibido aceptación y cariño, eres amigo para siempre. No olvido tu paciencia conmigo y mi esposa, y todas esas ocasiones que te arriesgaste a dejarme enseñar y predicar las primeras veces para que pudiera aprender. Te valoro, te agradezco, te quiero.
A los doctores Idilio y Maruca Pardillo: Gracias por el «empujón» al ministerio. Son ustedes grandes líderes de acción, de decisión, reconocidos como padres de la fe en México.
A César y Claudia Castellanos: Nunca será suficiente agradecimiento por lo que nos han dado a mí, a mi familia y a nuestro ministerio. Gracias por abrirme los ojos a una visión de impacto y conquista a través de G12. Nos enseñan con el ejemplo a creer que Dios puede usar nuestras vidas para ganar multitudes e impactar y transformar una nación. Ustedes han sido verdaderos padres para nosotros.
A todos los Bartimeos del mundo: Sí hay esperanza: «Levántate, ten confianza, te llama».
A todos los niños y niñas que son víctimas de la esclavitud moderna: Confíen, Cristo ha vencido al mundo y con su ayuda, seguiremos luchando por su liberación.
Finalmente a mi querida esposa: Eres motor de tantas cosas, que a veces creo que el Espíritu Santo descansa, cuando duermes.
A mis hijos: Son una enorme motivación para seguir en la búsqueda de Dios, para darles el ejemplo a seguir. Los amo un poquito menos que a Dios.
Y al más importante, a ti mi Dios y Señor, gracias por permitirme «verte» un poco más cada día.
¿Ojos que no ven,
corazón que no siente?
¿C uántos de nosotros que tenemos la vista sana, tenemos tantas cosas que no vemos, algunas que vemos pero que no queremos ver y más aun otras que no vemos y necesitamos ver? Todo esto parece un derroche del don, porque sí podemos, me recuerda ese dicho popular: El que puede, puede lo que puede; el que no puede, pues no puede.
Bartimeo estaba completamente ciego, no podía trabajar ni hacer muchas otras cosas que son necesarias y simples como caminar por la calle, admirar la naturaleza en un atardecer, mirar el caudal de un río, o una gran montaña, o una sonrisa, o una mirada de amor o ternura, o leer un libro, o admirar una obra teatral o cinematográfica o tantas otras. En otra época era jovial, alegre y hasta simpático, reía por todo y parecía que todo en la vida le sonreía, era trabajador y esforzado, como todos los de su pueblo.Todos decían que tenía un gran futuro, era de esas personas carismáticas, que parece que todo lo pueden lograr. Planeaba ser agricultor, pensaba cómo desarrollar un sistema de riego que con poca agua lograra grandes cosechas.
Entre sus metas también incluía algún propósitopolítico; soñaba con una nueva generación de políticos que trajeran un cambio tan definitivo a su pueblo que prosperara más que todos los de la tierra. Personas que no se corrompieran, que trabajaran haciendo lo correcto, sólo por ser lo correcto. ¿Soñador?, quizá, como todos nosotros en algún momento de nuestra vida o como algunos, o como tú o como yo.
Sin embargo, en ese aciago accidente en el que perdió la vista, perdió también todo lo demás, sus metas, su futuro, el deseo de luchar y vencer, de ganar y lograr.
¿Qué seríade cada uno de nosotros si de repente perdiéramos la vista? ¿Cuántos planes y proyectos quedarían truncados? ¿Qué sentimientos tendríamos? ¿Con qué actitud enfrentaríamos algo así? Y una pregunta más difícil de resolver: ¿Cómo reaccionarían nuestros familiares? ¿Nos apoyarían?¿Qué tanto? ¿Nos despreciarían? ¿Nos abandonarían a nuestra suerte?
Había sido una desgracia para toda la familia, fue tal el dolor que la familia no se pudo recuperar y lo abandonaron, ¡sí!, solo así, ¡lo dejaron! ¿Cómonohacerlo?, se preguntaban.
Para ellos era un lastre, una vergüenza, no era el costo de su manutención sino la derrota ante todos los demás, ¿cómo uno de los suyos podía estar en tal desventaja?, al salir del hospital, entre el llanto desesperado e impotente de su madre y sus hermanas, los varones con los ojos llenos de lagrimas, rompieron la solapa de sus sacos escupieron al piso y lo abandonaron. Simplemente lo dejaron ahí, nunca más lo volverían a ver, sólo se fueron.
Creo que todos pensamos que nunca nos sucedería algo así y mucho menos podemos aceptar que nuestra familia reaccionara de ese modo, sin embargo oímos de historias y tragedias como éstas y sólo movemos la cabeza en señal de desaprobación, pensando: Pobre gente y creemos que nunca nos acontecerá algo así.
Bartimeo nunca supo hacia dónde emigraron, nadie lo supo o al menos todos decidieron no volver a hablar del asunto, podía acarrearles cierta responsabilidad, todos le volvieron la espalda, decidieron hacer como que no existía.
Si su propia familia le despreciaba, entonces¿por qué alguien tendría que hacer algo por ese pobre ciego?, los suyos sólo desaparecieron, como si se los hubiera tragado la tierra. Así fue que Bartimeo pasó a ser uno más de esos indigentes que te molestan cuando te piden dinero, que te provocan desprecio, miedo, o algo que no logramos explicar pero es, está ahí.
Si supiéramos un poco de sus seguramente muy tristes historias, tal vez nuestra actitud hacia ellos cambiaría mucho y aun decidiríamos participar activamente con alguna de las organizaciones de la sociedad civil que tanto hacen por ellos. Detrás de cada uno, hay historias de dolor y en otros casos hasta de horror. El rechazo, el desprecio, el abuso y el odio parecen ser comunes denominadores de las emociones que los rodean, por eso es que muchas veces sus actitudes tienen alto contenido de desconfianza y rencor. Y si pensamos en los «Bartimeos del mundo», debemos incluir a los niños y niñas que no necesariamente son inválidos ni discapacitados ni con capacidades diferentes, pero que viven en las calles, o aquellos que son explotados que tienen que trabajar lavando parabrisas o en cualquier cosa o pidiendo limosnas o, peor aun, que sufren abusos sexuales, conformando lo que se ha dado por llamar la esclavitud moderna, que parece que corre como la peor plaga de todas en especial en lugares como Brasil, India, África, Tailandia y México entre muchos otros.
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