consuelo
EN TIEMPO
DE PRUEBA
J.C. BRUMFIELD
consuelo
EN TIEMPO
DE PRUEBA
El gozo y la victoria son posibles para los hijos de Dios, aun en
medio del fuego de la prueba y el sufrimiento.
El hijo de Dios puede tener la perfecta paz que sobrepasa
todo entendimiento humano, incluso en la enfermedad y la
pobreza, la persecución y la prueba, el abuso y la traición, la
pena y la desilusión.
Dedicamos este libro a los santos en aflicción, orando
humildemente porque Su consuelo sea una preciosa realidad.
© 2009 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece
completamente a Thomas Nelson, Inc.
Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc.
www.gruponelson.com
Título en inglés: Comfort for Troubled Christians
© 1961 por The Moody Bible Institute of Chicago
Publicado en Estados Unidos por Moody Publishers
820 N. LaSalle Boulevard
Chicago, IL 60610
www.moodypublishers.com
Traducido con permiso.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos se han tomado de la Santa Biblia, Nueva Biblia al Día
© 2006, 2008 por la Sociedad Bíblica Internacional®.
Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.
Traducción y adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN: 978-1-60255-356-9
Impreso en Estados Unidos de América
09 10 11 12 13 BTY 9 8 7 6 5 4 3 2 1
CONTENTS
CONSUELO
en
TIEMPOS
DE PRUEBA
El fuego y el agua, desde el principio de los tiempos, han sido dos de las necesidades más elementales del ser humano. No se puede vivir sin esos elementos, sin embargo pueden convertirse en nuestros peores enemigos.
En el sur de California, un incendio forestal recientemente destrozó docenas de casas muy bellas y costosas. Mientras las personas se preparaban para las tareas de limpieza y reconstrucción, un nuevo peligro acechaba: el agua. El valioso conducto de agua del lugar había quedado destruido y las lluvias inminentes del invierno representaban un peligro peor que el del fuego.
¿Hay algo más peligroso que el fuego y el agua? Al describir las pruebas de los santos Dios utiliza estos términos: «Has enviado la caballería a pisotear nuestros cuerpos quebrantados; por incendio y por inundación hemos pasado. Pero al final nos has dado gran abundancia» (Salmo 66.12). La palabra abundancia significa plenitud, un lugar espacioso, recuperación, descanso. Dios describe las pruebas, problemas y aflicciones de Sus hijos como «fuego y agua», indicando la severidad de los riesgos. Al principio podríamos verlo como algo desalentador, pero en las palabras «hemos pasado» encontramos gozo, victoria y consuelo.
El cristiano jamás queda sumergido en la inundación, ni le consume el fuego. Siempre puede «pasarlos». Incluso al final de la vida, el salmista declaró: «Aun cuando atraviese el negro valle de la muerte» (Salmo 23.4). Estas metáforas no se refieren necesariamente a diferentes tipos de aflicción, nos enseñan una misma verdad en cuanto a la mano de Dios que está sobre nosotros. Veamos ahora el fuego como prueba.
Presencia de Dios en nuestra
Prueba de Fuego
Job comparó su aflicción con el ser echado en un «horno de fundición». «Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro». (Job 23.10 RVR 1960). Hay aquí palabras de triunfo «saldré» («del fuego»). Testificar después de haber pasado por el fuego es una cosa, pero Job está todavía en el horno de fundición, donde hace calor y sus llagas producen oleadas de dolor en todo su cuerpo, en tanto la fiebre reseca sus labios y se rasca las costras de sus ampollas con trozos de vasijas. Le duele la cabeza y sus amigos lo acusan falsamente, pero logra ver más allá de esa prueba de fuego y grita con fe vibrante y segura: «Saldré».
Job se veía como «oro» dentro del horno. David veía a los hijos de Dios «como plata» refinada en el fuego. «Nos has puesto a prueba, nos has purificado, oh Señor, como a plata en el crisol» (Salmo 66.10). Malaquías une ambos metales para explicar la forma en que Dios nos reprende: «...los refinará como se refina el oro o la plata» (Malaquías 3.3). ¿Por qué? La respuesta está aquí: «y traerán a Jehová ofrenda en justicia».
El método divino es el fuego.
El motivo divino es «purgar» y «purificar».
El objetivo divino es nuestra «justicia».
Hay cinco lecciones que podemos y debemos aprender a partir de este proceso de purga y refinación.
«Como un refinador de plata se sentará y verá cómo se quema lo malo de su pueblo. Purificará a los levitas, los ministros de Dios, y los refinará como se refina el oro o la plata, a fin de que se dediquen a las cosas de Dios con limpio corazón» (Malaquías 3.3). Jamás permita que Satanás le inyecte en su mente duda alguna respecto al amor de Dios por usted. Satanás querrá aprovechar su prueba y su dolor de hoy para susurrarle al oído que «a Dios no le importa». Sin embargo, sí le importa: usted es tan precioso a Sus ojos que Su interés por usted sólo puede expresarse en términos de «oro y plata». Si el oro y la plata le son preciosos al que refina el metal, cuánto más preciosos hemos de ser nosotros para Dios. Él pagó un precio mucho más alto que «oro y plata» por nuestra redención. Le costó la sangre de Su Hijo unigénito. En comparación, Dios hace referencia al «oro y la plata» como corruptibles (1 Pedro 1.18). Dios lo dio todo, todo lo que tenía, la sangre de propiciación de Su precioso Hijo, por comprar nuestra redención.
¡Qué gran consuelo es este! Somos Su más preciada posesión y Él no permitirá que nada nos dañe. Eso que le ha sucedido es Su forma de aumentar el valor de Su preciosa propiedad. Sólo puede lograrse este mayor valor si se aumenta la belleza y la pureza. Piense que si fuéramos objetos sin valor alguno jamás conoceríamos el calor del fuego que refina, ni el toque de Su hábil mano. Amado, la próxima vez que sienta el calor de una prueba de fuego, dé gracias a Dios. Esta prueba es evidencia de que es precioso a los ojos de Dios. Es hijo o hija de Dios, comprado con sangre y le pertenece. Tenga por seguro que a Dios le importan los suyos.
«Purificaráa los levitas (Malaquías 3.3). Todo cristiano que se haya acercado al Señor sabe algo del pecado de su corazón y la impureza de su vida. Cuanto más cerca de Él estamos, tanto más conscientes somos de nuestra condición de pecadores, de nuestra poca valía.
Pablo lo llama «vieja naturaleza» (Romanos 7) y «cuerpo de muerte». Es el yo en nuestras vidas, lo carnal, lo impuro, que arrastramos como un peso que nos impide avanzar por el camino cristiano. La purificación es un medio divino de responder a nuestra oración por ser puros. ¿No le pidió a Dios que le purificara? Él respondió haciéndole pasar por el fuego. Le purifica como lo hace el que «refina y purifica la plata». Las impurezas de su vida se queman en el fuego de la aflicción.
Dedique tan solo un momento a la reflexión solemne. ¿Qué «impurezas» de su vida necesita purgar? Puede ser la arrogancia, el orgullo, el querer que le elogien, que le presten atención, el querer que se haga su voluntad, la obstina-ción, el espíritu que no quiere dejarse enseñar, la mezquindad, la inmadurez, los celos, la ira, la impaciencia, el amor por el dinero, el egoísmo o la falta de perdón. Todas esas «impurezas» apenan al Espíritu Santo que habita en nosotros y, por lo tanto, necesitamos que se nos «purgue» y «refine». Eso significa que tendremos que pasar por el fuego, pero allí hay algo que consuela. El que refina tiene un propósito, que no es destruir su precioso oro ni su valiosa plata, sino que se consuman las impurezas para que surja la belleza y la pureza del oro. El fuego no puede destruir al oro. Sólo lo derrite. ¡Oh, cuánto necesitamos derretirnos ante Dios! Porque cuando se derrite el oro, las impurezas salen a la superficie y para el refinador entonces es fácil colarlas o quitarlas. ¿Cuántotiempo hace que el fuego le derritió?
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