Create Dangerously: The Immigrant Artist at Work
© Edwidge Danticat, 2010
© Princeton University Press, 2010.
Crear en peligro: El trabajo del artista migrante
© Edwidge Danticat, 2019
© Banda Propia, 2019
Av. Borgoño 21780, Concón, Chile.
TRADUCCIÓN
© Lucía Stecher, 2019
© Thomas Rothe, 2019
ILUSTRACIÓN DE PORTADA
Jean Jacques Pierre-Paul
DIRECCIÓN EDITORIAL
Lorena Fuente.
María José Yaksic
CORRECCIÓN Y DIAGRAMACIÓN DIGITAL
Miguelángel Sánchez
DISEÑO DE PORTADA
Andrea Estefanía
Edición digital: mayo de 2020
ISBN digital: 978-956-09362-8-8
Está prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin previa autorización escrita de la autora y las editoras.
Doscientos mil y más.
Crear en peligro: El trabajo del artista migrante
El 12 de noviembre de 1964, una gran multitud se reunió en Puerto Príncipe para ser testigo de una ejecución. El presidente de Haití era entonces el dictador François «Papa Doc» Duvalier, que llevaba siete años de un gobierno que duraría quince. El día de la ejecución ordenó el cierre de las oficinas públicas, de modo que cientos de empleados estatales pudieran asistir. También se cerraron las escuelas y se le ordenó a los directores que llevaran a sus estudiantes. Cientos de personas que vivían en la periferia de la ciudad fueron trasladadas en autobús para observar.
Los hombres a los que se iba a ejecutar eran Marcel Numa y Louis Drouin. Marcel Numa tenía veintiún años, era alto y de piel oscura. Provenía de una familia de plantadores de café de Jérémie, un bello pueblo del sur de Haití también conocido como la «Ciudad de los Poetas». Había estudiado Ingeniería en la Bronx Merchant Academy de Nueva York y había trabajado para una empresa de transportes estadounidense.
Louis Drouin, apodado Milou, era un hombre de treinta y un años y piel clara, que también provenía de Jérémie. Había servido en el ejército estadounidense —en Fort Knox y luego en Fort Dix en Nueva Jersey— y estudiado Finanzas antes de trabajar en bancos franceses, suizos y estadounidenses en Nueva York. Numa y Drouin habían sido amigos de infancia en Jérémie.
Los dos siguieron siendo amigos en los años cincuenta en Nueva York, ciudad a la que se fueron después de que Duvalier asumió el poder. Ahí se unieron a un grupo llamado Jeune Haiti, o Joven Haití, y llegaron a ser dos de los trece haitianos que regresaron al país desde Estados Unidos en 1964 para participar en una guerra de guerrillas que buscaba derrocar la dictadura.
Los hombres de Jeune Haiti pasaron tres meses luchando en las colinas y montañas del sur de Haití, y la mayoría murió en combate. Marcel Numa fue capturado por miembros del ejército de Duvalier mientras compraba comida en un mercado al que fue vestido como campesino. Louis Drouin cayó herido en una batalla y pidió a sus amigos que lo dejaran solo en el bosque.
«De acuerdo con nuestros principios, debería haberme suicidado en esa situación», se supone que dijo Drouin en su última declaración durante el juicio militar secreto que le hicieron. «Chandler y Guerdès [otros dos miembros de Jeune Haiti] fueron heridos... El primero le pidió... a su mejor amigo que lo rematara; el segundo se suicidó después de destruir una caja de municiones y todos los documentos. Eso no me afectó. Solo reaccioné después de la desaparición de Marcel Numa, que había sido enviado a buscar comida y alguna vía de escape por mar. Éramos muy cercanos; nuestros padres eran amigos».
Tras meses de intentar capturar a los hombres de Jeune Haiti y luego de haber encarcelado y asesinado a cientos de sus parientes, Papa Doc Duvalier quiso convertir la muerte de Numa y Drouin en un espectáculo.
Así, el 12 de noviembre de 1964 hay dos postes erguidos en las afueras del cementerio nacional. Hay una audiencia cautiva reunida. Han convocado a periodistas de radio, prensa y televisión. Numa y Drouin están vestidos con lo que en una película en blanco y negro parece ser la ropa con la que fueron capturados: un uniforme caqui en el caso de Drouin y una modesta camisa blanca y pantalones que parecen de mezclilla en el de Numa. Ambos son llevados desde el borde de la multitud hacia los postes. Dos verdugos privados de Duvalier, tonton macoutes con lentes oscuros y vestidos de civil, les atan las manos a las espaldas. A continuación, los tonton macoutes amarran las sogas alrededor de los bíceps de los hombres para sujetarlos a los postes y mantenerlos de pie.
Numa, el más alto y delgado de los dos, sigue erguido, perfectamente perfilado casi sin inclinación contra el pedazo cuadrado de madera que tiene detrás. Drouin, que llevaba anteojos con gruesos tipo browline , mira hacia abajo, a la cámara que está grabando sus momentos finales. Parece como si Drouin estuviera reprimiendo las lágrimas mientras sigue parado ahí, amarrado al poste, ligeramente encorvado. Los brazos de Drouin son más cortos que los de Numa y su soga parece más suelta. Mientras Numa mira de frente, Drouin empuja su cabeza hacia atrás para apoyarla en el poste.
El tiempo está ligeramente acelerado en la copia de la película que tengo y en algunos lugares las imágenes saltan. No hay sonido. Una gran multitud se extiende mucho más allá de la pared de cemento detrás de la cual están atados Numa y Drouin. Hacia el lado hay un balcón lleno de escolares. Al parecer pasa un tiempo, luego se ve a los escolares y otras personas circular. Los soldados se pasan las pistolas de una mano a la otra. Algunas personas del público se ponen las manos en la frente para protegerse del sol. Otros se sientan distraídamente sobre una muralla de piedra de poca altura.
Un cura blanco y joven con sotana emerge de la multitud con un libro de plegarias. Parece ser la persona a la que todos estaban esperando. El cura le dice algunas palabras a Drouin, quien eleva su cuerpo en una pose desafiante. Drouin indica con la cabeza a su amigo. El cura pasa un poco más de tiempo con Numa, que inclina la cabeza mientras le hablan. Si esta fuera la extremaunción de Numa, sería claramente una versión abreviada.
Cuando más tarde el cura vuelve donde Drouin para hablarle, un corpulento macoute vestido con sencillez y dos policías uniformados se acercan para escuchar sus palabras. Puede que le estén ofreciendo algún tipo de venda para los ojos, que él rechaza. Drouin sacude la cabeza como diciendo: «Terminemos con esto». A ninguno de los dos les ponen vendas o capuchas.
Los siete hombres con casco y uniforme militar caqui que forman el pelotón de fusilamiento estiran sus brazos a ambos lados del cuerpo. Se tocan los hombros unos a otros para tomar posición y distancia. La policía y el ejército obligan a la multitud a retroceder, quizás para evitar que le llegue una bala perdida a alguien. Los miembros del pelotón de fusilamiento alzan sus rifles Springfield, cargan la munición y ponen las armas sobre sus hombros. Alguien debe gritar «¡fuego!» desde un lugar que no entra en la imagen y ellos obedecen. Las cabezas de Numa y Drouin se desploman al mismo tiempo hacia un lado, por lo que sabemos que los tiros alcanzaron su blanco.
Ambos cuerpos se deslizan por los postes, los brazos de Numa terminan ligeramente sobre sus hombros y los de Drouin debajo. Sobre sus cuerpos arrodillados yerguen de nuevo las cabezas, hasta que un soldado en ropa de camuflaje se acerca y les da el tiro de gracia. Sus cabezas vuelven a desplomarse y sus cuerpos se siguen deslizando. Numa sangra por la boca. Los lentes de Drouin caen al suelo, sus vidrios rotos y ensangrentados tienen restos de cerebro.