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Manuel Puig - El beso de la mujer araña

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Manuel Puig El beso de la mujer araña
  • Libro:
    El beso de la mujer araña
  • Autor:
  • Editor:
    Editorial Seix Barral
  • Genre:
  • Año:
    1975
  • Índice:
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El beso de la mujer araña: resumen, descripción y anotación

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El beso de la mujer araña Manuel Puig 1976 y herederos de Manuel Puig - photo 1

El beso de la mujer araña

© Manuel Puig, 1976

y herederos de Manuel Puig

© Editorial Seix Barral.S.A, 1976

© 2001 BIBLIOTEX, S. L para esta edición

ISBN: 84-8130-256-2

Dep. Legal: B. 5.066-2001

Digitalización: Polifemo7

Manuel Puig General Villegas Buenos Aires 1932-Cuernavaca México 1990 se - photo 2

Manuel Puig (General Villegas, Buenos Aires, 1932-Cuernavaca, México, 1990) se dio a conocer en 1968 con La traición de Rita Hayworth. Esa alusión al cine de su primera novela marcaría un estilo propio, un interés por la cultura de masas que se repetiría en títulos posteriores, como Boquitas pintadas (1969), en la que utilizaba lo mismo guiones de cine y revistas del corazón que letras de tangos y boleros, y que añade el favor del público al respeto de la crítica que ya había logrado con la anterior. En The Buenos Aires Affaire (1973) incorpora elementos del psicoanálisis. Su siguiente novela fue El beso de la mujer araña (1976), a la que le seguirían Pubis angelical, Maldición eterna a quien lea estas páginas, Sangre de amor correspondido y Cae la noche tropical.

El beso de la mujer araña supuso una notable novedad. Frente a los barroquismos, el realismo mágico o el compromiso político de otros autores del boom, Puig aportaba el habla cotidiana y popular, la épica menor del cine y los relatos populares, y un héroe, una suerte de pigmalión, que ya no era el militante de izquierdas sino el homosexual, perseguido como éste, pero por motivos muy distintos. Ambos personajes coinciden en la misma celda, como encamaciones modernas de Marat y Sade, de la eterna lucha por la libertad política y la también eterna lucha

Si la chica-gata es «La mujer pantera», en la primera película que en la novela le cuenta Molina a Valentín, la mujer-araña es el propio Molinita, el homosexual que quiere ser mujer. En sus relatos, con nocturnidad y algo de alevosía, Molina va sacando al radical y recalcitrante revolucionario Valentín de su abstracción. Para envolverle en la fantasía, en la ilusión, en el refugio que para un ser tan basureado como él es su único escape de la realidad. Pero si Molina es un marginado, también lo es Valentín. Dos seres tan diametralmente diversos de entrada, en un proceso sutil y casi ritual, van evolucionando de tal modo que cada uno acaba asumiendo la personalidad opuesta. [...] «La mujer araña», madre, mujer, amante, la que uno quiso ser y el otro quiso tener, acogerá a los dos.

Pepe Martín

Manuel Puig El beso de la mujer araña ePUB v10 Polifemo7 110212 - photo 3

Manuel Puig

El beso de la mujer araña

ePUB v1.0

Polifemo711.02.12

Notas Así empieza el bolero de Mario Clavel Mi carta que en la voz andrógina - photo 4

Notas

Así empieza el bolero de Mario Clavel Mi carta (que en la voz andrógina de Elvira Ríos me grabó Manuel para la versión teatral) y éstas son las primeras palabras de Molinita en el capítulo 7 de El beso de la mujer araña.

El investigador inglés D.J. West considera que son tres las teorías principales sobre el origen físico de la homosexualidad, y refuta a las tres.

La primera de ellas intenta establecer que la conducta sexual anormal proviene de un desequilibrio de la proporción de hormonas masculinas y femeninas, presentes ambas en la sangre de los dos sexos. Pero los tests directos efectuados en homosexuales no han arrojado un resultado que confirme la teoría, es decir; no ha demostrado una deficiente distribución hormonal. Según comprobaciones del doctor Swyer, en su trabajo «Homosexualidad, los aspectos endocrinológicos», la medición de niveles hormonales en homosexuales y heterosexuales no ha revelado diferencias. Además, si la homosexualidad tuviese un origen hormonal —las hormonas son segregadas por las glándulas endocrinas—, se la podría curar mediante inyecciones que devolviesen el equilibrio endocrino. Pero no ha sido posible, y en su trabajo «Testosterona en homosexuales masculinos psicóticos», el investigador Barahal explica que la suministración de hormonas masculinas a homosexuales hombres, solamente ha dado como resultado el aumento del deseo que siente el individuo por el tipo de actividad sexual a la que está habituado. En cuanto a los experimentos efectuados con mujeres, el doctor Foss, en «La influencia de andrógenos urinarios en la sexualidad de la mujer», dice que las grandes cantidades de hormonas masculinas administradas a mujeres producen sí un notable cambio en dirección a la masculinidad, pero sólo en lo que concierne al aspecto físico: voz más profunda, barba, disminución de senos, crecimiento del clítoris, etc. En cuanto al apetito sexual, aumenta, pero continúa siendo normalmente femenino, es decir que el objeto de su deseo sigue siendo el hombre, claro está si no se trata de una mujer ya con costumbres lesbianas. Por otra parte, en el hombre heterosexual, la administración en cantidad de hormonas femeninas no despierta deseos homosexuales, sino que redunda en una disminución de la energía sexual. Todo lo cual indica que la aplicación de hormonas masculinas a las mujeres y de hormonas femeninas a los hombres no revela una relación entre el porcentaje de hormonas masculinas y femeninas en la sangre y los correspondientes deseos sexuales. Se puede aseverar entonces que la elección del sexo del sujeto amoroso no guarda relación demostrable con la actividad endocrina, es decir las secreciones hormonales.

La segunda teoría importante sobre el posible origen físico de la homosexualidad es, según D. J. West la referente a la ¡ntersexualidad. Puesto que ha sido imposible comprobar una anormalidad hormonal en los homosexuales, se ha intentado rastrear otros determinantes físicos, alguna anomalía desconocida, y determinados investigadores entonces se dieron a la tarea de encuadrar la homosexualidad como una forma de intersexualidad. Intersexuales o hermafroditas son aquellos que no pertenecen físicamente por completo a uno de los sexos, si bien presentan rasgos de ambos. El sexo al que pertenecerá un individuo se determina en el momento de la concepción, y depende de la variedad genética a que corresponda el espermatozoide que fecunda al óvulo. Las causas físicas de la ¡ntersexualidad no han sido bien determinadas aún, por lo común es producida por un trastorno endocrino que se produce durante el estado fetal. Son variadísimos los grados de intersexualidad, en algunos las glándulas sexuales internas (ovarios o testículos) y la apariencia física son contradictorias, en otros glándulas sexuales internas resultan mezclas de testículos y ovarios, y en otros los genitales externos pueden presentar todas las fases intermedias entre los masculinos y los femeninos, hasta incluso tener pene y útero contemporáneamente. El investigador T. Lang en «Estudios sobre la determinación genética de la homosexualidad», por ejemplo, aduce que los homosexuales varones serían genéticamente mujeres cuyos cuerpos han sufrido una completa inversión sexual en dirección a la masculinidad; para demostrar su hipótesis realizó encuestas y llegó a la conclusión de que se producían homosexuales varones en las familias que tenían exceso de hermanos y carencia de hermanas, resultando así el homosexual varón como un producto intermedio, de compensación no lograda. Si bien el dato resulta interesante, la teoría formulada por Lang se debilita fatalmente al no lograr explicar las características físicas normales de la gran mayoría, 99 por ciento, de los homosexuales. En esto último se basa el investigador C. M. B. Pare, «Homosexualidad y sexo cromosomático», para rebatir la teoría de Lang; según Pare, después de aplicar modernos métodos microscópicos, identificó por igual como biológicamente masculinos a todos los varones homosexuales examinados en una larga investigación, que incluía varones heterosexuales. Por otra parte, la teoría de Lang es también refutada por J. Money en su trabajo «Establecimiento del rol sexual», al afirmar que los intersexuales, a pesar de su apariencia bisexual, no resultan bisexuales llegado el momento de elegir el objeto de su deseo amoroso; los impulsos sexuales de estos individuos, dice Money, no siguen la pauta de sus glándulas sexuales internas, según tengan ovarios, testículos, o glándulas mixtas. Los deseos del intersexual se adaptan a los del sexo en que han sido educados, aún cuando sus cromosomas y las características dominantes de sus órganos sexuales externos e internos sean del sexo opuesto. De todo esto se puede deducir que la heterose- xualidad y la homosexualidad, en todos los casos, sea el individuo de constitución física normal o no, son actividades adquiridas a través de un condicionamiento psicológico, y no predeterminados por factores endocrinos.

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