Se nos ha dicho muchas veces que la testosterona es la quintaesencia de la masculinidad y que el sexo biológico ejerce una influencia fundamental en nuestro desarrollo. Sin embargo, la psicóloga Cordelia Fine demuestra, con estilo y astucia, que no es cierto que el sexo dé lugar a naturalezas masculinas y femeninas.
Y además de rabia, también tengo esperanza, porque creo firmemente en la capacidad de los seres humanos para reformularse a sí mismos para mejor.
Os presento aTestosterona rex
Una noche, durante una cena familiar memorable, se me ocurrió decir que había llegado el momento de esterilizar a nuestro nuevo perro. Antes de seguir, me parece oportuno explicar que mi hijo mayor muestra un extraño interés, poco propio de un niño, por la taxidermia. Por eso, desde el momento en el que el travieso y cariñoso can entró en casa, mi hijo está empeñado en que, cuando muera, no lo mantengamos vivo únicamente en el recuerdo, sino también en el comedor, primorosamente conservado en formaldehído. A ojos de mi hijo, mi comentario sobre la castración del animal abría la puerta a una solución provisional a la espera de que llegara el día. Muy emocionado, soltó los cubiertos y exclamó: «¡Podríamos hacer un llavero con sus testículos!».
Las ventajas de dicha idea fueron inmediatamente sometidas a debate.
Comparto aquí un momento tan íntimo de la vida familiar de los Fine por dos razones. Primero, porque me gustaría poner de relieve que, en contra de la percepción predominante de las feministas como el tipo de personas que no podrían imaginar mejor forma de empezar el día que abriendo la puerta de la oficina con un manojo de llaves de las que cuelgan un par de testículos bien grandes, veté la propuesta de mi hijo con vehemencia.
La segunda razón es que me proporciona una metáfora muy útil. Sin duda alguna, un llavero hecho con un par de testículos llamaría la atención; resultaría incluso hipnotizante. «Qué llavero más curioso llevas», te diría la gente con educación. Pero, en realidad, lo que te estarían diciendo es que tu identidad está muy definida: todas las idiosincrasias, las complejidades, las contradicciones, las características que compartes con todos los que no llevan unos genitales de llavero carecerían de importancia; a partir de ahora, lo que eres es alguien que lleva un llavero de testículos.
El sexo biológico llama nuestra atención de una forma muy parecida.
Esta forma de pensar se basa en una historia muy conocida sobre en la creación de un bebé, tienen la posibilidad de cosechar un enorme beneficio reproductivo al mantener relaciones con muchas mujeres, preferiblemente jóvenes y fértiles. Para las mujeres, la cosa cambia. Su mayor preocupación es tener acceso a recursos que les permitan cuidar de unos descendientes por los que han pagado un alto precio biológico.
Según nos cuentan las diversas versiones descendencia que en invertir su energía en andar persiguiendo a un sinfín de amantes, riqueza y gloria.
Todo lo anterior se presenta como una lógica evolutiva objetiva, imparcial e indiscutible. Las feministas pueden clamar contra el patriarcado y agitar airadamente sus llaveros de testículos cuanto quieran, que no modificarán los principios básicos de la reproducción. Ni tampoco cambiarán el abanico de consecuencias que dicha lógica provoca en los cerebros y comportamientos humanos actuales. A menudo se nos dice que estas consecuencias abarcan actividades que nuestros ancestros no habrían podido imaginar ni en sus sueños más salvajes, como cultivar células en un laboratorio o viajar a gran velocidad en un tubo metálico con ruedas. Fijémonos, por ejemplo, en cómo el psicólogo de la Universidad de Glasgow Gijsbert Stoet explica la persistencia de la brecha de género en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM):
A las personas suelen guiarlas sus deseos inconscientes. En la Edad de Piedra resultaba conveniente que los hombres cazaran y que las mujeres cuidaran de los niños, y la naturaleza ha contribuido codificando algunas
Debo decir que, de los muchos matemáticos y científicos que conozco, ninguno investiga de una forma que recuerde a un troglodita persiguiendo a un jabalí de río con una lanza, pero puede que las cosas sean distintas en Glasgow. Un colaborador de una revista de Fórmula 1 establece una relación similar entre el pasado y las desigualdades del presente:
E L CEREBRO HUMANO DEL SIGLO XXI ES DE LA E DAD DE P IEDRA
Naturalmente, los humanos de la Edad de Piedra no participaban en el Campeonato Mundial de Fórmula 1 de la FIA, pero las recompensas de la supervivencia y, naturalmente, del apareamiento configuraron el cerebro masculino para la caza, la agresividad y el riesgo.
Estudios científicos apuntan a que esto se observa en el estilo de conducción actual de los hombres. Es la razón por la cual mueren más hombres que mujeres en accidentes de tráfico. Naturalmente, durante el mismo periodo, las mujeres fueron configurándose para el cuidado y la defensa de sus hijos. Naturalmente, todo esto suena tremendamente sexista, pero es el resultado de combinar
¡Faltaría más! ¿Cómo podría ser sexista informar sobre las conclusiones objetivas de la ciencia? Es más, ¿todavía existe alguien sexista? ¿O son solamente personas que reconocen que nuestros cerebros y actitudes han sido configuradas por presiones evolutivas que únicamente responden al éxito reproductivo del pasado ancestral, sin tener en cuenta las consecuencias futuras para la representación de las mujeres en los campeonatos mundiales de Fórmula 1 o en los consejos de administración? Después de todo, tal como observa el neurobiólogo de la Universidad de California Larry Cahill:
Insistir en que de alguna forma —por arte de magia— la evolución no provocó influencias biológicas de todo tipo y magnitud en el