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T al como se señala en la introducción, la edición francesa de estos cursos reproduce la transcripción literal de los mismos a fin de conservar, en la mayor medida posible, su carácter oral y performativo. Esta traducción procura mantener dicho carácter, pero elimina las reiteraciones o repeticiones que, una vez traducidas al español, resultaban poco idiomáticas o dificultaban la comprensión de la lectura.
Es importante aclarar que las traducciones ofrecidas por Bergson de los textos griegos y latinos que refiere a lo largo del curso son siempre de su autoría. Por lo tanto, debe notarse que la traducción al español que aquí aparece de tales citas parte de la traducción al francés hecha por Bergson. En la mayoría de los casos, se provee la referencia bibliográfica de dichos pasajes en las notas al final del texto, salvo cuando la información proporcionada por Bergson, o bien la provista por la edición francesa, no resultaba suficiente. Se detectaron algunos errores de referencia en la edición francesa, los cuales fueron corregidos en la medida en que fueron identificados.
Vale la pena señalar las decisiones de traducción que se tomaron en el caso de algunos términos clave en la obra de Bergson y en su interpretación de los temas de los que trata este curso.
En el contexto de sus comentarios sobre el Timeo , Bergson usa tres verbos para describir lo que hace el demiurgo: composer , façonner y fabriquer . Estos se han traducido aquí como “componer”, “moldear” y “producir”, respectivamente.
Esprit se ha traducido en general como “mente”. Sin embargo, en la quinta lección, Bergson utiliza el término esprit para referirse al alma en Aristóteles ( psyche [ ψυχή ]), en cuyo caso se optó por el término alma (para mayor claridad, estos casos se señalan también a pie de página). En esa misma lección, Bergson habla de l’esprit grec , lo cual se tradujo como “el espíritu griego”. Finalmente, en la decimoquinta lección, en el contexto de la discusión que Bergson ofrece sobre Giordano Bruno, esprit se tradujo como “espíritu”.
La traducción de algunos términos específicos se señala ocasionalmente a pie de página, para referencia del lector. Además, véase el siguiente glosario:
• Arrêt, arrêter : detención, detener.
• Attitude : comportamiento (en el contexto del signo como la indicación o la sugerencia de un comportamiento).
• Déroulement : despliegue.
• Développement : desarrollo.
• État d’ame : estado mental.
• L’étendue : la extensión, lo extenso.
• Fixité : fijación.
• Interruption, interrompre : interrupción, interrumpir.
• Rétrécissement, rétrécir : contracción, contraer.
• Sympathie intellectuell : simpatía intelectual.
• Virilité : virilidad.
ADRIANA ALFARO ALTAMIRANO
Ciudad de México, 2017
DFMR: Las dos fuentes de la moral y de la religión [Miguel González Fernández, trad.], Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1946 .
EDIC: Ensayos sobre los datos inmediatos de la conciencia [Juan Miguel Palacios, trad.], Salamanca, Ediciones Sígueme, 2006 .
EC: La evolución creadora [Pablo Ires, trad.], Buenos Aires, Cactus, 2007 .
ES: La energía espiritual [Pablo Ires, trad.], Buenos Aires, Cactus, 2011 .
“IM”: “Introducción a la metafísica”, en El pensamiento y lo moviente [Pablo Ires, trad.], Buenos Aires, Cactus, 2013 .
MM: Materia y memoria [Pablo Ires, trad.], Buenos Aires, Cactus, 2006 .
PM: El pensamiento y lo moviente [Pablo Ires, trad.], Buenos Aires, Cactus, 2013 .
NOTAS
E ste curso inédito de 1902-1903, consagrado a la “Historia de la idea del tiempo”, Desde 1949, ocho años después de su muerte, se hizo la primera torsión con la publicación de las cartas de Bergson a Albert Adès, así como de las notas manuscritas de Bergson comentando el artículo que Adès había publicado en 1918. Fue necesario esperar hasta el año 1990 para que Henri Gouhier, su albacea, autorizara la primera publicación de los cursos de Bergson.
Cuatro volúmenes fueron publicados por conducto de Henri Hude en la colección “Épiméthée”, publicada por PUF . Otros tres, que se relacionan con los anteriores, fueron publicados en otras partes.
La discusión oscila entre dos posiciones extremas: por un lado, la improbable, la de creer que contienen la clave secreta que serviría de introducción a su obra, y, por otro, la de no ver ninguna relación (probablemente recordando que Bergson le habría confesado a Jean Guitton que “no enseñamos más que los temas sobre los que no hacemos un trabajo personal de prospección y de investigación, en donde ofrecemos las verdades tradicionales y sobre las cuales, como dice Descartes, está de acuerdo la mayoría de los pensadores”).
Reconocemos que Bergson era fiel a los programas académicos que le pedían seguir y cuyos temas estaban ya establecidos. Si bien al momento de la exposición de una idea o de un autor, ciertas observaciones incidentales podían, en el momento, dejar entrever algún pensamiento original en construcción, Bergson se contentaba con combinar “el dogmatismo necesario para la enseñanza con ciertas insinuaciones por los bordes”, como le confió también a Guitton. Los cursos que han sido publicados hasta ahora son representativos, sobre todo, de la enseñanza que un excelente profesor de la Tercera República era capaz de ofrecer. En el mejor de los casos, nos revelan el conocimiento que Bergson tenía de los autores clásicos y de las corrientes filosóficas que exponía en su clase.
No es el caso de los cursos presentados aquí, cuyo carácter es excepcional en más de un sentido y sobre los cuales no sería exagerado decir que poseen relevancia histórica. Esto es porque por primera vez nos dan acceso a la leyenda, muchas veces descrita por sus contemporáneos, de Bergson en el Collège de France . Es la del profesor que, atrayendo a sus cursos a todo París, provocó el asombro de M. Leroy-Beaulieu, un célebre economista que daba clase en el mismo salón inmediatamente antes que Bergson. Él “veía su anfiteatro, ordinariamente casi vacío, poblarse milagrosamente por una multitud inesperada. Eran los estudiantes de la Sorbona o los pasantes de Saint-Sulpice, que se sometían a observar durante una hora su hermosa figura de perro de ciego para estar seguros de ganar lugar en la clase de filosofía, así como los sirvientes y otros pobres diablos que apartaban lugares para las mujeres de mundo amantes de la metafísica”.
Los cursos publicados aquí no solo marcan el inicio de “la gloria de Bergson”, la cual se extendió hasta los años treinta, sino que, más aún, son su fuente. Gracias a ellos —de entrada, gracias a ellos— hubo en efecto un “momento en Francia en el que el bergsonismo tiñó toda la cultura”. Constituyen el vínculo que franquea la brecha entre la obra escrita, a la que el filósofo se debía exclusivamente y que sobrevivió al mundo que la vio nacer, brillando con luz propia, con una aureola de gloria espiritual y esencialmente póstuma, y la enseñanza oral de la que proviene la gloria temporal del hombre, a través de la cual sus ideas fueron introducidas al mundo y que, por un tiempo, fueron adoptadas por la mayoría.
También tienen el doble privilegio, primero, de concentrarse especialmente en torno al pensamiento de Bergson, al cual aportan una luz nueva y singular; segundo, de brillar incluso más allá del círculo de los estudios especializados, volviéndose capaces de tocar, como antes, a un público lejano y no iniciado, despertando así su interés por la obra, cuando no eran capaces incluso de convertir a la filosofía misma.
Es necesario comenzar diciendo que los cursos se apegan fuertemente a los libros de Bergson. No cabe duda de que estos siguen siendo los únicos garantes de su rigurosa doctrina y que la obra debe ser suficiente en sí misma. Pero los cursos, aunque no dicen algo distinto, lo dicen de otra forma. Lo recapitulan en ocasiones, lo acompañan a menudo y sirven para preparar aquello que ahí quedará por escrito. Las referencias discretas a la obra abundan y en cantidad suficiente como para refutar a quienes querrían separar al investigador reservado, cuyo difícil trabajo es leído y discutido en el estrecho cenáculo universitario, y al célebre profesor que fascina a un vasto auditorio, el cual veía crecer a ojos vistas.