A Marina,
a Claire, Thomas y Antoine
En la primavera de 1996 una revista americana de prestigio —la Social Text— publicó un artículo bajo el inquietante título de «Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravitación cuántica». Su autor, Alan Sokal, reforzaba sus divagaciones con citas de intelectuales, franceses y americanos, célebres. Posteriormente él mismo reveló que se trataba de una parodia. Su intención era desenmascarar, a través de su sátira, el uso intempestivo de terminología científica y las extrapolaciones abusivas de las ciencias exactas a las humanas. De un modo más general, Sokal había querido denunciar con su artículo el relativismo posmoderno para el cual la objetividad es una mera convención social. Esta parodia desencadenó un intenso debate entre los intelectuales más relevantes de Francia y de otros países.
En este libro los autores recogen y comentan textos que ilustran las mistificaciones físico-matemáticas de autores como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irigaray, Bruno Latour, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze, Felix Guattari, Paul Virilio, Henri Bergson… todos ellos autores que gozan de una notoriedad importante en todo el mundo. Y, a partir de ellos, Sokal y Bricmont muestran que, tras la imponente jerga y la aparente erudición científica, el emperador continúa desnudo.
Alan Sokal es profesor de Física en la Universidad de Nueva York. Jean Bricmont es profesor de Física Teórica en la Universidad de Lovaina.
Alan Sokal & Jean Bricmont
Imposturas intelectuales
ePub r1.2
AlNoah18.01.14
Título original: Intellectual impostures
Alan Sokal & Jean Bricmont, 1997
Traducción: Joan Carles Guix Vilaplana
Revisión técnica: Miguel Candel
Diseño de portada: EXCÈNTRIC
Editor digital: AlNoah
Correcciones: Dr. Doa
Corrección de erratas: zillium
ePub base r1.0
Notas
[5] En esta obra hemos añadido en la lista a Jean Baudrillard y a Julia Kristeva. Cinco de los diez filósofos franceses «más importantes» citados por Lamont (1987, nota 4) son Baudrillard, Deleuze, Derrida, Lyotard y Serres. Tres de los seis filósofos franceses elegidos por Mortley (1991) son Derrida, Irigaray y Serres. Cinco de los ocho filósofos franceses entrevistados por Rötzer (1994) son Baudrillard, Derrida, Lyotard, Serres y Virilio. Estos mismos autores figuran entre los treinta y nueve pensadores occidentales entrevistados por Le Monde (1984a, b) y reencontramos a Baudrillard, Deleuze, Derrida, Irigaray, Kristeva, Lacan, Lyotard y Serres entre los cincuenta pensadores occidentales contemporáneos seleccionados por Lechte (1994).
El término «filósofo» se emplea aquí en un sentido amplio; para ser más precisos quizás habría que hablar de «intelectuales filosófico-literarios».
[11] Un testimonio del lingüista Noam Chomsky ilustra perfectamente esta idea:
En mi propia actividad profesional he abordado una gran variedad de campos del saber. He trabajado en lingüística matemática, por ejemplo, sin tener ninguna credencial profesional en matemáticas; soy completamente autodidacta, y no demasiado bueno, en esta materia. Pero a menudo las universidades me han invitado a hablar de lingüística matemática en seminarios y coloquios de ciencias exactas. Nunca nadie me ha preguntado si tenía las credenciales adecuadas para disertar sobre estos temas: los matemáticos prescinden completamente de ello y lo que realmente les importa es lo que voy a decir. Nunca nadie ha discutido mi derecho a hablar preguntándome si tenía un doctorado en matemáticas o si había realizado cursos avanzados en esa materia. Ni siquiera les pasó por la cabeza esa idea. Querían saber si tenía razón o estaba equivocado, si el tema era o no interesante y si era posible plantear los problemas de otra manera mejor —la discusión se basaba siempre en el tema, no en mi derecho a tratarlo.
Por el contrario, en los debates relativos a cuestiones sociales o de la política exterior norteamericana, Vietnam u Oriente Medio, el asunto se plantea continuamente, a menudo de modo muy agresivo. Es habitual que se objeten mis credenciales y se pregunte qué formación especializada poseo para poder hablar de estas cosas. Se presupone que gente como yo, considerados como profanos desde un punto de vista profesional, no están capacitados para hacerlo.
Comparemos las matemáticas y las ciencias políticas: es sorprendente. En ciencias exactas y en física, el auditorio se preocupa de lo que dices, no de tus diplomas. Pero para hablar de la realidad social, necesitas certificados, especialmente si te sales de los modos de pensar establecidos. Hablando en general, parece que se puede decir que, cuanto más rico es el contenido intelectual de una disciplina, menos preocupan los títulos y más el contenido (Chomsky, 1979, págs. 6-7).
[3] Según la nota del traductor y según Roustang (1986, pág. 91), la referencia a «mi discurso del año pasado» es a Lacan (1973). Así pues, hemos releído este artículo y buscado la «demostración» prometida de «la estricta equivalencia de topología y estructura». Pues bien, el artículo contiene largas meditaciones (francamente extravagantes) en las que se mezclan topología, lógica, psicoanálisis, filosofía griega y prácticamente toda otra disciplina que uno sea capaz de imaginar —más abajo citaremos un breve extracto (págs. 47-50)—, pero por lo que respecta a la supuesta equivalencia entre topología y «estructura», sólo existe el pasaje siguiente:
La topología no está «hecha para guiamos» en la estructura. La estructura lo es en sí misma —como una retroacción del orden secuencial en que consiste en lenguaje.
La estructura es lo aesférico oculto en la articulación lingüística en tanto un efecto de sujeto se apodera de ella.
Es evidente que, por lo que se refiere al significado, éste «se apodera» de la subfrase, pseudomodal, se refleja desde el objeto mismo que, como verbo, envuelve en su sujeto gramatical, y que hay un falso efecto de sentido, una resonancia de lo imaginario inducida por la topología, según que el efecto de sujeto cree un torbellino de aesfera [sic] o que lo subjetivo de este efecto se «refleje» a partir de él.
Hay que diferenciar aquí la ambigüedad que se inscribe del significado, o sea, del bucle del corte, y la sugestión del orificio, es decir, de estructura, que da sentido a dicha ambigüedad (Lacan, 1973, pág. 40).
Debido a la extrema oscuridad del lenguaje de Lacan reproducimos el texto original en francés:
La topologie n’est pas «faite pour nous guider» dans la structure. Cette structure, elle Test —comme rétroaction de l’ordre de chaine dont consiste le langage.
La structure, c’est l’asphérique recelé dans l’articulation langagiére en tant qu’un effet de sujet s’en saisit.
Il est clair que, quant á la signification, ce «s’en saisit» de la sous-phrase, pseudo-modale, se répercute de l’objet même que comme verbe il enveloppe dans son sujet grammatical, et qu’il y a faux effet de sens, résonance de l’imaginaire induit de la topologie, selon que l’effet de sujet fait tourbillon d’asphère ou que le subjectif de cet effet s’en «réfléchit».
Il y a ici á distinguer l’ambigüité qui s’inscrit de la signification, soit de la boucle de la coupure, et la suggestion de trou, c’est-à-dire de structure, qui de cette ambigüité fait sens (Lacan, 1973, pág. 40).