«¿Os imagináis tratar con los pequeños sin perder la compostura, sin levantar la voz, sin ponernos de los nervios? Si lo lográramos, viviríamos más tranquilos. Además, y esto resulta todavía más importante, los hijos podrían aprender de nosotros a regular su propia tensión en momentos de contrariedad, ya que, sin duda alguna, ellos aprenden de lo que hacemos y no de lo que decimos que hay que hacer.»
Alba Castellví ha puesto sobre el papel su experiencia como madre, educadora y mediadora de conflictos, para proporcionar a los padres un manual ágil y práctico sobre la convivencia diaria con los hijos. Si nuestro mayor objetivo como educadores es dotar a los hijos de herramientas que les permitan ser personas libres y responsables, este libro nos dará las claves. Nunca es tarde para construir una relación serena y positiva con tus hijos y acompañarlos en su itinerario vital. La convivencia será mejor ahora y ellos te lo agradecerán siempre.
Para una educación serena hacia la libertad y la responsabilidad.
Alba Castellví Miquel
Nacida en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona) en 1976, es madre de un chico y una chica.
Es socióloga, maestra y mediadora en conflictos comunitarios y familiares. Actualmente trabaja como educadora y como formadora en másteres, e imparte conferencias y talleres para padres y madres de niños y adolescentes.
Más información en: www.albacastellvi.cat/es/
Alba Castellví Miquel
EDUCAR
SIN GRITAR
Acompañando a los hijos de entre
cuatro y doce años en el camino
hacia su autonomía
Título original: Educar sense cridar
© 2016 Alba Castellví Miquel
© de la traducción: Jordi Llavina
© de la imagen de portada: Marçal Font
© 9 Grup Editorial
Lectio Ediciones
c. Muntaner, 200, ático 8.ª
08036 Barcelona
T. 93 363 08 23
www.lectio.es
lectio@lectio.es
Primera edición: mayo de 2016
ISBN digital: 978-84-16012-74-9
Producción del ebook: booqlab.com
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión de ninguna manera ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
INTRODUCCIÓN
La paciencia es la madre de la ciencia
Somos muchos los padres y las madres que gritamos y que quisiéramos evitarlo. Es por esta razón que un libro titulado Educar sin gritar llega a casa acompañado de una gran expectativa de mejora respecto a las relaciones con los hijos... y respecto a nuestra propia tranquilidad. Porque, en el objetivo de educar sin gritar, los niños ganan tanto como nosotros. ¿Os imagináis tratar con los pequeños sin perder la compostura, sin levantar la voz, sin ponernos de los nervios? Si lo lográramos, viviríamos más tranquilos. Además, lo que resulta todavía más importante, los hijos podrían aprender de nosotros a regular su propia tensión en momentos de contrariedad, ya que, sin duda alguna, ellos aprenden de lo que hacemos y no de lo que decimos que hay que hacer. Educar sin gritar: ¿será eso posible con los quebraderos de cabeza que dan los de casa?
No solo es posible, sino que es relativamente sencillo si aprendemos a relajarnos y asimilamos el contenido de las páginas que vienen a continuación.
Relajarse es muy importante para poder utilizar debidamente las propuestas educativas. Y, al mismo tiempo, las propuestas que vais a leer enseguida os ayudarán a relajaros. A los padres, y a los hijos. Por tanto, si queremos educar sin gritar debemos dar con la manera de estar tranquilos para hacerlo bien, y, haciéndolo bien, estaremos aún más tranquilos. La tranquilidad y el éxito educativo se alimentan recíprocamente.
Empecemos por el principio.
Relajarse en un abrir y cerrar de ojos
Uno debe aprender a relajarse, y para hacerlo pueden utilizarse técnicas muy variadas. Sin embargo, como se trata de ser muy pragmáticos, de ir al grano, en definitiva, os propongo la más sencilla de todas. No requiere de ningún entrenamiento especial. Para relajarse de esta manera, solo es preciso recordar la importancia de hacerlo y echarle una pequeña dosis de voluntad.
Cuando notéis que la situación empieza a tensaros (por ejemplo, cuando los niños hacen oídos sordos a algo que les habéis mandado), id derechos a vuestro dormitorio. O al baño. Encerraos en cualquier lugar tranquilo donde tengáis por seguro que nadie va a abrir la puerta ni va a echarla abajo en los próximos dos o tres minutos. Sentaos. Tomad aire y expulsadlo lentamente, tomando plena conciencia de su paso a través de las vías respiratorias. Asimismo podéis contar los segundos que tardáis en inspirar el aire y expulsarlo, o podéis recordar un momento de tranquilidad placentera. Realizad el ejercicio dos o tres veces. Con eso bastará. A continuación, salid de vuestro santuario y volved a gestionar la situación con vuestros hijos.
Es fácil y rápido, ¿no os parece? El valor de realizar este pequeño ejercicio en el instante adecuado resulta incalculable. Cuando terminéis, al otro lado de la puerta las cosas seguirán siendo complejas, pero vosotros estaréis mucho más preparados para acometerlas con éxito.
Sin dejar de recordarnos de vez en cuando la importancia del pequeño ejercicio de relajación solitaria, podremos educar sin gritar poniendo en práctica las propuestas que vienen a continuación. Como son muy efectivas, a medida que las apliquéis, iréis animándoos a seguir actuando en la buena dirección; y lo que al principio requiere de voluntad y concentración, en poco tiempo vendrá solo.
Aclaraciones iniciales
Cuando hablo del padre y de la madre, me refiero a los adultos que tienen a su cargo al niño, educadores que desempeñan la función de socialización primaria de la criatura. En algunos casos, tales adultos serán otros familiares, como abuelas y abuelos que educan cuando faltan los padres (es decir, que los sustituyen en su papel durante largas temporadas, no a ratos), o dos madres, o dos padres, o incluso educadores, no familiares, que conviven con los niños. Para que sea más práctico desde un punto de vista estilístico, los incluyo a todos bajo la denominación de padres y madres.
Al hablar de la familia me refiero a todos aquellos que conviven con el niño, y no solo a los que mantienen con él una relación de parentesco. Así, una familia puede ser un grupo de gente que vive en comunidad.
Entiendo que educar consiste en actuar y en comunicar. Comunicar acerca de lo que se hace, de lo que se interpreta, de lo que sentimos. No acerca de lo que hay que hacer. Los niños aprenden mucho más del comportamiento de los padres que de lo que decimos. ¿Queréis que vuestros hijos lean? Pues que os vean disfrutar de la lectura. ¿Queréis que amen a sus abuelos? Entonces debéis mostraros atentos y cariñosos con vuestros padres. ¿Queréis que puedan prescindir de la electrónica? Que os vean disfrutar de ratos estupendos lejos de las pantallas, dedica disfrutar de ratos estupendos lejos de las pantallas, dedicados por entero a otros placeres. ¿Queréis que valoren el aprendizaje de idiomas? Os matriculáis en un curso de una lengua extranjera. ¿Queréis que sean agradecidos y afectuosos? Cuidad a vuestra pareja o a vuestros allegados con cariño y reconocimiento.
Importante
Este libro se dirige a padres y madres que han tenido la oportunidad de construir un vínculo con sus hijos. Ante cualquiera de las acciones educativas que se plantean en sus páginas resulta prioritario tener una relación consolidada de afecto mutuo.
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