A GRADECIMIENTOS
Este libro no habría sido posible sin la ayuda de una serie de personas, a quienes quiero dirigir un sincero agradecimiento:
a mis compañeros, estudiantes y amigos de la Universidad Sergio Arboleda, que me han dado la oportunidad de aprender y enseñar sobre este tema tan apasionante como es el liderazgo, y muy especialmente a Ignacio Gaitán Villegas y a Ernesto Lucena, por el apasionado testimonio que me han dado de amor al buen fútbol;
a César Augusto Londoño, por la cordialidad, cortesía y gentileza con la que aceptó prologar muy eficazmente este libro;
a mis clientes, que a lo largo de estos años me han dado inestimables lecciones y aprendizajes durante los procesos de consultoría y coaching realizados;
a mi hermano José María, caluroso madridista, por ser ese amigo que está siempre que lo necesitas, por ser esa luz que ilumina algunas de las grandes verdades de la vida;
a mis colegas Juan David Gómez, Diego Cardozo, Juan Carlos Fajardo y Constanza Conde, por su amable disponibilidad para ofrecer su valiosa experiencia y sus provechosos conocimientos en estas páginas;
a Pipe Sierra, joven periodista deportivo, cuyos simpáticos y amenos apuntes sobre el fútbol colombiano han sido de gran valor en la escritura de esta obra: nuestros diálogos y discusiones sobre Pékerman fueron de gran ayuda;
a Francisco Tamayo, Rodrigo Almonacid y José Gabriel Celis, por sus consejos, anotaciones y aclaraciones;
a Javier Hernández Bonnet y Germán Arango, por responder muy amablemente a mi llamada para hablar del protagonista de este estudio: la dilatada experiencia y el extraordinario conocimiento de ambos han enriquecido de manera muy útil estas páginas;
a Luis Gabriel Ángel, Jessica Moreno, Juan Pablo Domínguez, Javier Bossio, Joicy Romero, Alejandro Dillon, Sandra Avendaño, Camilo Henao, Natalia Carrera, Paula Fresneda, Andrés Bernal, Diana Mórtigo, Alejandra López, Andrés Grisales, Lina Avendaño, Joimer Robayo, Diego González, Hugo Marín, Nicolás Jiménez, Víctor Giraldo, Juan Camilo Cardona, Hernando Monsalve, Herney Mejía, Gabriel Tovar y muchos otros más, por rellenar la encuesta y responder a mis preguntas.
a mis amigos y amigas que tuvieron que padecer —y hasta sufrir— mis reiterados silencios y ausencias durante el transcurso de esta investigación: su comprensión fue un gran apoyo para mí;
a mis editores, al servicio jurídico de la editorial, de manera especial a Leonardo Archila, que en reiteradas conversaciones, cafés y helados me demostró una paciencia infinita y un apoyo incondicional;
a mis ahijados Nicolás e Ignacio, por ser fuente de inspiración, con el deseo de que, cuando crezcan, sean grandes líderes;
y a las personas que fueron invitadas a participar en este libro y rechazaron el ofrecimiento: todas ellas han dado mayor valor al resto.
P RÓLOGO
P OR C ÉSAR A UGUSTO L ONDOÑO
Cuando conocí a Pablo Álamo supe muchas cosas de él aunque su discreción, prudencia y bajo perfil hicieron todo lo posible por ocultarlas, entre ellas su inquietud profunda por lo nuestro, por las cosas buenas que da la tierra, y nada más colombiano, más apasionante y más emocionante que la selección nacional de fútbol.
José Néstor Pékerman fue el entrenador encargado de hacer que la selección Colombia volviera a una Copa Mundo después de dieciséis años, cuando una generación brillante orientada por Francisco Maturana clasificó a los mundiales de Italia 90 y Estados Unidos 94 y luego con Hernán Darío «Bolillo» Gómez, asistente de «Pacho», a Francia 98. El argentino es un hombre reservado, hermético, poco amigo de las cámaras y los micrófonos, pero con una amabilidad extrema. No es fácil conocerlo y menos tratar de penetrar su pensamiento que siempre ha sido claro y coherente. Su contacto con los medios de comunicación es en conferencias de prensa y su idea del juego se descubre en las actuaciones de la selección, pero tiene una virtud que se manifiesta naturalmente en Pékerman: su liderazgo, abrazado por una sonrisa innegable y una determinación de hierro.
El tema cautivó al autor de este libro que puso todo su conocimiento empresarial, de periodismo, economía, filosofía y vida trabajados en docencia, asesorías e investigación, para descubrir académica y humanamente el liderazgo de Pékerman.
En los deportes colectivos se necesitan líderes orientadores y líderes ejecutores. La selección Colombia que estuvo en el Mundial de Chile 62 fue guiada por Adolfo Pedernera que en el intermedio del partido ante la urss (perdían 1-4) puso su cuota para tocar los jugadores que terminaron empatando 4-4. Carlos Bilardo, ilustre técnico y después campeón mundial con Argentina, fracasó por malas decisiones con un grupo bueno pero inexperto. Maturana comandó y generó un estilo que identificó al fútbol colombiano con el «Pibe» Valderrama como genial intérprete y comandante. Ahora Pékerman, a través del respeto y la comprensión, llevó un mensaje que captaron y ejecutaron brillantemente sus jugadores en Brasil 2014, a pesar de la ausencia de Falcao, la gran figura.
¿Qué cambió Pékerman para que Colombia volviera a un campeonato mundial?
Primero: los hizo creer. Convenció a un grupo que ya había desplegado talento y capacidad individual en sus clubes, pero que no había ganado nada con la divisa nacional, que trabajando en equipo y con rigor, se podía.
Segundo: supo aglutinar, desde el respeto, todas las fuerzas: hinchas, periodismo, dirigencia, patrocinadores y jugadores, generando un ambiente ganador y de seguridad que nunca se debilitó en la eliminatoria.
Tercero: las convocatorias fueron coherentes y acertadas, hubo siempre consideración por el jugador y un minucioso ejercicio de seguimiento y observación, que no dio margen de cuestionamientos generalizados.
Cuarto: blindó la selección, de empresarios, de directivos, del público ávido de ídolos, del periodismo acostumbrado a inmiscuirse en lo más íntimo del equipo, lo que originó muchas críticas que se fueron diluyendo con los buenos resultados.
Quinto: fue un técnico con poca exposición, se refugió en el trabajo limitando la especulación y el desgaste. No se dejó manosear por opiniones ligeras que hacen daño.
Pékerman resume al líder motivador, que convoca, conocedor, respetuoso y ambicioso, con una transparencia indeleble que es su arma mortal para tomar decisiones dolorosas sin generar resentimientos.
Pero no todo es perfecto, hay líderes poderosos que cometen errores y a veces fracasan. La selección no tuvo una buena Copa América en Chile 2015, después de un gran mundial que la ubicaba en lo más alto del favoritismo. Y ese es uno de los problemas de los líderes, que se casan con su cuadrilla, que cierran puertas por jugársela con sus guerreros. Pékerman llamó sus piezas de confianza, muchos no eran titulares en sus clubes y no estaban en nivel, la selección se afectó en su estructura y no pudo repetir lo de Brasil.
Insistió tanto con Pablo Armero, sin ritmo, sin rendimiento, que cuando ya no le dio más, no tenía un suplente con capacidad y experiencia. Antes de la eliminatoria a Rusia 2018, el marcador izquierdo es el gran problema de la selección.
Con este libro podremos identificar perfectamente cuál es el estilo Pékerman, su forma de dirigir, de conducir un grupo humano, difícil y heterogéneo, sus fortalezas, sus limitaciones, sus puntos débiles, no solo desde el fútbol como deporte sino como método empresarial de una actividad cada vez más científica y estudiada que, conociéndola a fondo, nos permitirá aplicarla a nuestras vidas y a nuestro trabajo.