Doug Lipp - Universidad Disney: Cómo la estrategia empresarial de Disney forma a los empleados más leales

Agradecimientos y créditos

Universidad Disney llegó a tus manos gracias al inquebrantable apoyo y confianza de un apasionado equipo de profesionales, amigos y familiares.

La tarea de escribir sobre íconos como Walt Disney y Van France, y de las instituciones que crearon, no es una tarea que se pueda asumir con facilidad. Varios ejecutivos que trabajaron para Walt Disney Company por décadas —muchos de ellos desarrollaron sus carreras completas en esta empresa—, compartieron abiertamente conmigo sus experiencias al trabajar con Walt y Van. Algunos fueron mis gerentes en Disney, algunos más ocuparon puestos muy por encima del mío, y otros fueron colegas y compañeros de equipo, sin embargo, todos contribuyeron para la realización del libro Universidad Disney . Valoro profundamente la confianza que me brindaron al expresar con precisión toda la información que proveyeron.

Sin colaboración y trabajo en equipo, este proyecto jamás se habría completado. Sin embargo, de no haber sido por el apoyo de una persona en particular, ni siquiera habría arrancado. Debo ofrecer mi más sincero agradecimiento a Jim Cora, presidente retirado de Disneyland International. Universidad Disney jamás habría sido posible sin su apoyo. A lo largo de su extensa y distinguida carrera, Jim propició incontables oportunidades para muchos integrantes del elenco, incluyéndome. Jim era un líder nato: brindaba y esperaba dedicación absoluta. Aprendió directamente de Van —y de Walt mismo— que la filosofía de “mantener la calidad y conservar el parque limpio y acogedor” también significaba dedicarse de manera total al producto que, en este caso, era el espectáculo de Disney. Siempre supe que Jim era un jefe estricto pero justo. En muchas de las ocasiones que conviví con él mientras escribía Universidad Disney , conocí un lado suyo completamente distinto: es un romántico de corazón. En una reunión en su casa, señaló un rasgo de ésta que le enorgullece en particular; no se trata de las grandes extensiones de terrenos embellecidos con paisajismo ni del estacionamiento construido a la medida que usa para restaurar autos clásicos. Lo que más le enorgullece son las enredaderas de parra que suben por la verja del patio trasero. Jim es de origen libanés y me ha contado la historia de cómo su abuela trajo, desde su país, el rizoma que ahora florece en su casa.

Hubo muchas otras personas que brindaron su valioso tiempo para darme consejos o, en muchos casos, para compartir conmigo conmovedoras anécdotas personales sobre sus experiencias en Disney. Cada uno de ellos apoyó el proyecto con entusiasmo y me instó a escribir sobre Van y la Universidad. La abrumadora respuesta que recibí se puede resumir en la declaración que todos hicieron: “Ya era hora de que alguien escribiera acerca de Van. ¡Su historia debe darse a conocer!” Me refiero a varios de los encantadores executivos que trabajaron en Disney como, Dick Cook, Carol Davis-Fernald, Thor Degelmann, Bob de Nayer, Ron Dominguez, Tom Eastman, Jeff Hoffman, Steve Lewelling, Jack Lindquist, Kris McNamara, Darrell Metzger, Ron Miller, Ron Pogue, Bill Ross, Marty Sklar, Craig Smith, Dave Smith, Dianna Stark y Mike Vance. Carol, Bob y Dave: gracias por su interminable paciencia cada vez que les escribía o les llamaba diciendo, “Sólo una pregunta más…”

La idea de transformar ideas y montañas de anotaciones en un libro es una tarea colosal. Sam Fleishman, mi agente literario, me brindó innumerables horas de asesoría y fue una fuente sólida de información e inspiración. Los amplios antecedentes profesionales de Sam, incluyendo los años que fue profesor de cine y estudios mediáticos, así como productor de cine y televisión, me dieron el balance perfecto de disciplina y creatividad. Mary Glenn, editora asociada de McGraw-Hill Professional, y su increíblemente talentoso equipo, se aseguraron de que el mensaje no perdiera su propósito. Por otra parte, Michael Bergdahl, talentoso escritor, líder de negocios y querido amigo, me animó a aceptar el desafío que implica escribir sobre un ícono.

Las siguientes personas me brindaron gran apoyo en diversos aspectos: desde proveer sugerencias de fuentes adicionales, hasta ayudarme a verificar que la información, las cronologías y las estadísticas fueran precisas: Art Agnos, Dave Beeman, Gail Brown, Marilyn Buckhoff, Mike Buckhoff, Lynette Campbell, Kevin Corcoran, Mary Beth Culler, Diane Deacon, David Gordon, Kathy Gunter, Bruce Landry, Lee Lanselle, Nancy Montgomery, Sarah Rezmovitz, Steven Vagnini y Dan Wolf.