François Jaran
La huella del pasado
Hacia una ontología de la realidad histórica
Herder
Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes
Edición digital: José Toribio Barba
© 2019, François Jaran
© 2019 , Herder Editorial, SL, Barcelona
ISBN digital: 978-84-254-4253-7
1.ª edición digital, 2019
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Para Justine
Índice
Prefacio
Este libro tiene la intención de convertir en problema ontológico un tema que fue abordado desde un punto de vista metodológico en Phénoménologies de l’histoire. Husserl, Heidegger et l’histoire de la philosophie (Lovaina la Nueva, 2013). En nuestro anterior intento de preguntar acerca de la relación entre fenomenología e historia, analizamos las pautas que establecieron las fenomenologías de Husserl y de Heidegger a la hora de reflexionar acerca de su propia relación con la historia del pensamiento y de elaborar un método para la lectura de textos históricos. En el presente caso, la meta es otra: buscar en la obra fenomenológica de Heidegger –en la década 1919-1929– unas indicaciones para aprehender la realidad de lo histórico, para cernir de forma precisa el sentido que puede tener la expresión «realidad histórica». Esta pregunta acerca del modo de ser de lo histórico nos brinda la ocasión de desarrollar un cuestionamiento ontológico original que se entiende a sí mismo como una contribución al intento heideggeriano de repensar el vínculo que une el ser al tiempo.
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Quiero agradecer a Ramón Rodríguez y a David Hereza Modrego sus lecturas atentas y críticas de una primera versión de este libro.
Nota bibliográfica
Para evitar sobrecargar el libro con notas a pie de página, señalamos entre paréntesis las referencias a las fuentes con unas indicaciones mínimas que encuentran su explicación en la lista de abreviaturas presentada a continuación. La primera indicación se referirá siempre al texto original (abreviatura, tomo y páginas) y la segunda, después de la barra oblicua (/), a la traducción en castellano cuando esta exista y no contenga ya indicaciones a la paginación original. Nos hemos reservado el derecho de modificar las traducciones existentes (que siempre hemos consultado) sin hacer mención de ello.
En cuanto a las referencias a la bibliografía secundaria, se indican con el apellido del autor, la fecha de publicación del texto y el número de página, en su caso. Las referencias completas se encuentran fácilmente en la bibliografía. Las pocas notas que hemos tenido a bien incluir están situadas al final del libro, ya que atañen a cuestiones de traducción, referencias adicionales o temas que, de forma general, no son necesarios para la buena comprensión del texto.
ABREVIATURAS
DYB | Wilhelm Dilthey /Graf Paul Yorck von Wartenburg , Briefwechsel 1877-1897 |
GA | Martin Heidegger , Gesamtausgabe |
GN | Wilhelm Windelband , Geschichte und Naturwissenschaft |
GP | Heinrich Rickert , Geschichtsphilosophie |
GS | Wilhelm Dilthey , Gesammelte Schriften |
GW | Hans-Georg Gadamer , Gesammelte Werke |
IH | Robin G. Collingwood , The Idea of History |
SZ | Martin Heidegger , Sein und Zeit |
TR | Paul Ricœur , Temps et récit (3. Le temps raconté) |
Introducción
Nada distingue los recuerdos de los demás momentos.
No se reconocen hasta más tarde. Por sus cicatrices.
C HRIS M ARKER , La Jetée
Hay un consenso entre el sentido común y la filosofía tradicional para afirmar que el pasado, a diferencia del presente, ya no es, ha cesado de existir o ha abandonado el ámbito del ser. Sabemos, por otra parte, que el pasado no desaparece sin más, es decir, sin dejar tras él una cierta huella que atestigua su paso por el presente. Esto sucede ante todo en la memoria y gracias a la rememoración que permite volver a hacer presente lo desaparecido. Pero el paso de las cosas no solo modifica los contenidos mentales sino también la configuración del mundo mismo, dejando marcas físicas duraderas. Si la primera manera de entender la huella (mental) abre el ámbito de una reflexión epistemológica sobre la historia, la segunda (física) permite desplegar una reflexión ontológica.
El gran pensador al cual se vuelve una y otra vez para retratar el efecto del paso del tiempo es Agustín de Hipona quien, después de confesar humildemente su impotencia frente a tal empresa, escribió unas de las páginas más esclarecedoras sobre la experiencia humana del tiempo. Según esta descripción contenida en el libro XI de sus Confesiones, el tiempo sería algo que «tiende hacia el no ser» (tendit non esse).
Si nos mantuviéramos en esta comprensión tradicional del paso del tiempo y de la preeminencia ontológica del tiempo presente, lo más contradictorio sería preguntarse acerca de la existencia del pasado. En efecto, se suele considerar –o, por lo menos, así consta en el texto citado de Agustín– que solamente el presente es, mientras que del pasado decimos que ya no es y del futuro que todavía no es . El tiempo sería, como buena parte de la tradición filosófica y toda la tradición científica lo representa, un flujo continuo cuyo peso ontológico recae enteramente sobre el presente.
El reloj marca los segundos como si cada «¡tic!» correspondiese a un momento preciso de la historia de nuestro universo –único, cada vez nuevo y afortunada o desgraciadamente irrepetible– cuya entera existencia se concentra en este punto de referencia que llamamos el presente. Podemos representarnos el presente como un punto que avanza en la línea del tiempo o bien, si queremos, como un punto de vista inmóvil delante del cual desfilan los objetos que aspiran a obtener el distintivo de la presencia. En todo caso, el presente siempre se considera el núcleo desde el cual hablar de la existencia real y efectiva de las cosas, la instancia a la que uno tiene que acudir cuando se pregunta si algo es o no es .
Sin embargo, la memoria humana introduce una especie de fallo en este sistema perfecto. Como ya se da cuenta Agustín en sus Confesiones, si bien el pasado ya no es, no ha desaparecido del todo. Tengo recuerdos de lo que pasó y distingo perfectamente entre lo que he hecho antes de sentarme a trabajar y lo que hubiera podido hacer en este mismo tiempo, a pesar de que eso pertenece al ámbito de la ficción y que me lo represento sin atribuirle ninguna realidad. Por lo tanto, reconozco que a pesar de que el pasado haya cesado de existir, no deja de manifestarse de una forma u otra. Concede Agustín que, aunque lo que ha dejado de ser no exista como tal, deja una huella en el presente que le otorga una cierta realidad, aunque esta no sea efectiva o perceptible. Así, en la memoria presente (y, por lo tanto, real) que tenemos de acontecimientos pasados (y, por lo tanto, irreales), el pasado seguiría existiendo.
Pero no solamente en la memoria siembra el pasado sus huellas. Al despertar por la mañana, por ejemplo, encuentro copas y platos que dejé en la mesa la noche anterior. Las copas y los platos siguen ahí en la mesa, aunque la fiesta que tuvo lugar en mi salón ha terminado hace varias horas. En esta escena, las copas y los platos son claras indicaciones de un acontecimiento pasado que ya no es pero que dejó una cierta huella física. Un vaso roto en la mesa me permite comprobar la veracidad de mis recuerdos acerca de la torpeza de un invitado. Este fenómeno de la huella tiene aquí una sencilla explicación: soy capaz de establecer el vínculo entre el acontecimiento de la noche anterior y lo que queda en la mesa sencillamente porque presencié lo ocurrido.