Crear esta historia ha resultado ser un proyecto más que interesante para mí. Parte de ella nació gracias a una conversación con una grandísima amiga mía, la verdadera LOBA.
Lleva más de 10 meses escondida en un cajón… Ahora he decidido probar suerte y si la estáis leyendo espero que la disfrutéis tanto como yo lo hice al escribirla.
Para ti, Lis, porque tú eres parte de todo esto.
Isa, Alba (geme), Nora… porque sin vuestra ayuda, no sería nadie.
A mi marido y mi hijo que son los pilares que sostienen mi mundo.
A ti que estás leyendo estas páginas… que Alexia, Dohaan, Luke, Joe, Abby, Rabbit y Mike te hagan disfrutar.
Marta de Diego .
Capítulo 1
S on las seis de la mañana, el sol comienza a hacer acto de presencia a través de las montañas. Alexia, más conocida como la Loba, mira por el retrovisor de su Harley Davidson para constatar que por fin y tras varios kilómetros, ha dado esquinazo a la banda de moteros más peligrosa del pueblo, los Darkness . Tras comprobar que así era, redujo la marcha y disminuyó la velocidad. El aire fresco la despertaba, la relajaba y por el camino podía observar cómo, poco a poco, el astro rey emergía desde las montañas frondosas que formaban una gran hilera en el paisaje. Estaba cansada, había sido una noche muy larga en el bar y la cosa se complicó en cuanto los Darkness hicieron acto de presencia.
Nada más verlos aparecer por la puerta, supo que nada bueno iba a pasar, era una banda de moteros despiadada, o al menos ese era el rumor que corría sobre ellos, les daba igual a quien se llevasen por delante siempre y cuando consiguiesen su objetivo. Una vez dentro, la gente enmudeció, se palpaba la tensión en el ambiente. Se dirigieron hacia la barra donde estaba Alexia mirándoles desafiante.
—No nos mires así rubita, no nos comemos a nadie. —Dijo uno de los componentes.
—Yo tampoco me como a nadie —respondió ella —, salvo que sea necesario hacerlo. Entonces me meriendo a quien haga falta.
Las risas comenzaron a brotar de la garganta de los moteros.
—Mirad chicos, la muñeca nos ha salido respondona.
—Si me buscas, me encuentras —contestó ella.
—Y además chula... Vamos a ver bonita, ¿tú sabes con quién estás hablando?
—Por supuesto, con una banda de moteros mindundi que está empezando a tocarme los cojones. —Alexia atacó sacando a la Loba que llevaba dentro, de ahí su mote. No le tenía miedo a nadie, desde muy pequeña había tenido que aprender a defenderse sola, pues siempre había vivido prácticamente en la calle. No conocía otro mundo, la calle era su casa y, como mujer, siempre había tenido que esforzarse más para defenderse.
—¿Mindundis? ¿Has dicho mindundis? Mira..., guapa.
—Gracias por lo de guapa —lo interrumpió de repente, de forma cortante, provocando que su oponente se irritase aún más de lo que ya estaba.
—Te las estás jugando rubita, estás hablando con el vicepresidente de los Darkness .
—¡Uy! ¡Encima segundón! Pues entonces no debería perder el tiempo contigo, tengo cosas más interesantes que hacer como para estar aquí escuchando estupideces.
El resto de moteros no daban crédito a lo que estaban viendo y escuchando, nunca se habían encontrado con nadie que se atreviese a replicarles en nada. La miraban atónitos, pues la veían serena, como si no le importase que ellos pudieran hacerle algo.
—Sirve una ronda de cervezas a mis colegas —ordenó el vicepresidente.
—Sólo si me pides las cosas como debe ser.
—¡Sírvelas ahora! —bramó enfurecido.
—¡NO! —gritó ella aún más fuerte.
—¿Se puede saber qué es lo que está pasando aquí?
De repente apareció el presidente de la banda provocando el silencio en el local. Todo el mundo lo miraba, pues era el hombre más despiadado que jamás hubiesen visto. Cuando uno de sus enemigos le hacía frente no dudaba en acabar con él. Era alto, por lo menos medía dos metros, al lado de Alexia era como si ella fuera un Hobbit . Tenía el pelo castaño, que llevaba recogido en una larga coleta, y unos ojos verde intenso que invitaban a perderte en ellos. Iba vestido con unos pantalones de cuero negro que se le ajustaban a sus largas y fuertes piernas. Arriba lucía un torso desnudo semicubierto por un chaleco de cuero con un pañuelo rojo atado a su brazo izquierdo, donde lucía un enorme tatuaje con el emblema de su banda.
—¿Y tú quién eres? —preguntó una insolente Alexia.
Él la miró achicando un poco los ojos, estudiándola de arriba abajo. Rubia, de melena larga y lisa con mechas negras. Ojos grises, labios gruesos pintados de rojo, cuerpo menudo, pero con buenas proporciones. Iba vestida con una camiseta negra, de manga corta con encaje, y unos guantes que le llegaban hasta los codos, a juego con las transparencias de la camiseta. De cintura para abajo llevaba puestos unos vaqueros que se ajustaban a sus caderas y piernas de tal forma que cualquier hombre se pondría duro solo con mirarla. De hecho, a él su miembro le había dado una pequeña sacudida. Para rematar el conjunto, portaba sobre su cabeza un sombrero al más puro estilo Gangster que le hacía parecer aún más feroz de lo que ya aparentaba.
—Yo soy el presidente de los Darkness , ¿y tú eres?
—A ti no te importa quién soy yo.
—La dueña de este local desde luego que no, porque de ser así medirías mejor tus palabras hacia nosotros.
—¿Es eso una amenaza?
—Digamos que más bien es una advertencia. Sirve las cervezas que te ha pedido mi amigo antes.
—No me da la gana, ¿quién os creéis que sois? ¿Te crees que porque vistas con chalecos de cuero y conduzcas una moto eres el rey del mambo? Yo también visto de cuero, en ocasiones, y tengo una Harley Davidson aparcada ahí fuera. Así que los aires de superioridad los dejas aparcados junto a tu moto en la calle.
El resto de los Darkness se removían nerviosos, nadie se había atrevido a plantarle cara a su jefe nunca y esa pequeña muchachita estaba jugando duro contra él.
—Mira niña...
—Para ti la Loba —cortó al presidente. Él la miró desconfiado.
—¿La Loba? ¿Así es como te haces llamar?
—No, así me llama la gente que me conoce y sabe los cojones que tengo para plantarle cara a un tiparraco como tú. Largaos de aquí, no sois bienvenidos.
De pronto se escuchó un “click” que dejó a Alexia paralizada, conocía muy bien ese sonido y no se equivocó. Miró hacia el segundo al mando de la banda y comprobó que le estaba apuntando con una pistola.
—Dohaan, deja que me encargue de esta zorrita. —¿Ese era el nombre del cabecilla de la banda? Por lo menos ya tenía una forma para dirigirse a él, mejor que llamarle presidente, pues era una idea que se le hacía vomitiva.
—¿Tú y cuántos más? No me asustas con una pistola en la mano. —Se agachó rápidamente y antes de que su oponente reaccionara sacó un revólver que guardaba debajo de la barra. —¿Ahora qué, valiente?
—Tienes pelotas, ¿eh? —le dijo el vicepresidente asombrado por cómo reaccionaba la chica ante su amenaza.
—Tan grandes que, como no dejes de apuntarme, te vuelo los sesos antes de que logres decir zorra de nuevo.
El resto de la gente que había en el bar se levantó de golpe y salió huyendo del lugar, no dudaron en que allí iba a estallar una guerra entre la banda y la loca de la camarera. La Loba, era una mujer de armas tomar. Más de una vez había espantado a tipejos de la calaña de los Darkness .