LAWRENCE KIM - Heredera oculta
Aquí puedes leer online LAWRENCE KIM - Heredera oculta texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2013, Editor: Harlequin Ibérica S.A., Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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- Libro:Heredera oculta
- Autor:
- Editor:Harlequin Ibérica S.A.
- Genre:
- Año:2013
- Índice:4 / 5
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Heredera oculta: resumen, descripción y anotación
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Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2013 Kim Lawrence. Todos los derechos reservados.
HEREDERA OCULTA, N.º 2222 - abril 2013
Título original: The Petrelli Heir
Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres.
Publicado en español en 2013.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con permiso de Harlequin Enterprises II BV.
Todos los personajes de este libro son ficticios. Cualquier parecido con alguna persona, viva o muerta, es pura coincidencia.
® Harlequin, logotipo Harlequin y Bianca son marcas registradas por Harlequin Books S.A.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
I.S.B.N.: 978-84-687-3013-4
Editor responsable: Luis Pugni
Conversión ebook: MT Color & Diseño
www.mtcolor.es
Era una manera de hablar.
–Una manera de decir que eras virgen, quieres decir.
El tono sarcástico de Roman hizo ruborizarse a Izzy, que por un instante pensó en mentir.
–De hecho, fue mi única vez –dijo finalmente–. Y no preguntes por qué porque no lo sé.
Aunque sospechaba que permanecer virgen hasta los veinte años había sido una manera de rebelarse contra la total libertad que le daba su madre. Mientras las madres de sus amigas les obligaban a llegar a casa pronto y las advertían sobre los peligros del sexo, su liberal madre le había dicho que podía invitar a sus novios a dormir a casa.
–No te comportaste como una virgen.
–¿Cómo se supone que actúa una virgen, Roman? –preguntó Izzy con sorna.
En lugar de aceptar la provocación, él preguntó:
–Pero has debido de tener novios.
–Durante unos meses estuve enamorada de uno de los estudiantes de mi madre –dijo Izzy, sonriendo al recordarlo–. ¿Contento?
¡Contento! ¿Cómo iba a estarlo si la había desvirgado sin ni siquiera saberlo?
–¿Quieres decir que nunca habías tenido una relación...? –a Roman le costaba creerlo al recordar sus manos sobre su cuerpo, su lengua caliente y suave en su piel... Tenía que haber mantenido relaciones aunque no fueran plenas.
–No. Simon resultó ser gay.
Con el tiempo, Izzy había podido recordar con una sonrisa el bochornoso momento en que se había lanzado a insinuarse, y lo amablemente que Simon la había rechazado.
Roman intentó librarse del zumbido que le impedía pensar. ¡Virgen! Era increíble. Era la mujer más apasionada con la que había estado en toda su vida.
–¿Por qué no me lo dijiste?
Aunque siguiera sin asimilarlo, tenía que ser verdad. No tenía sentido que Izzy mintiera en algo así. Se había comportado con una total desinhibición y perfectamente cómoda con su cuerpo. Por eso la posibilidad no se le había pasado por la cabeza. ¿Cómo iba a pensarlo si Izzy había parecido saber lo que deseaba incluso antes que él mismo?
«Asúmelo, Roman. Ha sido el mejor sexo de tu vida y era con una virgen». La idea seguía golpeándolo sin que llegara a penetrar en su cerebro.
Izzy pudo percibir que estaba enfadado y sacudió la cabeza ante lo inesperado de su reacción.
–¿Por qué no te diste cuenta? –preguntó.
En su momento, había estado segura de que lo notaría, de que su inexperiencia la delataría. Pero, para su sorpresa, no se había sentido ni incómoda, ni avergonzada, ni tímida. Y eso que antes de acostarse con él siempre había pensado con aprensión en la idea de estar con un hombre desnudo. La intimidad no era algo que le resultara natural; no tanto porque fuera pudorosa como selectiva.
Cuando había reflexionado sobre ello, se había preguntado si precisamente le había ayudado el hecho de que se tratara de sexo anónimo. Por una vez en su vida no había tenido que actuar de acuerdo a lo que los demás pensaban de ella: la agradable, tranquila y sensata Izzy. Pudo ser tal y como quiso, y había sido una experiencia totalmente liberadora.
¿Por qué no lo había notado? «Buena pregunta, Roman».
–No fuiste nada tímida –dijo él a la defensiva. Izzy le sostuvo la mirada preguntándose si esperaba que se disculpara–. Si me lo hubieras dicho, habría...
Roman reflexionó preguntándose si verdaderamente habría sido capaz de resistirse a la tentación de ser su primer amante.
Izzy le había hecho un regalo y él ni siquiera lo había sabido. Actuaba como si para ella no significara nada, y aunque no sabía por qué, eso era lo que más le irritaba.
–Podría haberte hecho daño.
–Pero no fue así.
–¿Y no te has acostado con nadie desde el nacimiento de Lily?
Izzy rio.
–¿De verdad crees que he tenido el tiempo o la energía para tener un romance? Además, recuerda que vivo en un pueblo en el que todo se sabe.
De hecho, eso era algo a lo que Izzy no llegaba a acostumbrarse y de las pocas cosas que no le gustaban de su nuevo hogar.
–¿Así que hasta que tengas tiempo, yo soy el único hombre con el que te hayas acostado?
Roman se pasó la mano por el cabello al recordar la noche en cuestión. La forma en que había perdido el control, devorado por un fuego que amenazaba con calcinarlo. Se había quitado la ropa como un precipitado adolescente incapaz de contenerse.
Izzy se abrazó a sí misma como si con ello pudiera protegerse de las imágenes del torso desnudo de Roman que la asaltaban y del tacto de seda de su piel cuando sus cuerpos entraron en contacto por primera vez.
–No hace falta darle tanta importancia. Que compartiéramos una noche de sexo no significa que estemos ligados de por vida.
–Te equivocas. Está Lily.
Como si respondiera a su nombre, la niña se movió y emitió un gemido. Izzy se incorporó de un salto y se agachó. Al ver su perfecto trasero, Roman no pudo contener una exclamación en italiano. Izzy, que se incorporó con la niña en brazos, la malinterpretó y, volviéndose, dijo con reprobación:
–Los bebés no se amoldan a tus deseos –siempre cabía la posibilidad de que le interesara menos formar parte de la vida de Lily si veía lo agotador que resultaba–. Durante los tres primeros meses casi nunca conseguía vestirme antes del mediodía.
La expresión de Roman no fue precisamente de desaprobación.
Izzy sacudió la cabeza hacia atrás para retirarse un mechón de cabello de la cara.
–No recuerdo la última vez que he ido a la peluquería.
–Tienes un cabello precioso –se limitó a decir Roman, que recordaba bien lo suave y lustroso que estaba extendido sobre la almohada mientras ella lo atraía hacia sí por los hombros.
El primario deseo que se reflejó en sus ojos no pasó desapercibido a Izzy, que sintió el corazón acelerársele. Una patada de Lily en el vientre rompió la tensión sexual que se había acumulado en su ingle.
Rio aliviada y besó el piececito que la había salvado de hacer el ridículo más absoluto.
–¿Qué has hecho con el calcetín? ¿Te lo has comido?
–Está ahí –Roman se agachó para recoger el calcetín perdido.
–Gracias –dijo Izzy, y sostuvo la palma en alto para no arriesgarse a tocar los dedos de Roman. Supuso que lo notaría, pero llegados a aquel punto, le dio lo mismo–. Siempre se los quita.
Lily empezó a gritar como si percibiera la tensión que había en el ambiente.
–¿Se encuentra mal? –preguntó él con gesto de preocupación.
–No, solo tiene hambre.
–¿Cómo lo sabes?
–Por eliminación. ¿Dónde puedo calentar su comida? ¿Dónde está la bolsa? –preguntó Izzy, mirando a su alrededor.
–Aquí –Roman le pasó una bolsa con asas rosas y el dibujo de un oso de peluche–. ¡ Dio , cuánto pesa! ¿Qué llevas?
–Comida, bebida, pañales, una muda y algunos juguetes –enumeró Izzy–. ¿Dónde puedo calentar...?
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