Cristobal Ortiz - Locos y cuerdos, ¡Qué familia!

Fanny, Andy y Fabrisio… ¡Qué familia!

A dorada Luna que con su manto de estrellas alumbran mi vida que noche a noche despierta en el cielo y con su tenue brillo abriéndose paso en la oscuridad, triste y melancólica espera la llegada de l ansiado eclipse con su amado Sol .

Nota: Los nombres de las ciudades, de los países y las citas históricas mencionadas en este libro son verdaderas. En cambio, todos los personajes, entidades públicas y privadas, los lugares en los que se desarrolla la novela y las situaciones de sus protagonistas, son producto de la imaginación del autor. Cualquier similitud con hechos o situaciones reales es pura coincidencia.

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Contenido

¡Qué Familia!

LOCOS Y CUERDOS

LIBRO II

¡QU É FAMILIA!

La familia estaba reunida, cada uno por su lado había empacado sus pertenencias , y para mitigar su emoción se habían congregado en el saloncito familiar de la majestuosa casa, buscando compañía. El tema obligado de la conversación era el viaje a Cuba. En el ambiente se percibía un nerviosismo y una agitación poco usual.

Tula, mientras conversaba, se paseaba por el saloncito de un lado a otro, una mezcla indefinible de angustia y emoción oprimían su voluminoso pecho. Terezinha, su hija, la observaba con detenimiento. Ella también tenía el mismo sentimiento que su madre, pero no lograba identificar lo que les ocurría y sin poder contenerse más dijo:

—Madre, ¿sientes la misma angustia que yo?

—Si hija —, dijo mirándole a los ojos —A mis 55 años nunca he visto el mar y menos me he subido en un barco grande.

—Abuela, de alguna manera, ese mismo es el sentimiento que todos tenemos —intervino Duce —Yo tampoco conozco el mar

—Yo si lo conozco —dijo Gabrielito con orgullo.

Todos los presentes fijaron sus miradas en el niño como pidiéndole una explicación. Gabrielito buscó amparo en su madre y dirigiéndose a ella dijo —: ¿Verdad mami, verdad que yo si conozco el mar?

Laura miró extrañada a su hijo, ella tenía la misma sensación que Gabrielito pero no tenía la seguridad. Algo muy vago rondaba por su mente. El niño al comprender que en ese momento su madre no era su mejor aliada, se dirigió a su padre —: Pa, ¿verdad que si conocemos el mar?, ¿verdad que si?

Pericles, desde que oyó las primera s palabras de su hijo se puso tenso, comenzó a respirar entrecortadamente y su corazón comenzó a latir con fuerza. Casi por inercia asintió con su cabeza afirmando a la pregunta de su hijo.

— ¡Hermanos! — dijo Hassim llamando su atención —Entiendo la sensación que tienen y no es para menos, una nueva vida comienza para todos nosotros —En el saloncito se hizo el silencio, todos los presentes percibieron que Hassim tenía algo muy importante que comunicarles y se quedaron expectantes. Pericles por su lado respiró aliviado por la oportuna interrupción.

—Mañana viajaremos rumbo a Cuba, una tierra absolutamente desconocida para todos nosotros, excepto para m i amada Celina —Hassim miró tiernamente a la hermosa mulata , su gatita, como él la decía, y prosiguió —: De alguna manera todo lo desconocido nos causa temor y en este caso no es para menos. Cuba representa un nuevo capítulo en nuestras vidas y también el cierre de una etapa; pero, para clausurar correctamente el capítulo anterior de nuestra vida y no arrastrar pesados fardos hacia el futuro, quiero entregar les a cada uno de ustedes estos documentos que proclaman su libertad; con ellos queda absolutamente regularizada su situación.

Con abrazos y lágrimas de emoción, la familia festejó la entrega de esos documentos, que si bien internamente no los necesitaban, si cumplían un formulismo social.

Desde las cinco de la mañana, todos los esclavos de la hacienda “ El grano de oro ” estaban junto a la casa grande esperando la salida de El señor del Este . A las cinco y media aparecieron Pericles y su familia, los negros se amontonaron a su alrededor, todos querían despedirse. Había lágrimas en los ojos de hombres y mujeres. Pericles habló con los más viejos, recomendándoles que no se olvidaran de sus enseñanzas y encargándoles que cuidaran de que la escuela tuviera continuidad.

A las seis de la mañana salieron Hassim, Alfonso y Celina, y quedaron profundamente emocionados por la gratitud del pueblo. A Hassim se le hizo un nudo en la garganta y, aunque quiso decir un pequeño discurso, fue imposible, así que se dedicó a despedirse personalmente de cada uno de los presentes. Besos y abrazos por montones, lágrimas y buenos deseos, circularon por más de quince minutos.