Agradecimientos
Gracias a David Ritz, a Jean Jacques Cesbron, a Steve Rubin, a Cindy Spiegel y a todo el equipo de Spiegel & Grau. También quisiera mostrar mi agradecimiento a mis familiares, amigos, mentores, maestros, compañeros artistas y a todos aquellos que me han apoyado.
LANG LANG (Shenyang, China; 14 de junio de 1982) es un pianista chino considerado por muchos músicos profesionales y pianistas expertos como el pianista más grande de la actualidad (primeras dos décadas del siglo XXI), e incluso ha estado comparado con pianistas como Frédéric Chopin o Franz Liszt.
En 2009 fue incluido por el Time Magazine entre las 100 personalidades más influyentes del mundo. El New York Times lo calificó como el «artista más de moda en el mundo de la música clásica». Hoy, Lang Lang ha alcanzado el estatus de icono de la música clásica en todo el mundo. Actúa con las principales orquestas europeas, estadounidenses y de su tierra natal, China. Su fama internacional crece con sus conciertos, apariciones televisivas, álbumes y bandas sonoras. En 2008, Lang Lang fundó la International Music Foundation. El objetivo de la fundación es inspirar a la próxima generación de músicos y amantes de la música clásica. Para ello, la fundación presta su apoyo a los pianistas destacados del mañana, aboga por una educación musical que utilice todas las posibilidades técnicas y trata de acercarse al público joven a través de espectáculos musicales en directo. La biografía de Lang Lang «Un viaje de miles de kilómetros: mi autobiografía», publicada en once idiomas ha recibido una calurosa acogida. En el marco de su compromiso con la educación de los niños, Lang Lang ha sacado una versión especial de su biografía para los lectores más jóvenes titulada Playing with Flying Keys. Lang Lang vive en Nueva York.
Para mi madre y mi padre
Un viaje de miles de kilómetros empieza con un paso.
Lao Zi, Dào Dé Jing
Filósofo chino (604 a. C.-531 a. C.)
Título original: Journey of a Thousand Miles: My Story
Lang Lang, 2008
Traducción: María Pildain Parra
Con la colaboración de David Ritz
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Introducción
En mi memoria, oía música mientras mi madre me sostenía entre sus brazos, una triste melodía que ya no recuerdo. Se estaba despidiendo. Yo tenía nueve años y no podía imaginarme la vida sin ella; lo era todo para mí. Ella volvía a Shenyang y yo me quedaba en Pekín, con mi padre. Shenyang era el hogar, un lugar repleto de gente que conocía y quería. Pekín era frío y solitario, un inmenso paisaje urbano de edificios sin rostro y avenidas interminables abarrotadas de extraños. Una ciudad donde no conocía a nadie.
Mi madre, una mujer delgada, con el pelo rizado y grandes ojos oscuros, siempre sonreía al mirarme, incluso con los ojos. Sin embargo, su rostro estaba ahora cubierto de lágrimas. Rogué para que no se marchase.
—Basta —le dijo mi padre—. Es hora de que te vayas. Deja al chico en paz. Todo este sentimentalismo le debilita.
—Sé que tienes razón, Lang Guoren —dijo mi madre entre sollozos—, pero esto va a ser muy duro para él. Es un niño muy sensible.
—Hará lo que tenga que hacer. Todos lo haremos.
Me agarré con fuerza a mi madre mientras se dirigía a la puerta.
Mi padre me separó de ella.
La puerta se abrió y mi madre se fue.
—Vete a estudiar —me dijo mi padre—. Hoy ya hemos desperdiciado bastante tiempo.
La música me permitió descubrir el mundo, a mí, un niño del extrarradio industrial de China que ahora tiene conciertos en un país diferente cada semana, que no tiene un auténtico hogar, tan sólo los hogares de su corazón: China, mi amado país materno; Europa, la tierra de mis héroes musicales; y Estados Unidos, el país que me transformó y me guió hacia la edad adulta.
La música, mi lenguaje primario, es el lenguaje universal; aun así, cada país habla su propio dialecto. Aunque Oriente y Occidente compartan en gran medida tecnología, arte, deportes, moda y cultura, las diferencias siguen siendo inmensas. Debido a las distintas expectativas culturales, incluso la misma música puede sonar diferente aquí y allí. En Occidente, la música clásica es un arte pasado de moda superado por el rock, el hip hop y otras músicas pop más cercanas a los jóvenes. En China, por el contrario, un país cerrado a Occidente durante la Revolución Cultural de los sesenta y setenta, la música clásica es la última moda. Cada vez que tengo un concierto en China, el 90 % del público es menor de veinte años. Cuando imparto clases magistrales allí, algunas familias duermen en la acera para conseguir un asiento, tal y como hacen los adolescentes aquí en los conciertos de rock. En China, un elevadísimo número de niños estudia música clásica y les encanta. 50 millones de niños chinos estudian música y, de ellos, 36 millones estudian piano. Todos los colegios públicos tienen clases de música, y la mitad de las melodías que aprenden los estudiantes son occidentales. Las ventas de pianos están decayendo en Estados Unidos; mientras, en China crecen de forma espectacular.
El amor de China por la música clásica puede resultar, a veces, naíf. Me gusta contar un chiste sobre un grupo de productores discográficos chinos que reciben a Vladimir Ashkenazy en su sala de juntas para negociar una nueva grabación de los valses de Chopin. Los productores se sientan en silencio hasta que Ashkenazy les pregunta si no debería comenzar la reunión. Uno de ellos pregunta: «¿No habría que esperar al compositor?». Me llena de alegría que los estudiantes chinos de piano sientan que la música clásica es tan actual y cercana. Me encanta cuando en China un joven me dice: «Oye, Lang Lang, sé que estás con Deutsche Grammophon. He visto que Mozart tiene un contrato también con esa discográfica». Adoro la idea de que los niños chinos piensen que Mozart está vivo. Alguien me preguntó una vez si Beethoven tocaba el piano mejor que Elisa o Elisa mejor que Beethoven (Beethoven compuso una pieza titulada «Para Elisa»). Yo contesté: «¿Tú qué crees?». No me importa cuando el público chino aplaude entre movimientos de un concierto en vez de esperar hasta el final. Considero el amor por la música más importante que la etiqueta tradicional.
En mis viajes me preguntan constantemente sobre mi música, mi infancia y sobre cómo salvar el vacío entre Oriente y Occidente. La manera más sencilla de responder a esas preguntas es a través de mi propia historia.
Mi historia es la música: la música clásica, la música china, la música que escucho en mi cabeza…
Mi historia es China: la antigua China, la China moderna, el auténtico espíritu de China.
Mi historia es también Occidente, mi otro hogar, el que ha moldeado mi vida de adulto.
Todo comenzó cuando mis padres descubrieron que tenía talento para la música.
Notas
[1] Palabra del argot juvenil estadounidense empleada como comodín en numerosas expresiones con significados variados como «qué pasa» o «colega». [Esta nota, como las siguientes, es de la traductora.]
[2] Apodo que recibe la ciudad de Filadelfia y que hace referencia al significado de su nombre en griego.
[3] Primer disco en solitario de Will Smith, músico de rap y actor nacido en Filadelfia.