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Anne Cumming - En busca del amor

Aquí puedes leer online Anne Cumming - En busca del amor texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1991, Editor: ePubLibre, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Anne Cumming En busca del amor

En busca del amor: resumen, descripción y anotación

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Aprovechando una larga ausencia del marido Anne Cumming abandona ella también - photo 1

Aprovechando una larga ausencia del marido, Anne Cumming abandona ella también en 1952 las brumas londinenses por el norte de África en busca de un amor que parece extinguido. Al llegar a Marrakech, se instala en una habitación con vistas a la plaza del mercado, en el corazón mismo de la Kasbah. Llevada por su arrolladora curiosidad, se aventura en los burdeles del quartier réservé y pone a prueba el encanto de dos fornidos árabes conocidos como los Gemelos Celestiales. Tras ser detenida como sospechosa de espionaje, se sube a un autobús de línea y atraviesa el desierto en busca de los legendarios hombres azules de Goulimine.

En esa extraordinaria «odisea», la autora nos hace cómplices, con una sinceridad y un candor muy convincentes, de sus exóticos viajes y sorprendentes actividades sexuales, desde la sofisticada orgía parisina hasta el apasionado romance con un gángster tunecino. También nos hace partícipes de sus reflexiones sobre el envejecer, sobre la amistad, la maternidad, el matrimonio, los amantes y sobre el amor del único hombre a quien amó, el escritor y artista Brion Gysin, con el cual, paradójicamente, jamás llegó a acostarse.

Anne Cumming En busca del amor Una odisea sexual La sonrisa vertical - 80 ePub - photo 2

Anne Cumming

En busca del amor

Una odisea sexual

La sonrisa vertical - 80

ePub r1.0

Titivillus 21.12.15

Título original: The Love Quest. A Sexual Odyssey

Anne Cumming, 1991

Traducción: Jorge Ribera

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

Notas 1 En inglés bleomers pantalones bombachos de señora N del T 2 - photo 3

Notas

[1] En inglés, bleomers, pantalones bombachos de señora. (N. del T.).

[2] En inglés wishbone, «hueso de los deseos». En los países anglosajones existe la superstición de que cuando dos personas tiran de la espoleta, aquella que se quede con el fragmento más largo verá cumplido un deseo. (N. del T.).

[3]Baklava: pastel de nueces y miel oriundo de Oriente Medio. Ouzo: licor griego con sabor a anís. (N. del T.).

Una clase distinta de angustia

Una clase distinta de angustia

París e Italia, 1965-1966

El día que le conocí, en la primavera de 1965, supe que era peligroso. Lo era en general y para mí en particular. A menudo los hombres fascinantes son poco recomendables.

Atravesaba una época de serenidad en mi vida. Las bombas llovían sobre Vietnam, en Los Ángeles se producían disturbios raciales, hubo un golpe de Estado en el Congo y una revolución en Indonesia, la Commonwealth británica se estaba disgregando, las sequías provocaban restricciones de agua en todas partes y el peor apagón eléctrico de la historia dejó a oscuras a todo Nueva York… pero ninguno de esos acontecimientos afectó lo más mínimo mi vida. Personalmente estaba en paz. Había aprendido a vivir sola y me gustaba.

—Sé que es terrible, Charles —le dije durante nuestra comida semanal— pero el hecho de que la asistenta doméstica venga o no es más importante para mí que la detención de Martin Luther King o el asesinato de Malcolm X. ¿Acaso soy inhumana?

—No te sientas culpable. Lo que ocurre es que eres demasiado humana. Las crisis cósmicas apenas cuentan. Son los acontecimientos personales los que constituyen la vida de una persona.

Los acontecimientos de mi vida durante el año anterior habían sido totalmente satisfactorios. Mis dos hijas estaban casadas y tenía un nieto precioso. Fiona ya esperaba otro hijo y Vanessa no tardaría en imitarla. Yo tenía éxito en el aspecto profesional y todavía conservaba un buen aspecto. Mi busca del amor había terminado, ya no lo necesitaba. Tenía relaciones sexuales con mis amantes, por los que sentía un profundo afecto, pero reservaba el amor para la familia y los amigos, los cuales siempre estarían a mi lado, aunque los amantes desaparecieran.

Las heridas dejadas por Rudi habían cicatrizado, y cuando supe que había roto con su amante lo sentí por él y ya no por mí. Había dejado de sentir lástima de mí misma y me encontraba en un estado de tranquilidad emocional.

—Voy a tomarme unas vacaciones, Max —anuncié a mi amigo—. ¿Podrías encontrarme algún sitio donde vivir en París durante tres meses? Quiero escribir un libro.

—Me encantaría verte, Anne. —La voz que me llegaba desde el otro extremo de la línea en París tenía un tono de desaprobación—. Pero ¿de qué huyes ahora?

—De nada y de nadie —repliqué sinceramente—. Me ha ido tan bien en el mundo del cine que puedo tomarme algún tiempo libre. George Hayim desea quedarse en mi piso y, por una vez, quiero marcharme cuando todo está en orden, en una época de calma.

Era la calma antes de la tempestad. Fui a París y habité de nuevo el pequeño apartamento en la Rue des Sabots. Instalé la máquina de escribir en una mesa de juego prestada y escribí la primera página de una novela acerca de un homosexual que no puede amar a los hombres con los que se acuesta pero que ama desesperadamente a una mujer. Ésta le rompe el corazón, porque necesita el sexo que él no puede darle. El libro se titularía Más allá de este límite y estaría ambientado en París, donde esas palabras figuran sobre cada salida del metro: «Más allá de este límite los billetes no son válidos». Mis amigos Romain Gary y Jean Seberg vinieron a verme una noche y les hablé del proyecto. Nunca terminé el libro, pero Romain usó el título muchos años después. Probablemente no recordaba de dónde lo había sacado, pues así es como funciona la memoria artística. Me alegro de que lo usara.

Mi trabajo era muy satisfactorio. Estaba contenta porque volvía a tener cerca a Max, y a pesar de nuestros estilos de vida distintos me encantaba estar con él. Era el único hombre al que amaba en aquel momento.

Ahora Max estaba instalado permanentemente en París, tras haber abandonado para siempre el norte de África, y vivía en el llamado hotel Beat de la Rue Git le Coeur, entre amigos bohemios que escribían, pintaban, tomaban drogas y buscaban nuevas sensaciones. Coqueteaban con la muerte, la policía y la locura. Todo ello formaba parte de la búsqueda de algo nuevo, pero a mí me dejaba fría, no me afectaba en absoluto. Tal vez nunca podría librarme de mi educación convencional de clase alta. O tal vez, ya próxima a los cincuenta, era demasiado mayor para todo aquello. Me dedicaba a observar más que a participar.

Un día estábamos todos sentados en la sórdida habitación de hotel que ocupaba Max en la Rive Gauche, tomando té y fumando «té», pero esta última clase de té se estaba acabando. Alguien había extraído hasta la última brizna de su bolsita para llenar la diminuta cazoleta de una pipa delgada, que iba pasando de unos a otros como una pipa de la paz. Yo siempre me saltaba mi turno, pero nadie me lo reprochaba. Charlábamos acerca de vaguedades, esperando «la conexión».

Nunca le había visto hasta entonces. Sabía que un norteafricano llamado Mohammed les suministraba la droga, y a menudo se referían cariñosamente a él llamándole El Profeta. Le imaginaba como un hombrecillo astuto, de mediana edad y tan flacucho como la hierba que vendía. No estaba preparada para encontrarme ante un joven dios.

Salut! —dijo con indiferencia al cruzar la puerta. Su entrada no fue en absoluto furtiva. Permaneció un momento en el umbral. Sus anchos hombros llenaban el vano de la puerta de un lado del marco al otro, y su pelo negro muy corto casi tocaba el dintel. Al entrar en la habitación pareció llenarla también.

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