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Ray Loriga - Días extraños

Aquí puedes leer online Ray Loriga - Días extraños texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1994, Editor: ePubLibre, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Ray Loriga Días extraños

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Días extraños es una recopilación de textos escritos por Ray Loriga entre 1992 - photo 1

Días extraños es una recopilación de textos escritos por Ray Loriga entre 1992 y 1994. A modo de diario íntimo, Ray observa el mundo con la única mirada posible en nuestro tiempo; la de la percepción subjetiva. Reflexiones en voz alta, notas de paso, metáforas con garras que atenazan el corazón en los días extraños. El entusiasmo y el miedo. Los efectos del tiempo sobre el amor de los hombres. Si hoy, más que nunca, es revolucionario ser sincero, Ray Loriga nos lleva de viaje hacia la verdad privada. Esa, que aunque no salvará a nadie, mejorará el mundo.

Ray Loriga Días extraños ePub r11 Bacha15 191214 Título original Días - photo 2

Ray Loriga

Días extraños

ePub r1.1

Bacha15 19.12.14

Título original: Días extraños

Ray Loriga, 1994

Editor digital: Bacha15

ePub base r1.2

CUANDO ERA PEQUEÑO PENSABA casi todo el tiempo en atizarle a una niña de mi - photo 3

CUANDO ERA PEQUEÑO PENSABA casi todo el tiempo en atizarle a una niña de mi clase que era monísima. Sabía que a ella le iba a encantar. Era una niña extraña. Nunca hablaba y no creo que nadie la considerase guapa, pero yo me moría por verla llorar. Una vez, en el parque, corrí detrás de ella con un palo, le decía: ¡Te voy a matar! Y ella ponía carita de pánico. Corrimos un buen rato, hasta que se cayó al suelo y se puso a llorar. Estaba en el suelo, con sus piernecitas saliendo de la falda y lloraba. Aquello nos encantaba a los dos. No teníamos ni doce años. Por las noches me imaginaba que la tenía encerrada en un sótano. Primero la asustaba mucho y luego cuando se ponía a llorar, bajaba y le daba besos hasta que se calmaba. Ella por supuesto me adoraba y se quedaba muy agradecida. Yo era el amo del castigo y del consuelo. Menuda niña. Todavía me acuerdo de ella algunas veces.

EMPECÉ A BEBER EN SERIO A LOS CATORCE AÑOS. Entraba en un bar y bebía. No era triste. Me gustaba. Eran los primeros momentos realmente míos. Me sentía como si estuviese arrinconando a un pollo. Sabía que terminaría por atraparle. Enseguida me di cuenta de que mezclar no era bueno. Se perdía el control. La sensación se disparaba y luego se estrellaba. No tenía gracia. Pasé por muchos de esos momentos sin gracia antes de coger el ritmo. En esta vida lo fundamental es coger el ritmo. Bebiendo, follando, o simplemente andando por la calle. Todas las grandes estrellas tenían su ritmo. Algunos tenían un ritmo rápido como De Niro y otros tenían un ritmo lento como Brando, pero todos tenían el suyo. Yo trataba de encontrar el mío, bebiendo y andando. No tenía muchas oportunidades con lo de follar. De hecho traté de conseguir un ritmo de no follador. Un ritmo opuesto al de follador que era el que practicaban los otros chicos. Quería andar por la calle como un tío que desprecia el sexo. Como Bogart. Muy frío. Pensé que eso volvería locas a las chicas. No funcionó. Las chicas de catorce años no son muy buenas con la sutileza. Tienen demasiada prisa y la prisa es enemiga del ritmo. A los catorce años bebía y pensaba. No me quejaba. Sabía que el pollo andaba por allí y que tarde o temprano acabaría por agarrarlo.

LA MAYORÍA DE LAS NOCHES NO PIENSO NADA. Me dejo ir como un elefante por una pista de hielo. Durante muchos años no creí merecer nada mejor. Tampoco creía merecer ningún castigo. Era sólo algo que no se podía evitar. Como la deriva continental. Bebía y esperaba a que pasaran los días por encima. Trataba de no oponer demasiada resistencia. Algunas noches eran peores que otras. Normalmente dependía sólo de la suerte. Después de una mala noche, a la mañana siguiente, me sentía mal, como si hubiera maltratado a mi perro.

TODAS LAS CARRETERAS SE PARECEN. No es bueno dormir en las carreteras, eso es seguro, pero todas las carreteras se parecen. Yo he estado en muchas carreteras y nunca he estado muy seguro de cuál era el camino. Es algo que me pasa desde niño. Me empeño muchísimo en cualquier cosa y a mitad de camino me olvido de lo que estaba intentando. La verdad es que en general no me gusta esforzarme. A lo mejor es por eso. A lo mejor me canso de todo a la mitad. Las carreteras son mejores si no te empeñas en ir a ninguna parte. Me gusta mucho ir, sencillamente. Llegar nunca es ni la mitad de bueno. Cuando era pequeño mi madre nos sacaba al campo y cogíamos cosas de la tierra y nos las comíamos. Estaba bien. Nos comíamos todo tipo de cosas. Vivíamos en una casa de madera y comíamos cosas que salían del suelo. Mi padre no estaba. Mi madre decía que mi padre era un príncipe que se había ido a la guerra. Así que supongo que yo soy un poco príncipe también. A veces me he quedado dormido en los parques, pero no es muy recomendable, porque cuando amanece, el frío te parte los huesos y después el sol te sacude la cabeza. Definitivamente es mejor no dormir en los parques. También he dormido en casas ajenas y aunque es mejor, no termina de funcionar, porque siempre te despiertas con una mezcla de inseguridad y vergüenza. Hay algo que he aprendido en todos estos años; puedes dormir en cualquier parte pero no puedes despertarte en cualquier parte. Ahora me acuerdo mucho de mi madre porque cuando era pequeño no importaba demasiado donde me quedara dormido, siempre me despertaba a su lado. Mi madre tenía una cámara de súper ocho. Nos sacaba películas. A mí y a mi hermana. Mi hermana es más pequeña que yo. Hace años que no la veo. Tampoco sé muy bien dónde está mi madre. Creo que en Italia, pero no estoy seguro. Una vez que me quedé dormido en una noria. Había ido a la feria con unos amigos. Habíamos estado todo el día en la calle y pensamos que nos merecíamos algo. Estar en la calle no es lo peor del mundo. Es sólo algo que se puede hacer y algo que se puede no hacer, como todo. Es una manera de ganarse la vida. Así que fuimos a la feria Estábamos contentos. Yo iba sobre todo con mi mejor amigo, los demás sólo estaban alrededor. Venían también dos chicas pero no eran gran cosa. Las ferias pueden ser muy tristes pero también pueden ser muy alegres. No sé porqué pero es así. Las ferias son un poco como los circos, solo los echas de menos cuando se van. El caso es que me quedé dormido en la noria. No sé cuánto tiempo. Me desperté sólo allí arriba. No quedaba nadie. Ni mi mejor amigo ni nadie. Podía ver toda la feria desde ahí, toda la feria apagada. Enseguida me di cuenta de que una feria apagada no es una feria. Me asusté tanto que volví a quedarme dormido.

A VECES ME DESPIERTO EN CIUDADES a las que no recuerdo haber llegado. Una vez subí a un coche con un tío que era mudo. Nada más subir se sacó una polla de treinta centímetros y empezó a hacer gestos extraños. Supongo que se trataba de un lenguaje especial de mudos, el caso es que el tío parecía querer meterme todo ese salami. Traté de hacerle entender que no estaba dispuesto, pero estos mudos son todos sordos así que no me hizo caso. Seguía conduciendo con aquella inmensa serpiente colgándole entre las piernas, conducía cada vez más deprisa, estaba claro que no nos entendíamos y el tío estaba cada vez más nervioso. Le pedí que me dejara bajar y eso le volvió loco del todo, aceleró aún más, empezó a tomar las curvas como un piloto de rallys, sujetaba el volante con una mano y con la otra agitaba su longaniza como si fuera una lanza. Me asusté tanto que me quedé dormido. Otra vez.

LAS CARRETERAS SON SIEMPRE LO MISMO. Una vez me desperté en una casa muy grande con jardín y piscina y pista de tenis, y mi mejor amigo se había ido. Siempre que me despierto me falta alguien. Una vez pasé una noche realmente divertida en casa de una señora muy guapa que había sido Miss algo y que estaba casada con un tío que ganaba un montón de dinero y que afortunadamente nunca estaba en casa. Había mucha gente conocida y también otros a los que no había visto nunca. Nadie te exigía nada, podías hacer lo que quisieras, sin compromisos.

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