Ernesto Ballesteros Arranz - Escuelas modernas de la pintura

ERNESTO BALLESTEROS ARRANZ (Cuenca, España, 1942) es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense y doctor en Filosofía por la Autónoma de Madrid. El profesor Ernesto Ballesteros Arranz fue Catedrático de Didáctica de Ciencias Sociales en la Facultad de Educación, además de su labor como enseñante en el campo de la Geografía, manifestó siempre un particular interés por la filosofía, tanto la occidental como la oriental, en concreto la filosofía india. Buena prueba de ellos son sus numerosas publicaciones sobre una y otra o comparándolas, con títulos como La negación de la substancia de Hume, Presencia de Schopenhauer, La filosofía del estado de vigilia, Kant frente a Shamkara. El problema de los dos yoes, Amanecer de un nuevo escepticismo, Antah karana, Comentarios al Sat Darshana, o su magno compendio del Yoga Vâsishtha que fue reconocido en el momento de su edición, en 1995, como la traducción antológica más completa realizada hasta la fecha en castellano de este texto espiritual hindú tradicionalmente atribuido al legendario Valmiki, el autor del Ramayana, y uno de los textos fundamentales de la filosofía vedanta.

Ha publicado también Historia del Arte Español (60 Títulos), Historia Universal del Arte y la Cultura (52 Títulos).

Este santanderino avecindado en Bilbao es uno de los primeros reaccionarios contra el impresionismo revalorizando la línea. Puede verse claramente cómo persigue los contornos con una línea negra muy dura y utiliza colores planos con pocas gradaciones. No le preocupa fundir los tonos cromáticos para delimitar los objetos ya que puede hacerlo con la línea de trazo oscuro. Está en un estilo parecido al de Toulouse Lautrec o más bien al de Cezanne con quien le unen muchas afinidades. También podemos encontrar similitudes con el estilo plano e intimista de Gauguin y los Nabis. En realidad Iturrino logra una síntesis espectacular de las corrientes en boga, todas ellas encaminadas a destruir el impresionismo.

Una de las características más acusadas de Iturrino en época avanzada de su evolución es su acercamiento al cubismo. Es el de Iturrino un «precubismo», una anticipación del estilo picassiano derivada de la influencia de Cezanne. Obsérvese este cuadro del campamento gitano donde Iturrino logra una factura a base de manchas planas de color que dan a las formas aspecto de poliedros y que nos recuerdan mucho la obra de Cezanne.

Otro de los pintores que reaccionan contra el impresionismo es Ignacio Zuloaga (1870-1945). Por su técnica y por el fondo de sus temas nos sugiere a Toulouse Lautrec. Sus bordes quedan inmersos y apretados dentro de la línea negra que los define. Los rostros son duros, realistas; los tipos, muy españoles, casi exagerados. Se complace Zuloaga en pintar una cara pesimista y amarga de la vida, al lado de la puramente folklórica que también acostumbra a retratar. Toreros, brujas, seres deformes, familias pueblerinas van desfilando por sus lienzos y hacen pensar no poco en nuestros costumbristas de los siglos XVII y XVIII.

Se ha acusado reiteradamente a Zuloaga de deformar voluntariamente la realidad, en concesión a la galería, para encontrar ecos de admiración en un público que no comprendía el modernismo y veía en sus cuadros la continuación de El Greco o de Goya. A Zuloaga posiblemente le complacen estos paralelos y adelgaza visiblemente sus figuras o pinta monstruos, como Velázquez. Es, por tanto, un tradicionalista prefabricado en muchas obras. Pero el tradicionalismo tenía muchos admiradores, y Zuloaga adquirió rápidamente mucha fama. Sus obras encontraban una cotización que otros pinceles más sinceros que el suyo no lograban. Esta aceptación le hizo caminar por una senda de tipismo españolista que no podía ser sincero.

Dotado de grandes aptitudes para la pintura, se detuvo su arte en el fácil empleo del color, puramente superficial y escenográfico, sin profundidades intimas.

Su mayor habilidad la luce en retratos y paisajes, aunque siempre deja traslucir propósitos literarios tras los colores. Lo más importante de la obra de Zuloaga son los retratos. Al final de su vida abandona ligeramente los tonos ocres y oscuros y aclara su paleta en un proceso similar al que atraviesan multitud de artistas.

Este pintor (1872-1959) se inicia en las tendencias más eclécticas. Tiene gran facilidad para el color y evoluciona hacia un estilo decorativo, nada profundo. Sus escenarios son interiores en una primera época y más tarde exteriores de Valencia, Granada y Mallorca. En esta última región se establece definitivamente, mientras su inspiración, reiterada y decorativa, se va apagando lentamente. En muchas obras nos recuerda el decorativismo de Klimt, mientras que en otras nos sugiere el intimismo de Bonnard.

Uno de los pintores más sobresalientes de su época, que no alcanzó la aceptación del público hasta después de muerto. En esto se asimila a los grandes impresionistas franceses y españoles. Pero Nonell no es un impresionista, sino que se lanza con pasión a un estilo renovador, sumamente personal. Su vida, corta y escasa de éxitos (1873-1911), no le impidió madurar un estilo seguro y firme. No sabemos qué rumbo hubiera tomado de haber logrado la fama y la continuidad, pero podemos imaginar que hubiera superado un arte ya muy perfecto.

Nacido en Barcelona, de una familia burguesa acomodada, no encuentra comprensión en el seno familiar para la práctica de su vocación y tiene que vencer mil dificultades, sobre todo cuando la familia descubre que además de pintor es «modernista».

Junto a Canals y Mir, comienza sus pinceladas en el estilo claro y luminoso de Rusiñol. Pero pronto se va agriando su paleta. Va abandonando los tonos claros y alegres y adoptando los que le van a caracterizar, oscuros, empastados, cargados de dramatismo. En ello quizá influya su temperamento liberal y anarquizante, que es afectado por un período de revoluciones y caos político en el ambiente industrial de la Cataluña de fines de siglo. Afirma la importancia de la línea y contorna sus figuras con trazos negros y firmes.