ERNESTO BALLESTEROS ARRANZ (Cuenca, España, 1942) es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense y doctor en Filosofía por la Autónoma de Madrid. El profesor Ernesto Ballesteros Arranz fue Catedrático de Didáctica de Ciencias Sociales en la Facultad de Educación, además de su labor como enseñante en el campo de la Geografía, manifestó siempre un particular interés por la filosofía, tanto la occidental como la oriental, en concreto la filosofía india. Buena prueba de ellos son sus numerosas publicaciones sobre una y otra o comparándolas, con títulos como La negación de la substancia de Hume, Presencia de Schopenhauer, La filosofía del estado de vigilia, Kant frente a Shamkara. El problema de los dos yoes, Amanecer de un nuevo escepticismo, Antah karana, Comentarios al Sat Darshana, o su magno compendio del Yoga Vâsishtha que fue reconocido en el momento de su edición, en 1995, como la traducción antológica más completa realizada hasta la fecha en castellano de este texto espiritual hindú tradicionalmente atribuido al legendario Valmiki, el autor del Ramayana, y uno de los textos fundamentales de la filosofía vedanta.
Ha publicado también Historia del Arte Español (60 Títulos), Historia Universal del Arte y la Cultura (52 Títulos).
Eduardo Adaro. Banco de España. Madrid
Dentro de los que hemos llamado «escuelas sincrónicas» por su paralelismo con la reacción europea de la época, debemos situar a Eduardo Adaro, que olvidándose un poco de los moldes neoclasicistas de finales del XIX se impone el compromiso de reivindicar la tradición plateresca española. En el fondo, es un movimiento similar al neoclásico, pero nos sitúa ya en un nuevo grado de la cuestión, en la búsqueda de nuevos moldes que puedan sustituir los moldes neoclásicos. La obra más significativa de Adaro es el Banco de España, construido hacia 1891, y también es autor del Hispano Americano, poco posterior. Bien es cierto que este autor incorpora reminiscencias renacientes y platerescas desde un punto de vista puramente decorativo, pues sus edificios se resuelven constructivamente de un modo moderno, dando importancia al hierro como elemento dinámico de soporte.
José Grasés y Riera. La Equitativa. Madrid
Por la misma fecha trabaja en Madrid un arquitecto que suele relacionarse con el movimiento llamado «Sezession», que tiene su centro en Austria y Centroeuropa y responde a los mismos condicionantes que el «modernismo» catalán. La diferencia está en que el «modernismo», suscitado por idénticas circunstancias, es, sin embargo, una reacción original de Cataluña, mientras que el «secesionismo» madrileño, que afecta a todo el centro y occidente de España, solo es un eco desdibujado y mediocre de aquel estilo austríaco.
Una de las obras más características de este autor es el edificio de La Equitativa, actualmente Banco Español de Crédito.
José Grasés y Riera. Monumento a Alfonso XII. Madrid
Otra de sus obras más conocidas, muy empapada del colosalismo centroeuropeo, es el hemiciclo dedicado a Alfonso XII en el Parque del Buen Retiro. Fue comenzado en 1902 y concluido hacia 1920. Consta de una monumental columnata que se abre como un magnífico decorado de teatro en torno al pedestal y la estatua ecuestre del monarca, obra de Benlliure. Intenta conseguir un efecto de solemnidad y esplendor que sugiere triunfos y ademanes bélicos. Queda, por tanto, encuadrada en este movimiento romántico que exalta la gloria de los pueblos y el valor de sus caudillos.
Marqués de Cubas. Catedral de la Almudena. Madrid
Ya hemos hablado del papel desempeñado por este arquitecto en la serie número 44, pues sus primeras obras se vinculan estrechamente con los últimos estertores del neoclásico. (Véase Fachada del Museo Antropológico). Pero mayor importancia tiene en esta época de reacción, incorporándose a la tendencia de reafirmación del medievalismo. Crea un estilo ecléctico y decadente que quiere resucitar el gótico medieval, mezclándolo con resabios renacentistas herrerianos.
La catedral de la Almudena, su obra más importante de esta época, fue comenzada en 1881, y se paralizaron sus obras en el siglo XX. Después de avanzar a un ritmo increíblemente lento ya está terminada, habiendo sufrido una modificación total el proyecto original, para adaptarlo a su entorno.
Fernando Arbós. Iglesia de San Manuel y San Benito. Madrid
Dentro de la reacción medievalista hay que encuadrar a otros autores como Aparici, autor de la Basílica de Covadonga y, sobre todo, a Fernando Arbós (1840-1886), que imprime a sus construcciones un eclecticismo arcaizante inspirado en el gótico y el bizantino por partes iguales. Es autor de la Basílica de Atocha y de la Iglesia de San Manuel y San Benito, donde es perfectamente palpable este afán romántico de construir con una fisonomía medieval.
Emilio Rodríguez Ayuso. Escuelas Aguirre. Madrid
Ya hemos anticipado en la introducción que una de las corrientes románticas de fines del XIX apunta hacia la revivificación del mudejarismo, ese arte tan intransferiblemente español. Uno de los líderes de esta tendencia es Rodríguez Ayuso (1845-1891), que hace la Plaza de Toros de Madrid vieja en 1874 y las Escuelas de la Fundación Aguirre, de Cuenca y Madrid, concluidas hacia 1884.
Otros reivindicadores de la tendencia mudejarista son Arturo Mélida, Carlos Velasco, etc…, cuyas obras no son sino un eco de Rodríguez Ayuso y no merece la pena incluirlas individualmente.
Enrique Repullés. Iglesia de San Ginés. Madrid
También hemos visto la obra de Repullés como continuador de las tendencias neoclásicas, especialmente en el edificio de la Bolsa madrileña. Pero, como al Marqués de Cubas, hay que insertarlo también en la reacción romántica, como representante de los renovadores del plateresco. Estos «exhumadores» del plateresco no suelen tener mucha fortuna en su intento, y sus obras pueden reputarse entre las más desdichadas de la época. Sin embargo, consigue Repullés en la madrileña iglesia de San Glnés uno de los ejemplos menos desagradables del estilo.
Enrique Repullés. Ayuntamiento de Valladolid
Nacido en 1845 y muerto en 1922, puede situarse a Repullés en la misma generación de Gaudí, de quien es casi exactamente coetáneo. Es muy importante tener en cuenta este paralelismo para valorar en su verdadera medida la originalidad del «modernismo» catalán del que más tarde trataremos.