Todos somos capaces de distinguir qué es jazz de lo que no es jazz. Pero definir el jazz es algo sumamente complicado. Jazz es improvisación, es swing, es la expresión genuina de una comunidad concreta —la población afroamericana— que se ha expandido por todo el mundo y que se desarrollado con el paso del tiempo... Sí, es todo esto y más, muchísimo más. Jazz es improvisación, swing, un ritmo fascinante, una interpretación irrepetible, la expresión de lamento o de alegría más genuina y personal que pueda imaginarse, una síntesis musical de tradiciones de distintas partes del mundo, la música americana que se origina en África y en Europa y que llega a todos los rincones del planeta adoptando siempre nuevas expresiones, una música que no cesa de enriquecer y de enriquecernos...
¿Qué quiere decir jazz? Palabra problemática... Muchos orígenes se atribuyen al jazz y su etimología es tan variada y ofrece tantas posibilidades que se presta a multitud de interpretaciones e hipótesis. Hay quien dice que deriva de un juego de palabras de carácter onomatopéyico, gism-jasm, que tiene que ver con la fuerza pero también con el esperma. Para otros procede de chasse beau, o buena caza en francés, voz asociada al baile del cake-walk que se desarrolló durante las últimas décadas del siglo XIX en Nueva Orleans y que terminaba con el premio de un pastel. Chasse beau terminó por deformarse en jasbo, palabra que llegó a ser una especie de apodo de los músicos. Asimismo se ha señalado la posible relación con otra voz del argot criollo de Nuena Orleans de origen francés, el verbo jasser, que significa acostarse. Asimismo recibían el nombre de jazz-belles las prostitutas de Nueva Orleans, un nombre que sin duda procede de la deformación del nombre bíblico Jezabel. Otra posibilidad la apuntó hace años el músico de jazz Dizzy Gillespie, para quien jazz procede de la voz jasi, de origen africano y que significa vivir intensamente, aceleradamente.
Otro apunte acerca de la palabra jazz, éste de parte de uno de los grandes, Duke Ellington: «La palabra jazz es parte del problema. El término nunca perdió su asociación con los burdeles de Nueva Orleans. En la década de 1920 traté de convencer a Flechter Henderson que la deberíamos llamar música de negros, pero ahora ya es tarde».
Recordaremos que en las décadas de 1930 y 1940, cuando el jazz ya había adquirido un estatus respetable, hubo intentos de cambiar su nombre a fin de alejarlo de sus orígenes un tanto oscuros. Entre las propuestas estaban ragtonía, syncopep, crewcut, amerimusic, jarb y otras. Pero el jazz siguió, sigue y seguirá llamándose jazz.
Duke Ellington: «[…] la deberíamos llamar música de negros, pero ahora ya es tarde».
Jazz, jaz y jass En 1913 apareció por primera vez la palabra jazz en un texto escrito. Fue en el San Francisco Bulletin, en un artículo de Ernest J. Hopkins titulado In Praise of Jazz, a Futurist Word Wich Has JustJoined the Language. En ese artículo, su autor desgrana sinónimos de la palabra jazz a fin de explicar su significado y escribe «vida, fuerza, energía, efervescencia de espíritu, alegría, vivacidad, magnetismo, inspiración, virilidad, exuberancia, valor, felicidad», como expresando de este modo lo imposible que resulta decir con claridad qué es el jazz. Asimismo defiende el uso de esta palabra para designar una música que todos los lectores ya sabían a cuál se refería. Y esa palabra era empleada porque «es agradable, fácil de pronunciar y amable a los oídos», y añade que se trata de un «sonido delicioso como un chispazo eléctrico» (!?). También dice que «pertenece a la categoría de las onomatopeyas». Para Hopkins el vacío existente para designar a esta música debía llenarse «con una palabra de sonido adecuado» y defiende el uso de la voz jazz por ser «universal y porque puede funcionar en cualquier sociedad». Por cierto, en algún pasaje del artículo de Hopkins podemos leer también jaz, con una sola «z». De hecho, la grafía de esta palabra no estaba del todo unificada y para muestra el primer disco con música de jazz, de 1917, protagonizado por la Original Dixieland Jass (sic) Band.
A raíz de la aparición en el mercado de ese primer disco de jazz, el sello Víctor publicó un catálogo con sus nuevas grabaciones entre las que se encontraba este mítico registro. El comentario acerca del disco de The Original Dixieland Jass Band, en el que, por cierto, se apuesta claramente por la grafía jass, tiene su miga:
Llámenlo jass, jas, jaz o jazz: la música sigue siendo la misma. Hay quien dice que el jass proviene de Chicago. En Chicago sostienen que es originario de San Francisco, en el otro extremo del continente. En todo caso, está claro que las bandas de jass son lo último en los cabarets, donde son muy apreciadas por el público.
Hay quien afirma que el primer instrumento de jass fue una lata de manteca vacía en la que se soplaban unos sonidos que recordaban al saxofón. Desde entonces, las bandas de jass han crecido en tamaño y ferocidad.
Por cierto, el primer disco de jazz —o jass— fue realizado por un grupo de músicos blancos como ya hemos señalado, pero el primer disco de jazz debido a músicos negros llegó seis años después. Su artífice fue King Oliver, al frente de su King’s Oliver Creole Jazz Band. Oliver tocaba la corneta, como otro —entonces— muy joven músico llamado Louis Armstrong.
Algo más que un tipo de música El jazz es algo más que un tipo de música, especialmente en sus orígenes, tal como explicó Jeremy Siepmann en su libro El piano (Ediciones Robinbook, Barcelona 2003) en un pasaje de gran interés:
One leg Willy Joseph (Willy Joseph de una pierna), Three fingered Mamie Desdoumes (Mamie Desdoumes tres dedos), Cripple Clarence Lofton (Clarence Lofton el lisiado), James «Stump» Johnson (James «Cojo» Johnson), One arm Slim (Slim el Manco), One leg Shadow (Shadow Una Pierna), No legs Cahey (Cagey Sin Piernas). ¿Qué tienen estas personas en común aparte de sus limitaciones físicas? Todos hacían jazz, un asunto peligroso en los bares y burdeles de Estados Unidos a principios del siglo XX. Es dudoso que alguno de ellos pudiera suponer que estaban iniciando una tradición que invadiría el mundo de la música popular al menos durante un siglo. Como para muchos de los negros de Estados Unidos en aquella época, la música era el único medio que tenían para conseguir un techo, poder alimentarse y sortear un mundo hostil. Eran parte de una clase inferior dentro del mundo de los blancos. Su música acentuaba el abismo entre ellos y sus antiguos dueños y señores. La música era un medio para afirmar su conciencia de comunidad, una comunidad de sufrimientos con una indomable resistencia frente a las disparidades insuperables y la experiencia humana universal de amor y de pérdida. El jazz ha sido la última experiencia musical nacida de un mundo que se industrializaba con enorme rapidez».
El dixieland El jazz de los primeros tiempos que tocaban intérpretes blancos recibe el nombre de dixieland. Esta afirmación es una tanto contradictoria si recabamos información acerca del significado de dixieland o dixie aplicado a ese jazz que surgió en Nueva Orleans entre los músicos negros que los blancos, con mayor o menor fortuna según los casos, adoptaron como propio. A menudo se ignora que todo un King Oliver, una especie de padre fundador del jazz, tenía una banda que en 1925 adoptó el nombre de The Dixie Syncopations. Más aún: cuando Coleman Hawkins —¡palabras mayores!— se refería a la música de otro de los padres fundadores del jazz, el mítico Jelly Roll Morton, como dixieland. Otro gran e indiscutible jazzista, Jay Jay Johnson, se refería a la música de Kid Ory como dixieland e incluso determinados músicos y analistas hablaban de dixie o dixieland para designar al jazz de los primeros años, en ocasiones denominándolo así o ragtime indistintamente.
Página siguiente