D urante los últimos veinte años, he estudiado el impacto social de las transiciones políticas y económicas del socialismo de Estado al capitalismo en Europa del Este. Aunque mi primer viaje a la región se produjo tan solo unos meses después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, mi interés profesional comenzó en 1997, cuando inicié una investigación sobre el impacto del derrumbe de la ideología comunista sobre la ciudadanía en general. Primero como estudiante de doctorado y después como profesora universitaria, viví durante más de tres años en Bulgaria y diecinueve meses en Alemania, tanto en la Oriental como en la Occidental. También pasé dos meses del verano de 1990 viajando por Yugoslavia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia y la República Democrática Alemana, que pronto desaparecería. En años posteriores, he visitado con frecuencia Europa del Este, donde he impartido conferencias en ciudades como Belgrado, Bucarest, Budapest y Varsovia. Suelo viajar en coche, autobús y tren, lo que me permite ser testigo de primera mano de los estragos que el capitalismo neoliberal ha causado en toda la región: parajes desolados donde pueden observarse los restos de lo que en su día fueron prósperas fábricas dan paso a nuevos barrios periféricos con hipermercados al estilo de Walmart en los que se venden cuarenta y dos tipos de champú. También he estudiado cómo la implantación en Europa Oriental del mercado libre y desregulado ha devuelto a muchas mujeres a un estatus de subordinación y a la dependencia económica de los hombres.
Desde 2004 he publicado seis libros académicos y casi cuarenta artículos basados en pruebas empíricas recogidas en archivos y entrevistas, así como en un amplio trabajo etnográfico de campo realizado en la región. Para escribir el presente libro, me he apoyado en mis más de veinte años de investigación y docencia. Se trata de una obra introductoria para un público general interesado en las teorías feministas del socialismo europeo y en la experiencia del socialismo de Estado del siglo XX , así como en las lecciones que podemos aprender de todo ello en la actualidad. En Estados Unidos, y tras el éxito inesperado de Bernie Sanders en las elecciones primarias del Partido Demócrata de 2016, las ideas socialistas empiezan a tener una mayor difusión entre la opinión pública. Es esencial que aprendamos de las experiencias del pasado, que nos detengamos a examinar tanto lo bueno como lo malo. Como creo que la historia tiene siempre matices y que el socialismo de Estado albergaba algunas cualidades positivas, se me acusará, inevitablemente, de defender el estalinismo. Los furiosos ataques ad hominem son el pan nuestro de cada día en el hiperpolarizado clima político actual, pero no deja de parecerme paradójico que quienes afirman aborrecer el totalitarismo no tengan problemas en silenciar voces ni en organizar turbas enardecidas en Twitter. Rosa Luxemburg, teórica política alemana, dijo: «La libertad es siempre la libertad para el disidente». Este libro pretende enseñar a disentir, a pensar diferente sobre el pasado del socialismo de Estado, sobre el capitalismo neoliberal de nuestro presente y sobre qué camino tomar hacia nuestro futuro en común.
A lo largo de estas páginas utilizaré los términos «socialismo de Estado» y «socialista de Estado» para referirme a los Estados de Europa del Este y de la Unión Soviética (URSS) dominados por Gobiernos de partidos comunistas, en los que las libertades políticas estaban restringidas. Utilizo el término «socialismo democrático» o «socialista democrático» en referencia a los países donde los abanderados de los principios socialistas son partidos que concurren a elecciones libres y justas, y donde se respetan los derechos políticos. Aunque muchos partidos se autodenominan «comunistas», este término hace referencia a una sociedad ideal en la que los bienes económicos son de propiedad colectiva y el Estado y sus leyes casi han desaparecido. Como en ningún caso se ha llegado a instaurar un comunismo real, intento evitar el término al referirme a Estados realmente existentes.
En cuanto al tema de la semántica, me he propuesto recoger la sensibilidad del léxico interseccional contemporáneo. Por ejemplo, cuando hablo sobre «mujeres» en este libro, me refiero, en principio, a mujeres cisgénero. En los siglos XIX y XX , la «cuestión de la mujer» socialista no tenía en cuenta las necesidades específicas de las mujeres trans, pero no es mi deseo excluirlas ni alienarlas del debate actual. Del mismo modo, al tratar el tema de la maternidad, reconozco que me refiero a personas asignadas mujeres al nacer (AMAN), pero en aras de la simplicidad utilizo el término «mujer», aunque esta categoría incluya a personas que se identifican como hombres o como pertenecientes a otros géneros.
Este es un libro de iniciación, por lo que no se adentra en debates sobre temas como la renta básica universal, la extracción de la plusvalía o las cuotas de género. En particular, y pese a que considero que se trata de cuestiones esenciales, no dedico demasiado tiempo a la sanidad pública universal ni a la educación superior pública y gratuita, pues estas políticas ya han sido debatidas ampliamente en otros textos. Espero animar a quienes me lean a explorar más sobre los temas que se tratan en estas páginas y que este libro invite a profundizar sobre las confluencias entre socialismo y feminismo. También me gustaría aclarar que este no es un tratado académico; a quienes busquen un marco teórico y debates metodológicos les recomiendo que consulten los libros que he publicado en editoriales universitarias. Aunque no hable de él en estas páginas, también reconozco la larga e importante tradición del feminismo socialista occidental. Animo a quienes estén interesados en el tema a consultar los libros de la lista de sugerencias de lectura.
Todas las citas directas y los datos estadísticos están respaldados por sus correspondientes citas consolidadas en las notas a pie de página. La mayoría de las notas al pie que acompañan a este texto no incluyen comentarios, por lo que puede ignorarlas si lo desea, a menos que tenga interés en una fuente concreta. En las sugerencias de lectura ofrezco material sobre el contexto histórico general. En las anécdotas personales que relato he cambiado los nombres y los datos identificativos para preservar el anonimato.
Por último, es posible que, a causa de los numerosos males sociales que aquejan al mundo actual, haya quien encuentre los capítulos sobre las relaciones íntimas un poco demasiado gráficos para su gusto; otras personas pensarán que disfrutar de un sexo de mejor calidad es una razón trivial para cambiar de sistema económico. Pero si encendemos la televisión, abrimos una revista o navegamos por Internet, nos encontraremos con un mundo hipersexualizado. El capitalismo no tiene problemas en mercantilizar el sexo, ni siquiera en aprovechar las inseguridades que existen en las relaciones para vendernos productos y servicios que ni queremos ni necesitamos. Las ideologías neoliberales nos hacen ver nuestros cuerpos, nuestra atención y nuestros afectos como objetos que comprar y vender. Yo quiero darle la vuelta a la tortilla. Quiero usar el debate sobre la sexualidad para exponer las carencias de los mercados libres sin restricciones. Si logramos una mejor comprensión del uso y la comercialización que el sistema capitalista actual hace de las emociones humanas básicas, habremos dado el primer paso para llegar a rechazar las valoraciones mercantilistas que pretenden cuantificar nuestro valor esencial como seres humanos. Lo político es personal.
Página siguiente