Tomas Moulian - Socialismo del Siglo XXI La Quinta Via

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

ANDRA

COLECCIÓN ESCAF

TOMÁS MOULIAN

Socialismo del

Siglo XXI

La Quinta Vía

TOMÁS MOULIAN

L O M p a l a b r a d e l a l e n g u a

y á m a n a q u e s i g n i f i c a S O L

© Tomás Moulian

© LOM ediciones

Primera edición, octubre de 2000

Primera reimpresión, mayo de 2001

Registro de propiedad intelectual Nº 116938

I.S.B.N.:956-282-326-1

Motivo de la cubierta:

fotografías de Paulo Slachevsky

Diseño de colección: Silvia Aguilera, Ángela Aguilera Diseño, Composición y Diagramación

Editorial LOM

Concha y Toro 23, Santiago

Fono: 688 52 73 Fax: 696 63 88

web: www.lom.cl

e-mail: editorial@lom.cl

Impreso en los talleres de LOM

Miguel de Atero 2888, Quinta Normal

Fono: 716 96 84 - 716 96 95 Fax: 716 83 04

Impreso en Santiago de Chile

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A mis queridas amigas:

Carola P., Valeska N., Aida J.

A mi prima Sonia Araíz Moulian.

A la memoria de Edgardo Bousquets

y Julia Acevedo Munizaga

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“Por esto, Poseidón, el que sacude la tierra, no mata aOdiseo, pero lo hace andar errante lejos de su tierrapatria. Conque, vamos, pensemos todos los aquí presentes sobre su regreso, de forma que vuelva”

Homero , Odisea

“Si el hombre es hermano del hombre, si es digno deconfianza, no lo es por pertenecer a una nación, nicomo propietario, ni como accionista, sino únicamenteen cuanto Hombre...”

Herman Melville , Moby Dick

“Posiblemente el último combate estallará en el porvenir bajo el signo de la siguiente proclama: aquí lademocracia socialista, aquí el socialismo de Estado”

Wilheim Liebknecht , 1892

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Agradecimientos

Este libro es el resultado de lecturas desordenadas, también de múltiples conversaciones con personas muy distintas y del apoyo humano de muchas otras. Cuando escribo un libro, tarea que vivo solitariamente, entro en un estado reminiscente y se reaviva el recuerdo de los amigos. Por eso mis dedicatorias y agradecimientos son tan largos. Una de las utilidades acceso-rias de escribir libros es tener la oportunidad de hacer esos gestos amistosos.

Durante 1999 me alimenté de las discusiones académicas formales o de las charlas con mis amigos del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad ARCIS, que entonces estaba en proceso de abandonar. Justamente porque ya no estoy con ellos siento infinita nostalgia de las discusiones de los miér-coles, aunque mis amigos más jóvenes preferían hablar en ausencia de espectadores y de espectáculo, en la informalidad de las horas del café o de los encuentros en los pasillos. De todos ellos he aprendido mucho. Fueron tiempos plenos que lamento haberme visto forzado a dejar. Creo que ya nunca tendré una experiencia académica como esa, en un lugar donde conviví con seres entregados a la investigación y al afán de saber.

Este libro debe mucho a mi participación en la campaña presidencial de Gladys Marín. De Gladys admiro la inteligencia concreta, la abnegación absoluta y la voluntad férrea. De los

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militantes de base o de los simpatizantes sin partido, descono-cidos pero ejemplares, aprendí muchas cosas. Nunca podré olvidar a esa compañera de Ovalle, cuyo marido es un ejecuta-do y que sigue luchando con la energía de una adolescente, llevando a sus hijos tras ella. O al dueño del bar restaurante de Los Lagos, que había soportado largos años de cárcel. De cada uno de los que conocí recuerdo algo pero no puedo nombrarlos a todos. A casi todos esos lugares y a numerosos otros viajé con Julio Ugas, quien se ha convertido en un querido amigo, del cual he aprendido el arte del compromiso sin estridencias.

Por supuesto, mis puntos de vista no comprometen a nin-guno de los mencionados. En este libro planteo cuestiones que algunos de ellos rechazarán o solo compartirán a medias. Pero, la diferencia no nos impidió estar juntos.

Desde hace muchos años mantengo una hermosa amis

tad con Norbert Lechner y Juan Enrique Vega, con quienes creamos un rito que se celebra los jueves. En ausencia de Vega, con Norbert seguimos acudiendo a nuestra mezquita. Esas conversaciones regadas con botellas Merlot, han sido para mí fuente de inspiración para la vida y para este libro. Discutiendo con ellos me enfrento a la especie casi extinta de seres que saben preguntar y preguntarse, tolerantes para las ideas distintas y reflexivos en las discrepancias. Lo mismo debo decir de Manuel Antonio Garretón, con quien he discutido en numerosos encuentros y foros. Con él se puede discrepar con vehemencia pero conservando la memoria de nuestras largas experiencia comunes, de los dolores, miedos y alegrías que hemos vivido juntos.

Orlando Caputo siempre me ha enseñado algo en nuestras fu-gaces conversaciones de ahora o en los frecuentes diálogos que antes enhebrábamos. Además ha tenido conmigo los gestos de un hombre fraternal. Es posible que no esté de acuerdo con algunas cosas que aquí afirmo. Debí haberlo consultado más, pero soy supersticioso y me cuesta mostrar lo que estoy en proceso de escribir.

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Mi principal apoyo en esta empresa y en todas las que emprendo son mis hijos, tan cercanos y queridos. Uno de los momentos felices de mi vida es comer con los que quedan en Santiago, echando de menos a Manuela y a Rodrigo, conver-sando sobre una cosa y otra en el cálido refugio de Las Lanzas.

También agradezco a mis hermanos: a Jesusa sus gestos tiernos y acogedores, a Iñaki su entereza para sobrevivir a bordo de un taxi y desde allí pensar el mundo por sí mismo, a Lucho, por sus diarios llamados telefónicos, sus visitas, sus eruditas orientaciones de historiador, pero sobre todo su entusiasmo de vivir.

Debo agregar a Óscar Cabezas, mi interlocutor intelectual más constantes de estos años. De Óscar he aprendido mucho en las largas discusiones de Erasmo Escala. En cuestiones importantes ya lo siento como un maestro, precisamente porque no ha pasado todavía por las rutinas burocráticas del doctorado.

Lamento no haberle hecho caso sobre la necesidad de leer a Antonio Negri. Si hay en este texto algún atisbo negriano proviene de sus relatos. Mis agradecimientos también a Vero Huerta.

Debo mencionar a dos personas fraternales, cuya humanidad no es fácil olvidar. Ellas me ayudaron en momentos difíciles que atravesé mientras escribía este libro. Son Eliana Aranguiz y Teresa Antognoli.

Finalmente, pero no en último lugar, debo mencionar a los habitantes (y también a los inhabitantes, a los fantasmas) de la casa de Erasmo Escala. Cecilia y Thais, fueron compañeros solidarios, entretenidos, estimulantes. Carola Poblete ha trabajado conmigo los últimos seis años. Agradezco su presencia cotidiana, su buen humor e inteligencia. También su amistad.

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Presentación:

El sentido de este libro

El subtítulo de este libro proviene del espíritu festivo.

Conversando, en una de las pocas ocasiones que he tenido oportunidad, con el sociólogo Alain Touraine, le endilgué, confieso que con intención grave, un comentario sobre “la vía dos y medio” de la cual él habla profusamente en su libro1. Sonriendo me comentó que se trataba de una broma destinada a los pocos lectores que recordarían la Internacional que inventó Kautsky en los años de la Primera Guerra y sobre la cual Lenin disparaba sus dardos envenenados.