Annotation
El cuarto de las estrellas es la historia de un hombre que sufre un accidente que le borra los recuerdos más recientes, mientras los recuerdos más remotos brotan con extraña fluidez, y se retira al escenario de su infancia para escribir una novela tejida con todas esas memorias. A La Araña, un lugar asfixiante y gris ubicado en ninguna parte, un pueblo arrinconado entre el mar y la omnipresente cementera.La vida de la familia da un vuelco cuando un décimo comprado por el padre del narrador resulta agraciado con el primer premio en el sorteo de la lotería de Navidad de 1973. Un décimo que los hizo ricos y a la vez los arruinó... El padre decide viajar a Nueva York, su paraíso soñado, y en el transcurso de ese viaje familiar desvelará a su hijo un secreto que no puede guardar por más tiempo. Ese secreto es la piedra angular de una novela en la que el autor ha conseguido inyectar vida a unos fantasmas tan reales que acaban convenciéndonos de que, quizá, los fantasmas seamos nosotros, de que hemos sido expulsados de una patria a la que acudimos siempre, el pasado, a pesar de que allí solo hay cenizas.
José Antonio Garriga Vela
El cuarto
de las estrellas
Siruela
NUEVOS TIEMPOS
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En cubierta: Óleo sobre lienzo «La araña» de
© Sebastián Navas Álvarez, 2007
Diseño gráfico: Gloria Gauger
© José Antonio Garriga Vela, 2014
© Ediciones Siruela, S. A., 2014
C/ Almagro 25, ppal. dcha.
28010 Madrid.
Tel.: + 34 91 355 57 20
Fax: + 34 91 355 22 01
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ISBN: 978-84-15937-48-7
Depósito legal: M-483-2014
Acta de la reunión del Jurado calificador
del Premio de Novela Café Gijón 2013
Reunido el miércoles 18 de septiembre de 2013, desde las 20:00 horas, en el Café Gijón de Madrid, el Jurado calificador del Premio de Novela Café Gijón correspondiente al año 2013, compuesto por Dª Mercedes Monmany, D. Antonio Colinas, D. José María Guelbenzu, D. Marcos Giralt Torrente y Dª Rosa Regás, en calidad de presidenta, y actuando como secretaria Dª Patricia Menéndez Benavente, tras las oportunas deliberaciones y votaciones, acuerda:
Otorgar por unanimidad el Premio de Novela Café Gijón 2013 a la novela El cuarto de las estrellas presentada a concurso bajo el seudónimo Atticus Finch. Abierta la correspondiente plica, su autor resulta ser José Antonio Garriga Vela.
El Jurado quiere destacar su sorpresa ante una novela inusual, que supera el realismo tradicional con imágenes y situaciones de gran calidad expresiva que van creando una atmósfera de misterio extraordinariamente sugerente. En definitiva, un relato muy fluido acerca de un hombre que, en un paraje desolado, busca saber quién es a través de la historia de su padre.
Rosa Regás
Mercedes Monmany
José María Guelbenzu
Antonio Colinas
Marcos Giralt Torrente
A diario, muchas veces, sentado ante mi escritorio, toco el dolor y la pérdida como quien toca la electricidad con las manos desnudas, pero no muero. No sé cómo se produce este milagro.
DAVID GROSSMAN
1
Esto es La Araña. Si miras el mapa verás la línea roja que atraviesa un territorio vacío: es la carretera que bordea la costa y huye hacia otros lugares que permanecen a salvo del polvo y el sonido constante del horno y los molinos de crudo de la Fábrica de Cementos Goliat. La carretera divide La Araña, deja a un lado las casas de la playa y al otro la fábrica y el resto de las viviendas. Un pasadizo subterráneo comunica ambas partes. Si alguien del otro lado quiere visitar el bar del Comunista ha de descender por los escalones, caminar bajo los coches y subir de nuevo a la superficie. Los conductores no reducen la velocidad porque piensan que están cruzando un poblado fantasma. La policía para el tráfico cada vez que se va a realizar alguna voladura. La vida se detiene al llegar a La Araña. Hasta que se produce la explosión. Entonces tiembla la tierra y las casas se estremecen. Los padres asustan a los hijos pequeños con la historia del gigante Goliat que vive escondido en el cráter de la montaña. Un ser diabólico cuyo siniestro laboratorio se oculta en la ciudad sumergida que se levanta bajo los cimientos de sus hogares. Hay quien sospecha que los amos del cemento aguardan que La Araña ande distraída para hacer estallar las cargas de dinamita. Como si La Araña y todos sus habitantes constituyeran un único órgano humano, un corazón que lucha por seguir latiendo bajo la permanente amenaza del gigante. David contra Goliat. Los que vivieron la guerra retroceden en el tiempo al oír las detonaciones. Ellos temen que cualquier día se repita la historia y afirman que la cementera es un antídoto contra el olvido. La montaña caliza está plagada de fósiles. Millones de cadáveres que se han ido amontonando y sepultando entre sí, unos sobre otros, a lo largo de los siglos. Tengo la sensación de que estoy en un lugar que no existe. No solo porque desaparece su nombre en los mapas y nadie acude a visitarlo, ni siquiera en verano, cuando La Araña se convierte en una isla desierta en medio de las otras playas repletas de bañistas, sino también porque sus propios habitantes a fuerza de permanecer ocultos se hacen invisibles.
—Nosotros no somos invisibles, lo que pasa es que nadie nos ve —dijo Javier Cisneros la tarde que fuimos a ver la película de un hombre que al quitarse la ropa y la venda que cubría su rostro se volvía transparente.
Nada más salir de La Araña en dirección al este, la carretera gira bruscamente y los vehículos tienen que reducir la velocidad. Unas luces intermitentes previenen del peligro a los conductores. Los días de lluvia hay una grúa estacionada al final de la curva para llevarse los coches siniestrados.
—Aquí solo se detienen los heridos y los muertos —afirmó el Albino la noche que vino a casa tras presenciar un accidente.
Los vecinos que viven solos tienen la costumbre de dejar un juego de llaves en el bar. Cuando alguno desaparece durante un periodo de tiempo que ya comienza a resultar sospechoso, el Comunista llama a la puerta y si no obtiene ninguna respuesta entra a comprobar el estado de salud del inquilino. Si lo encuentra acompañado, se disculpa e inmediatamente cierra la puerta. En ocasiones la ausencia es motivada por cualquier enfermedad. Hay quien anda perdido varios días, pero cuando el Comunista se dispone a entrar en la casa, alguien le advierte que la noche anterior vio al desaparecido andando ausente y despacio por el arcén de la carretera. Otros se abandonan en la oscuridad del cuarto al flujo y reflujo de los pensamientos, igual que esas gaviotas que cansadas de perseguir la estela de los pesqueros se posan en medio del mar a merced del vaivén de las olas. Así permanecen quietos, callados y con los ojos abiertos, como si esperaran impasibles la visita de su asesino. También los hay que dejan algunas rendijas en la persiana para sentirse acompañados. Hasta que un día se consuman los peores presagios. Al abrir la puerta y entrar en la casa, el Comunista descubre el cadáver tendido sobre la cama o sentado en una butaca frente a las voces del televisor que siguen discutiendo ajenas a la muerte. El cuerpo yace cubierto por un velo de polvo que parece filtrarse a través de las paredes.