Las Fábulas atribuidas al hispano Gayo Julio Higino (64 a. C.-17 d. C.) constituyen la colección más completa de mitos clásicos en lengua latina. Se trata de uno de los pocos libros de la Antigüedad del que no se ha conservado ningún manuscrito, sino que es conocido a partir de la editio princeps (1535). El libro, compuesto de 273 fábulas, nos ha llegado incompleto, con cinco lagunas en su interior. A imitación de la Biblioteca de Apolodoro, en la obra se recopilan mitos extraídos de los ciclos épicos y de tragedias griegas y latinas no conservadas. Consta de tres partes: a) genealogías de dioses y héroes, inspiradas en Hesíodo; b) fábulas propiamente dichas, de desigual extensión, con predominio de breves epítomes o resúmenes de mitos cuya comprensión es difícil si no se conocen previamente; y c) catálogos, en los que se nos informa de los temas más variados, como fundadores de ciudades, las islas más grandes, etc. La originalidad de algunos mitos y variantes hacen de sus páginas una de las obras imprescindibles para el conocimiento de la mitología clásica.
Higino fue uno de los mayores eruditos de su tiempo. Escribió acerca de un sinfín de temas: agricultura, historia, arqueología, religión…
Higino
Fábulas
Biblioteca Clásica Gredos - 380
ePub r1.0
Titivillus 13.08.15
Título original: Fabulae
Higino, 1535
Traducción e Introducción: Javier del Hoyo & José Miguel García Ruiz
Notas: Javier del Hoyo
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
INTRODUCCIÓN
1. EL AUTOR DE LAS FÁBULAS
Todo lo relacionado con el autor de las Fabulae ha sido debatido desde hace ya mucho tiempo. Y conviene resaltar que no hay gran unanimidad entre los investigadores en cuanto a su autoría. Por ello todas esas preguntas de cuándo vivió, qué pensamiento anima su obra, de qué fuentes bebió, en qué autores posteriores ha influido, etc., quedan necesariamente en el aire.
La obra ha sido atribuida tradicionalmente a Gayo Julio Higino, a quien se le suele ubicar entre el 64 a. C. y el 17 d. C., pero los resultados de la información obtenida acerca de la vida de este personaje son realmente decepcionantes, ya que si los autores antiguos nos han legado muy poca información, y ésta además de forma un tanto confusa (cf. Tolkiehn, 1962, col. 628), la investigación moderna no ha sido mucho más generosa. Los artículos de investigación sobre la vida y la obra de Higino son muy escasos, y casi todos se centran en la Astronomía, obra que ha captado el interés mucho más que las Fábulas, especialmente a lo largo del siglo XX.
Así, los pocos datos que conocemos de la vida del supuesto autor de las Fabulae nos han sido transmitidos por Suetonio: «Gayo Julio Higino, liberto de Augusto, hispano de nacimiento (si bien algunos lo consideran alejandrino y creen que fue llevado a Roma por César como esclavo con ocasión de la toma de Alejandría), escuchó con interés e imitó a Cornelio Alejandro, gramático griego, a quien muchos llamaban Polihístor por el conocimiento que tenía de la Antigüedad, y otros lo llamaban “la Historia”. Estuvo al frente de la Biblioteca Palatina».
Si el dato de Suetonio resulta fiable, Higino sería el primer autor hispano del que conservamos una obra completa, sería anterior a él.
A partir de Suetonio, única referencia conservada sobre su vida, podemos decir que parece tratarse de un personaje importante dentro del panorama cultural de la Roma de fines del siglo I a. C., protegido del propio Augusto, pero caído en desgracia por razones desconocidas. Higino debió de desempeñar, pues, a lo largo de varios decenios la administración de la Biblioteca Palatina, si es que el destinatario del poema final del libro III de Tristes de Ovidio.
El nombre completo del autor aparece expresado en el título que su primer editor, Micyllus, afirma haber encontrado en el encabezamiento del manuscrito que le sirvió para su edición: Libro de los mitos (fábulas) de Gayo Julio Higino, liberto de Augusto. Ahora bien, la identificación del liberto que estaba al frente de la Biblioteca Palatina con el autor de las Fábulas no es aceptada por todos. Así, por ejemplo, H. J. Rose, fijándose en los frecuentes errores y confusiones ingenuas encontradas en el libro, lo atribuye a un semidoctus que malinterpretaba los nombres, a un personaje de cultura modesta, incapaz de escribir en un latín que no fuera semibárbaro, y sitúa a su autor en la época de los Antoninos. Pocas partes quedan hoy de este trabajo y, sin embargo, fueron suficientes para testimoniar un caso singular en la historia de la literatura latina, ya que se trata de uno de los pocos ejemplos de traducción al griego de un texto latino. El hecho es tanto más significativo cuanto que se trata de una traducción que transmite a los lectores griegos una selección de sus propios mitos, previamente contados al público latino por un erudito que a su vez los había tomado de autores griegos. En esta traducción se la describe como «conocida por todos».
2. OBRAS ATRIBUIDAS A HIGINO. LAS FÁBULAS
Si atendemos a las distintas fuentes antiguas, Higino fue un polígrafo y un anticuario, autor de varias obras eruditas. Según los testimonios de la tradición indirecta, que podemos encontrar en distintos textos de Columela, Aulo Gelio, Servio y Macrobio, es posible citar gran número de obras sobre temas muy variados, cuya noticia ha llegado hasta nosotros bajo la autoría unitaria de Higino. Podrían agruparse éstas en varios bloques temáticos:
1) Obras con pretensiones históricas: Vrbes Italicae o De situ urbium Italicarum, sobre la ascendencia troyana de la dinastía julioclaudia.
2) Obras didácticas y referentes a la vida del campo: De apibus.
3) Obras acerca de la vida religiosa de los romanos: De proprietatibus deorum.
4) Finalmente, obras de carácter biográfico: De vita rebusque illustrium virorum.
Además de todas estas obras, de las que no nos ha llegado sino la mera noticia de su existencia o sólo fragmentos, se conserva integro su tratado De astronomia, obra de carácter mítico-científico que sigue la tradición de Eratóstenes, Arato y otros autores que elucubraron sobre el cielo e intentaron darle una explicación científica a partir de los mitos. La existencia de ciertas similitudes entre las Fabulae y el tratado De astronomía invita a pensar que ambas obras fueron escritas por el mismo autor, si bien éste es uno de los puntos de controversia entre los estudiosos de la producción de Higino. Así, por ejemplo, leemos en De astronomia: «pero como dice Esquilo, escritor de tragedias, en Fórcides».
Quienes no admiten que Higino escribiera las dos obras, arguyen que el título de Genealogías no se corresponde con la colección de fábulas que se nos ha transmitido. Pero olvidan varias cosas; por un lado que Higino pudo dar el nombre de Genealogiae a su obra teniendo en cuenta su comienzo, la Praefatio, que realmente constituye una auténtica genealogía. En esto pudo ocurrir igual que en tantas obras de la Antigüedad como las Bucólicas de Teócrito (libro al que se dio ese nombre porque en los primeros poemas entraban en escena unos pastores), o la