• Quejarse

Rafael Garcia Serrano - Diccionario para un macuto(c.1)

Aquí puedes leer online Rafael Garcia Serrano - Diccionario para un macuto(c.1) texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Editor: www.papyrefb2.net, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Rafael Garcia Serrano Diccionario para un macuto(c.1)

Diccionario para un macuto(c.1): resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Diccionario para un macuto(c.1)" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Las palabras viven por su cuenta mucho más de lo que nos parece, y en más de una ocasión, diccionario en mano, no podríamos entender ni un poco de lo que allí se habla. Diccionario para un macuto es un libro informal, nada erudito, un libro para andar por el cuartel, el campamento, la cantina; para hacer memoria y también para el que quiera saber algo elemental referido a aquel tiempo. Mi libro es, pues, testimonial, pero calculo que entretenido, y a ratos —o ráfagas— un tanto poético, y no por mi gracia, sino por la de mis viejos camaradas...es el lenguaje de mis amigos muertos y de mis enemigos muertos. Gracias a todos estos amigos o enemigos —en definitiva, amigos todos, porque entre todos hicimos lo que había que hacer— creo que he podido honorablemente, a través de una simple junta de vocablos, dar la impresión de lo que aquella nuestra Guerra fue, tal y como fue, y no como algunos quisieran que hubiera sido para que sonase mejor la campanilla de su particular caja registradora.

Rafael Garcia Serrano: otros libros del autor


¿Quién escribió Diccionario para un macuto(c.1)? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Diccionario para un macuto(c.1) — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Diccionario para un macuto(c.1) " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Annotation
Las palabras viven por su cuenta mucho más de lo que nos parece, y en más de una ocasión, diccionario en mano, no podríamos entender ni un poco de lo que allí se habla.
Diccionario para un macuto es un libro informal, nada erudito, un libro para andar por el cuartel, el campamento, la cantina; para hacer memoria y también para el que quiera saber algo elemental referido a aquel tiempo. Mi libro es, pues, testimonial, pero calculo que entretenido, y a ratos —o ráfagas— un tanto poético, y no por mi gracia, sino por la de mis viejos camaradas...es el lenguaje de mis amigos muertos y de mis enemigos muertos.
Gracias a todos estos amigos o enemigos —en definitiva, amigos todos, porque entre todos hicimos lo que había que hacer— creo que he podido honorablemente, a través de una simple junta de vocablos, dar la impresión de lo que aquella nuestra Guerra fue, tal y como fue, y no como algunos quisieran que hubiera sido para que sonase mejor la campanilla de su particular caja registradora.

RAFAEL GARCIA SERRANO DICCIONARIO PARA UN MACUTO EDITORA NACIONAL PASEO DE LA - photo 1
RAFAEL GARCIA SERRANO DICCIONARIO PARA UN MACUTO EDITORA NACIONAL PASEO DE LA - photo 2
RAFAEL GARCIA SERRANO
DICCIONARIO PARA UN MACUTO
EDITORA NACIONAL
PASEO DE LA CASTELLANA, 40
MADRID, 1964 XXV ANIVERSARIO DE LA PAZ ESPAÑOLA
Depósito legal: M. 9.280—1964
Núm. de registro: 3.45a—64
Ilustraciones de Celedonio Perellón
IMPRENTA «HEROES, S. A.» — GENERAL ZABALA, 29 MADRID
Pensión March de Literatura 1961
A Francisco Franco,
el General de mi juventud.
Y a todos los que entonces quisieron
una España nueva, la quisieran
como la quisieran y desde donde la
quisieran.
El clima político y espiritual (?) que todo lo envolvía puede definirse y entenderse con un pequeño vocabulario de dieciséis palabras, machaconamente repetidas en la Prensa roja. Helas aquí: comité, patrullas, antifascismo, pueblo, control, incautación, cumplimentada, incontrolado, derrotismo, alta traición, preventorios, campo de trabajo, espionaje, Catalunya, cementerio y marxista.
(José María Fontana, Los catalanes en la Guerra de España.)
Devorábamos, salpicando la conversación de tacos y expresiones nuevas. Nacía un argot de guerra, y lo creábamos nosotros allí, en la cueva del cuartel, entre la alarma de una ciudad y las coplas patrióticas.
(La fiel Infantería.)
VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS, O CUARENTA, O CUARENTA Y TRES, A ELEGIR
(Prólogo a esta tercera edición)
La primera edición de este Diccionario para un macuto vio la luz con motivo del XXV Aniversario de la Victoria —algunos de ustedes recordarán que hubo una Victoria que cumplía sus primeros veinticinco abriles, nunca mejor dicho, en el año 1964— que oficialmente se llamó XXV Aniversario de la Paz española, sin duda por deshidratar la conmemoración; y ahora vengo a caer en la cuenta de que esta tercera edición, agotadas con éxito relativamente vertiginoso las dos primeras, y abandonadas las posibilidades de explotación del éxito a medias por mi desidia y a medias por la famosa involución que ya nos iba devolviendo a la Edad Media todavía en vida de algunos castísimos y torpes políticos de Franco, va a coincidir con los quince años, la niña bonita, de la primera. También conviene observar que en estos últimos quince años la Victoria, aquella Victoria, ha muerto y está más enterrada que las siete llaves que cerraron para siempre el sepulcro del Cid.
El Ejército español, por las manos mágicas, intelectuales y caballerescas del Gran Capitán, se inventó aquella implacable máquina de vencer que fue durante dos siglos la Infantería Española. ¿Alguien se ha parado a pensar cuál hubiera sido la suerte de nuestra bandera en Cavite y Santiago de Cuba nada más que con disponer de dos docenas de submarinos Peral? A un hallazgo extranjero —aquellas libélulas de los hermanos Wright— le encontraron aplicación militar, antes que nadie, una buena patrulla de locos militares españoles, los Kindelán, Ortiz Echagüe, Herrera, Barrón y Arrillaga, que acababan de enamorarse del aire. El primer puente aéreo de la Historia lo estableció entre Tetuán y Sevilla el entonces general jefe del Ejército de Africa, Francisco Franco, ayudado por Kindelán. El bombardeo en picado fue cosa nuestra y de Nuestra Gran Guerra, igual que las primitivas columnas del verano y del otoño iniciales obtendrían una valoración universal con el marchamo americano de la task force. El más insólito bombardeo de la historia de la Aviación lo llevaron a cabo José María Osborne y el marqués de Paradas, del Aéreo Club sevillano. Un hermano del primero, que aguantaba con un puñado de hombres las tarascadas rojas en un pueblecito de Sevilla, les pidió auxilio. Como no tenían bombas —cuenta en su divertido y sencillo volumen de memorias militares Combate sobre España el capitán José Larios, duque de Lerma— cargaron su avioneta con sandías, las cuales, al ser arrojadas a mano y con ira producían un silbido precursor del de los Stukas, y además reventaban con tal calidad y profusión de tonalidades rojas y pepitas negras, que el cerco fue levantado por retirada del enemigo. Hay momentos en que el ánimo no se inclina a la metódica observación de los hechos, ni mucho menos a extraer de ella las lógicas consecuencias.
Del mismo modo nuestro Ejército se sacó del caletre las Compañías de Propaganda, los bombardeos de pan blanco —no reclamo el de flores porque creo que D'Annunzio se nos adelantó en Viena—, el cohete que enviaba a las trincheras de enfrente la muestra de un rancho con el que ni podían soñar los pobres milicianos, la guerra musical y dialéctica en los frentes paralizados y fortificados con la abrumadora pesadez subterránea de la G.M.I, que fue la absoluta negación del arte militar, y Queipo de Llano le sacó ventaja a Orson Welles en los efectos que pueden conseguirse con el diestro uso de un micrófono: la guerra psicológica se la inventó don Gonzalo en aquellos angustiosos días de las calores sevillanas. Del mismo modo surgió la táctica llamada de las bolsas y la improvisación de los «pichis» para hacer frente a «la bien pagá» (la Aviación Roja) de las primeras semanas. O el truco del fogueteiro, como verá quien lea.
Pues a todas estas grandes y menudas invenciones, nuestro Ejército debe ahora añadir otra colosal, asombro del mundo, pasmo de historiadores, éxtasis de pacifistas profesionales, milagro de generosidad, novena maravilla, portento sin igual, único, sin precedente conocido ni imaginable sucesión: entregar su Victoria a manos llenas al enemigo vencido, sin que entrase en fuego, incluso de acuerdo con la ley vigente hasta el advenimiento del orden constitucional, ni un piquete de peones camineros.
No me quejo. Relato, hago constar y certifico que yo al menos no estoy de acuerdo. Porque los que han malbaratado la Victoria, los que la han puesto a la venta en el Rastro, los que la han violado en un solar de las afueras o en el diván de un salón de Moncloa, son los míos —eran los míos—, los vencedores. Me refiero a la minoría selecta dada al chau-chau y amiga de la capona. Esos son los que han arrastrado sus banderas, sus muertos, sus recompensas meritísimas por el lodo de la traición. No así los vencidos, que al aceptar el maná están en lo suyo y cumpliendo con su deber. «La vejez es una enfermedad», parece que dijo el joven general De Gaulle refiriéndose al anciano Pétain de Vichy, camino de la isla de Yeu. Sirvió de escudo a su Patria en la desventura y de cabeza de turco a la soberbia y la inoperancia de la
Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Diccionario para un macuto(c.1)»

Mira libros similares a Diccionario para un macuto(c.1). Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Diccionario para un macuto(c.1)»

Discusión, reseñas del libro Diccionario para un macuto(c.1) y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.