Los artículos periodísticos de Marx constituyen un testimonio clave para comprender el curso social, político y económico del siglo XIX y su legado histórico. Estos escritos son también fundamentales para aproximarse al pensamiento del filósofo alemán y al paisaje vivo de su época de un modo más didáctico y rítmico, apoyado en la inmediatez de la noticia, la sátira y la crítica más que en la gravedad del tratado. No obstante, los artículos de Marx, por su talento como historiador y economista, distan mucho de ser piezas al uso de un periodista corriente: su conocido rigor y voluntad revolucionaria están siempre presentes, Es en los periódicos, y no en sus tratados filosóficos, donde Marx se enfrenta de manera directa al presente, a la desigualdad, la violencia y la explotación, y lo hace con inigualable destreza.
Karl Marx
Artículos periodísticos
Título original: Artículos periodísticos
Karl Marx, 1862
Traducción del inglés: Amado Diéguez
Traducción del alemán: Isabel Hernández
Selección, introducción y notas: Mario Espinoza Pino
Introducción
Karl Marx: un periodista en la historia
La historia desconoce los verbos regulares
Edward P. Thompson
I
Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles. Ya desde sus primeros artículos en la Rheinische Zeitung [Gaceta Renana] —un diario liberal editado en Colonia— el joven periodista habría de enfrentarse a toda clase de adversidades. Corría el año 1842, y la reciente subida al trono de Federico Guillermo IV , paladín de un agonizante feudalismo europeo, había llegado acompañada de una política tremendamente reaccionaria. El monarca de Prusia iniciaría una suerte de Kulturkampf contra cualquier atisbo de liberalismo o socialismo que pudiera influir en la opinión pública; la práctica preferida por aquel gobierno era la censura cotidiana de los diarios, pero cuando ésta se revelaba insuficiente no dudaba en utilizar métodos más expeditivos, como la supresión por decreto de los libros y publicaciones que resultaban incómodos. Bastaron unas pocas columnas de Marx sobre algunos asuntos polémicos —como la libertad de prensa o la miseria campesina— para que la administración estrechase el cerco sobre el diario renano. El vigoroso estilo del joven periodista, panfletario al tiempo que profundamente analítico, le convertiría inmediatamente en enemigo de aquella sociedad semifeudal y autoritaria. Una sociedad que no le toleraría por mucho tiempo. El Consejo de Ministros, reunido en pleno con el rey, decretaba el 21 de enero de 1843 el cierre del periódico en un plazo máximo de dos meses. El diario era condenando con apenas un año de vida.
Las críticas del filósofo al Estado, su constante denuncia de las desigualdades sociales y la publicación en el diario de un artículo contra el despotismo ruso —un escrito que enfurecería al mismísimo zar Nicolás I–, sentenciaron su primera aventura periodística. Irritado por una censura cada vez más insoportable, Marx dimitiría como director del diario antes de que el plazo de supresión llegase a término. Tenía la esperanza de que su dimisión hiciera recapacitar a la administración sobre el rotativo, pero la orden del Ministerio era irrevocable. Su carta de dimisión, breve y directa, sería publicada en una de las últimas tiradas del periódico. En ella, lejos de ocultar los motivos de su cese, haría una alusión directa a las causas que le llevaban a abandonar la gaceta: se retiraba «debido a las presentes condiciones de censura». Aquélla sería la última querella de la Rheinische Zeitung contra el gobierno.
Los artículos de Karl Marx para el diario renano —probablemente los más conocidos y destacados por la crítica— suponen la primera confrontación del pensador con la realidad política y económica. Y es que no fue la filosofía la que hizo que aquel joven doctor se interesase por las cuestiones sociales, sino su temprana actividad periodística. Una labor que comenzaría a ejercer desde una posición ilustrada y liberal, la de la burguesía de Renania, y que pronto —conforme Marx tomaba conciencia de los antagonismos de aquella sociedad— se tornaría en una defensa de la democracia próxima al socialismo. En cierto sentido, los artículos escritos por Marx en esta época son un fiel reflejo de la historia de Prusia. Muestran los primeros efectos del proceso de industrialización sobre una nación mayoritariamente rural y agraria, señalando los ejes más conflictivos de aquella incipiente transformación: el empobrecimiento del campesinado ante el desarrollo de la industria, la expropiación de los bienes comunales y su conversión en propiedad privada, las contradicciones existentes entre una naciente economía capitalista y el régimen de un Estado arcaico, la carencia de libertades civiles, la falta de representación popular en unas instituciones que cercenaban cualquier avance democrático, etc.
Lo cierto es que el periodismo alteraría para siempre el pensamiento de Marx, constituyendo un verdadero baptême de feu para su formación intelectual. Las investigaciones acometidas para escribir sus artículos acerca de los Debates sobre la libertad de prensa o los Debates sobre las leyes del robo de leña —quizá las piezas periodísticas más brillantes de este período— le comprometerían con una realidad que estaba más allá de los muros de la Universidad. Sus antiguas ideas burguesas, influidas tanto por la ilustración como por el pensamiento de la izquierda hegeliana, movimiento del que formaría parte durante sus estudios universitarios en Berlín, pronto serían criticadas por inoperantes. A partir de aquel momento Marx comprendería claramente dos cosas: que el Estado de Prusia jamás admitiría reforma política alguna y, sobre todo, que nunca podría ser la instancia ética, racional y sustentadora de las libertades civiles que tanto deseaban sus antiguos colegas hegelianos. La supresión de la Rheinische Zeitung era la prueba manifiesta de que la opinión pública estaba radicalmente divorciada de las instituciones, el más claro ejemplo de que no había en ellas un ápice de soberanía popular o realidad social. En aquel Estado únicamente había lugar para la burocracia y la arbitrariedad despótica del monarca.
Lejos del desánimo, aquel joven Karl Marx responderá al naufragio de la Rheinische Zeitung con un nuevo proyecto periodístico. Y su respuesta sería casi inmediata. A mediados de 1843, el filósofo preparaba ya la edición de una nueva revista en colaboración con Arnold Ruge, amigo personal y columnista en el difunto diario de Renania. La publicación tendría un carácter abiertamente crítico y político, lo que descartaba Prusia y sus zonas de influencia como lugar para editarla. Había que evitar la censura a toda costa. Finalmente la revista sería publicada en París, capital de las revoluciones europeas, y llevaría por título Deutsche-französische Jahrbücher [Anales Franco-alemanes]. Los Jahrbücher se caracterizarían por vincular dos líneas de trabajo editorial: una primera de análisis político y actualidad —similar a la de la Rheinische Zeitung— y otra teórica, a través de la cual se expresarían las ideas rectoras de la nueva publicación. Se trataba de forjar un pensamiento que rompiese con los moldes de aquella Prusia filosóficamente idealista, envuelta en disputas teológicas y conceptuales que se mostraban incapaces de apresar un solo átomo de vida real. Pero ¿cómo avanzar hacia un nuevo punto de partida filosófico en medio de aquel marasmo idealista e irreal? Solo parecía haber un modo: rompiendo con Hegel, cuya influencia impregnaba todas las manifestaciones intelectuales de la época. La crítica de Marx a Hegel puede seguirse bien a través de su