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Anónimo - El periplo de Hannón ilustrado

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    El periplo de Hannón ilustrado
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    1756
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El periplo de Hannón ilustrado: resumen, descripción y anotación

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«El Periplo de Hannón pretende ser la versión griega del relato en lengua púnica que habría hecho Hannón, rey de Cartago, de su larga navegación costera por el África occidental. Se conserva en dos códices, uno del siglo IX, el Codex Palatinus (o Heidelbergensis) Graecus 398, fols. 55r-56r, y otro del siglo XIV, dependiente del anterior, el Codex Vatopedinus 655. Custodiado este último en su día en el monasterio de Βατοπεδιου del monte Atos, en 1840 fue dividido en dos partes que actualmente se encuentran en Londres (British Museum, additional Ms. 19391) y en París (Bibliothèque Nationale de Paris, suplément grec 443 A). Es el fragmento parisino el que contiene el apógrafo del Periplo de Hannón.» (Luis Gil, “Sobre el Periplo de Hannón de Campomanes”, Cuadernos de Filología Clásica: Estudios griegos e indoeuropeos, vol. 13, 2003, pp. 213-237.) «El secular debate mantenido por la crítica en torno al significado del opúsculo anónimo que conocemos como Periplo de Hanón se halla en la actualidad en una vía muerta, incapaz de reconciliar dos posturas definitivamente antagónicas: sigue habiendo quienes creen estar ante la versión griega, más o menos fiel, del informe que –como reza en el título que le precede en el manuscrito– el sufete cartaginés Hanón depositara en el templo de Baal Moloch tras su expedición por las costas atlánticas de África en las primeras décadas del s. V a. C.; por contra, desde mediados del pasado siglo parece afianzarse aquella otra visión que insiste en primar la naturaleza esencialmente literaria de la obra, con independencia de su posible vinculación al hipotético modelo originario. Sin embargo, no todo han sido discrepancias a lo largo de ese dilatado trayecto compartido. Sin duda, el punto de encuentro más palpable entre ambas corrientes de interpretación viene marcado por la unánime defensa de la estructura bipartita del Periplo, según la cual dicha obra estaría integrada por una primera parte... en la que primaría la actividad colonizadora, a la que seguiría entonces una segunda y última... donde se rendiría cuenta de la mera exploración del tramo costero al sur de Cerne. Y, a pesar de que esta última sección parece exhibir de forma detallada y sincera los pormenores de un viaje real a lo largo de las costas tropicales del África antigua, se da por hecho, y se hace también de forma prácticamente unánime, que es ella la que acusa un mayor grado de endeudamiento literario: en efecto, el menos ambicioso de los análisis filológicos pone de manifiesto sus múltiples e indudables paralelismos con los más destacados prosistas griegos, desde Heródoto hasta los autores del bajo helenismo.» (Francisco J. González Ponce, “Veracidad documental y deuda literaria en el Periplo de Hanón, 1-8”, Mainake, XXXII (II), 2010, pp. 761-780.) Pues bien, esta breve obra fue traducida y estudiada por el destacado abogado, político, lingüista e historiador Campomanes (1723-1802) de modo modélico que nos ilustra a la perfección el modo de hacer historia de la época. El resultado de su trabajo fue la obra Antigüedad marítima de la república de Cartago, con el periplo de su general Hannón, traducido del griego e ilustrado por don Pedro Rodríguez Campomanes, abogado de los Consejos, asesor general de los Correos y Postas de España, etc., publicada en 1756. Se compone de dos partes diferenciadas (incluso con paginación distinta: un Discurso preliminar sobre la marina, navegación, comercio y expediciones de la república de Cartago que constituye una historia general de este pueblo, y El Periplo de Hannón ilustrado, que aquí reproducimos. Constituye un análisis, palabra a palabra, del breve texto original, que presenta en griego y en castellano. Luis Gil, en el artículo antes citado señala la repercusión que tuvo en los círculos ilustrados españoles y su difusión internacional. Ahora bien, concluye: «Valorar con criterios actuales la obra de Campomanes es injusto (...) A lo que hemos llamado ‘panpunicismo’ de sus etimologías hemos de agregar cierto acriticismo ingenuo en dar por ciertos los datos de las fuentes, como ya en su momento señaló el jesuita Sebastián Nicolau en las Observaciones sobre el «Periplo de Hannón» que presentó al director perpetuo de la Real Academia de la Historia, don Agustín de Montiano y Lugendo. Ese respeto crédulo a los textos le induce a tener por genuina carta de navegación el Periplo en la forma en que nos ha llegado, en vez de considerarlo como un relato de viajes legendario cuyo único valor testimonial es el de reflejar una determinada mentalidad y ofrecer una visión del mundo y unos conocimientos geográficos difusos con un remoto fundamento real, como muy bien dice Victor Jabouille. Ese mismo respeto le hace a Campomanes dar por buenas las cifras de relato. ¿Cómo creer que en sesenta pentecóntoros iban nada menos que 30.000 personas con el correspondiente avituallamiento? En descargo suyo digamos que en los mismos o parecidos defectos han incurrido cuantos se han esforzado por identificar con los accidentes de la topografía africana los nombres geográficos que el Periplo ofrece. Por último, frente a la actual manera de concebir el conocimiento histórico, se debe señalar el pedagogismo de sus excursos, sólo disculpable si se tiene en cuenta que el Periplo de Hannón pretende ser una especie de introducción a una historia náutica de España y que el concepto de la historia como magistra vitae y no reconstrucción verídica de los hechos pasados, exenta de toda finalidad utilitaria o moralizante, estaba en plena vigencia cuando Campomanes escribía.»

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PEDRO RODRÍGUEZ CAMPOMANES EL PERIPLO DE HANNÓN ILUSTRADO Forma parte - photo 1

PEDRO RODRÍGUEZ CAMPOMANES

EL PERIPLO DE HANNÓN
ILUSTRADO

Forma parte de la obra:

Antigüedad marítima de la república de Cartago, con el periplo de su general Hannón, traducido del griego e ilustrado por D. Pedro Rodríguez Campomanes.

Madrid 1756.

PRÓLOGO Y DISCURSO LITERARIO SOBRE EL PERIPLO DE HANNÓN

Ocioso es que yo moleste al lector encareciendo la utilidad de la obra, ni con las demás prevenciones que de estilo suelen llenar estos razonamientos. Cada uno es libre, teniendo presente el amor a la verdad, para hacer juicio de ella, o mejorarla.

Detendréme sólo en la historia literaria de esta navegación del cartaginés Hannón, la cual en vez de ser un descubrimiento o hallazgo mío, está citada y seguida de escritores españoles de la mejor nota por su conocimiento de nuestra historia y de la de África.

Florián de Ocampo hace un resumen del derrotero de este viaje por la costa occidental atlántica, y establece la época en que piensa haberse escrito este monumento en el año 440 antes del nacimiento del Salvador. La descripción topográfica que hace de esta costa nos ayudó mucho por lo exacto de ella para levantar nuestra Carta Hidrográfica, en que van los nombres antiguos con las correspondencias modernas. Es preciso confesarle a Florián de Ocampo que fue el primero que entre los nuestros, y aun de los extranjeros ilustró y disfrutó con conocimiento este monumento, por más que algunos, aprovechándose de sus noticias, suprimiesen su memoria.

Convengo con él en que pasando la equinoccial, entró Hannón en las Islas de Santo Tomé hasta la punta de Lope González; pero no en que desde allí penetrase hasta el seno Arábigo, constando lo contrario del texto del mismo Periplo, a menos que esto fuese en segunda expedición. No constando por monumento antiguo fidedigno de las victorias que le atribuye Florián de Ocampo, nos es preciso apartarnos en esto de su sentir.

Arriano, citado de Florián, no favorece su opinión, porque en los treinta y cinco días que señala de navegación hasta la punta hoy de Lope González, harta diligencia hizo Hannón sin que sea posible entender que en tan corto tiempo pudiese alargarse a la costa de Arabia, doblando el Cabo de Buena Esperanza,

Añade Florián que Hannón escribió de su viaje un volumen muy crecido, y que hoy sólo conservamos un corto fragmento, y de este dice que se duda si es del mismo Hannón, o ficción de algún griego moderno. Reservamos para la egunda parte de este prólogo dar satisfacción a la duda de Florián, por no interrumpir nuestra serie, debiendo aquí sólo advertir que la misma contextuira del Periplo hace ver que para colocarse en la tabla de un templo, no podía ser de mayor volumen, además de no haber leído en ninguno de los antiguos tal especie, ni señalar aquel docto escritor de donde la tomó. Ni la voz commentarti, de que usa Plinio, puede ayudar la opinión de Ocampo, porque significando esta apuntamientos o memorias, ella misma persuade que en lo antiguo no tuvo mayor volumen que hoy.

El mismo autor describe el viaje o navegación de Himilcón por la costa occidental de España hacia el mar del Norte, que nos conservó Festo Avieno. Por cuanto esta obra por industria de un erudito acaso verá la luz pública, me abstengo yo de tratar de ella por ahora. Piteas de Marsella hizo la misma navegación y descubrimiento de orden de su república, para entablar los marselleses su comercio en el mar del Norte. Plinio cita esta navegación de Piteas alguna vez, y otros antiguos geógrafos.

El doctísimo historiador padre Juan de Mariana de la Compañía, da cabal noticia también de la navegación de Hannón. Su conocimiento en las lenguas orientales le facilitó el uso de este monumento; así como le había hecho igualmente Florián de Ocampo, también versado en el griego.

«La navegación (dice el Padre Mariana hablando de ésta) fue más larga que la de Himilcón, y la más famosa que sucedió y se hizo en los tiempos antiguos, y que se puede igualar con las navegaciones modernas de nuestro tiempo, cuando la nación española con esfuerzo invencible ha penetrado las partes de levante y de poniente, y aun aventajarse a ellas por no tener noticia entonces de la piedra imán y de la aguja, ni saber el uso así de ella como del cuadrante, por donde no se atrevían a meter y alargarse muy adentro en el mar.

La época que señala este escritor a la navegación de Hannón es el año 307 de la fundación de Roma, y en él mismo coloca la que Himilcon emprendió por el mar de Poniente hacia el Norte.

El texto del Periplo no conforma con este incomparable historiador en punto del tamaño de las naves que llevó Hannón; en cuya relación consta eran pentecóntoros, o naves exploratorias de poco tamaño; y el Padre Mariana las llama galeras grandes.

Piensa este docto escritor que la expedición se hizo desde Cádiz, y es muy muy verosímil que en aquel puerto le equipasen las más de las naves; bien que algunas vinieron de Cartago a lo que puede colegirse del Periplo, cuando en él se dice que emparejaron las Columnas de Hércules, saliendo del Estrecho, lo que no necesitaban hacer sino viniesen del mar interior, estando Cádiz sobre la costa del océano; a menos que esto no se deba entender de la navegación que desde Cádiz hicieron a la costa opuesta de África en cuya travesía habían de pasar frente del estrecho; con lo cual se salva el original, y la respetable autoridad de un hombre tan docto en nuestra historia.

Acaba Mariana el resumen del Periplo sin hablar de las colonias del seno Empórico, por no contemplarlas sin duda pertenecientes a la historia de España. Refiere también que Hannón despachó a Cartago embajadores con relación del suceso, y que esto lo dice el mismo general cartaginés en su relación; pero en el original que nosotros hemos seguido falta este particular, y acaso dimana la variedad de las copias del texto griego. Pero en lo demás se conforma con el nuestro el que siguió aquel juicioso historiador.

Luis del Mármol Carvajal autor peritísimo en las cosas de los árabes y africanos, refirió las navegaciones conocidas por los antiguos por el mar Atlántico al cabo de Buena Esperanza, antes que la volviesen a descubrir los portugueses, y hace una especial digresión de este viaje, refiriéndose a Pomponio Mela y Plinio.

Advierte, pues «como Hannone, capitán famoso de los cartagineses, por orden del senado fue con sesenta pentecontorios, que eran unos navíos de cincuenta remos, a poblar las ciudades libias fenicias llamó Carro de los Dioses.

Don Francisco Lansol de Romaní, doctísimo antiquario valenciano, e ilustrador de la geografía antigua de España, de quien hace nuestro don Nicolás Antonio honorífica mención, dejó para publicar entre otras obras, Ladescripciónde África, y en particular de la navegación de Hannón con advertencias a las notas de Florián de Ocampo sobre este Periplo, que presumo son las mismas, que trae insertas en su Historia de España. De esta obra de Lansol no tenemos más que la memoria.

El sabio marqués de Mondéjar, príncipe de los antiquarios españoles, escribió un tratado con el título de Gades Pheniciæ, que en el catálogo de las obras del marqués pone el deán de Alicante don Manuel Martí. Por la afinidad de la materia habría dado mucha luz; pero no me fue posible adquirir esta obra para aprovechar de sus observaciones en la mía por la profunda lectura y despejada critica , que reina en todas las que escribió el marqués.

De los extranjeros se han dedicado algunos a ilustrar con notas este monumento: los principales fueron Samuel Bochart, Abraham Berchelio y Juan Hudson, recopilando este último todas las que hicieron varios críticos, que dio a luz en su edición de los geógrafos menores en 1698, que van también al pie de la nuestra.

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