LA MÁQUINA DE MATAR
Los príncipes demonio Nº2
Kokor Hekkus. Conocido como la Máquina de Matar. El criminal más temido del universo. Obsesionado con producir el miedo, en provocar en sus víctimas un temor con la consistencia de la pesadilla, y prolongarlo indefinidamente. Y Kirth gersen tiene que localizar su mundo de origen sabiendo tan sólo que era el responsable último de una ola de secuestros que azotaba las familias más adineradas de la galaxia.
La saga de los Príncipes Demonio es una de las series más famosas del género, y en ella se reúnen con maestría los temas de la ciencia ficción y los de la novela policiaca. Los escenarios -dotados del exotismo y riqueza que han hecho mundialmente famosa la obra de Jack Vance- constituyen el armazón en el que se desarrollan tres de las más fascinantes tramas policiales que ha desarrollado el autor, igualmente famoso en el género de misterio.
Título Original: The killing machine
©1964, Vance, Jack
Traductor: Murillo, Eduardo G.
Editorial: Martínez Roca
ISBN: 9788427012219
Corregido: Silicon, 16/09/2010
Capítulo
De «Cómo comercian los planetas», por Ignace Wodlecki, en Cosmópolis, septiembre de 1509:
«Uno de los problemas que preocupan más a las sociedades comerciales es la abundancia o escasez de dinero, letras de cambio o pagarés falsificados, por mencionar sólo algunas de las artimañas empleadas para aumentar el valor de los cheques en blanco. En el Oikumene no existe ninguna dificultad para procurarse máquinas que duplican y reproducen con absoluta exactitud, la única forma de impedir la depreciación crónica de nuestra moneda consiste en adoptar severas y meticulosas precauciones. Estas precauciones son tres: primero, la única moneda de cambio es la Unidad de Curso Legal o UCL. Los bancos autorizados para emitir billetes, si bien con distintas denominaciones, son el Banco de Sol, el Banco de Rígel y el Banco de Vega. Segundo, cada billete está dotado de una “garantía de autenticidad”. Tercero, los tres bancos han puesto al alcance de todo el mundo el llamado detector de fraudes. Se trata de un dispositivo de bolsillo que, al pasar un billete falso por una ranura, emite un zumbido de alarma. Todo intento de desactivar el detector de fraudes es infructuoso, como saben hasta los niños pequeños: en cuanto la caja sufre algún daño se autodestruye automáticamente.
»Se ha especulado mucho sobre la “garantía de autenticidad”. Es posible que se introduzca una configuración molecular especial en ciertas zonas clave, lo que dé lugar a una reactancia de naturaleza desconocida: ¿carga eléctrica?, ¿permeabilidad magnética?, ¿fotoabsorción o reflectancia?, ¿variación isotópica?, ¿descarga radiactiva? ¿la combinación de todas o algunas de estas cualidades? Sólo lo sabe un número muy reducido de personas; y no lo dirán.»
La primera vez que Gersen se tropezó con Kokor Hekkus tenía nueve años. Acurrucado tras una vieja gabarra fue testigo de la matanza, el pillaje y la esclavitud. Ocurrió durante la histórica Masacre del Monte Agradable, notable por la cooperación sin precedentes de cinco Príncipes Demonio. Kirth Gersen y su abuelo sobrevivieron; cinco nombres llegaron a serle tan familiares a Gersen como el suyo: Attel Malagate, Viole Falushe, Lens Larque, Howard Alan Treesong y Kokor Hekkus. Cada uno de estos individuos se distinguía por alguna cualidad específica. Malagate era insensato e implacable, Viole Falushe adoraba los refinamientos sibaríticos, Lens Larque era un megalómano y Howard Alan Treesong un ser caótico. Kokor Hekkus, por su parte, era el más voluble, fantasioso e inaccesible, el más osado e ingenioso. Apenas había testigos que pudieran proporcionar datos sobre él: todos coincidían en que era afable, incansable, impredecible y afectado por brotes de lo que parecería una extrema locura, de no ser por su manifiesto autocontrol. Discrepaban en cuanto a su apariencia. En cualquier caso, tenía reputación de ser inmortal.
El segundo encuentro de Gersen con Kokor Hekkus tuvo lugar en el curso de una misión rutinaria en Más Allá, y no pareció, en principio, de singular trascendencia. A principios de abril de 1525, Ben Zaum, un oficial de la PCI, organizó una entrevista clandestina con Gersen y le propuso una misión «comadreja», o sea, una investigación de la PCI en Más Allá. Los asuntos de Gersen estaban en un punto muerto; se sentía inquieto y aburrido, por lo que accedió finalmente a escuchar la proposición.
El trabajo, tal como lo describió Zaum, no podía ser más sencillo. Se había encargado a la PCI que localizara a cierto fugitivo. «Llamémosle señor Hoskins», dijo Zaum. Tan urgente era la requisitoria que un mínimo de treinta operadores fueron enviados a diferentes sectores de Más Allá. La tarea de Gersen consistiría en inspeccionar las localidades deshabitadas de determinado planeta. «Llamémosle Mundo Malo», dijo Zaum con una mueca de complicidad. Gersen debería localizar al señor Hoskins, o bien probar, sin la menor sombra de duda, que jamás había pisado la superficie de Mundo Malo.
Gersen meditó un momento. Zaum, al que entusiasmaban los misterios, parecía haberse superado con creces en esta ocasión. Gersen empezó a desmenuzar pacientemente la parte visible del iceberg, con la esperanza de sacar a flote nuevas perspectivas.
—¿Por qué sólo treinta comadrejas? Un buen trabajo exigiría un millar.
La astuta expresión de Zaum le daba el aspecto de un búho rubio y achaparrado.
—Hemos conseguido reducir el área de búsqueda. Aún diría más. Mundo Malo es uno de los emplazamientos más verosímiles... por eso quiero que asuma esta responsabilidad. No quisiera exagerar la importancia del asunto.
Gersen decidió que no le gustaba el trabajo. Zaum estaba dispuesto (o acaso recibía órdenes) a mantener la mayor de las reservas. Aprovechó la sorda irritación de Gersen para confundirle y reducir su eficacia... lo que significaba que no regresaría de Más Allá. Gersen se preguntaba cómo rechazar el trabajo sin ofender a Ben Zaum ni perder el contacto con la PCI.
—¿Qué ocurrirá si encuentro al señor Hoskins?
—Tiene cuatro opciones, que le presentaré según un orden decreciente de prioridades: llevarle vivo a Alphanor, llevarle muerto a Alphanor, administrarle una de las horribles drogas de sarkoy, matarle en el acto.
—No soy un asesino.
—¡Esto es mucho mas que un simple asesinato! Esto es... demonios, no estoy autorizado a darle más detalles. ¡Pero le aseguro que es muy urgente!
—No lo pongo en duda —dijo Gersen—. Sin embargo, no voy a... De hecho, no puedo matar sin saber la razón. Contrate a otro.
En circunstancias normales, Zaum habría dado por concluida la entrevista, pero insistió. Le dio a entender a Gersen que incluso los comadrejas más experimentados tendrían problemas para lograr el éxito, y que tenía sus servicios en un alto concepto.
—Si el obstáculo es el dinero, creo que podremos llegar a un acuerdo...
—Rechazo su oferta.
Zaum simuló que se golpeaba la frente con los puños.
—Gersen.... es usted uno de los pocos hombres en quien confío ciegamente. Es una delicada operación de asesinato... si, por supuesto, el señor Hoskins visita Mundo Malo, lo que parece bastante creíble. También le diré algo más: Kokor Hekkus está involucrado. Si él y el señor Hoskins llegan a contactar...
Levantó las manos en el aire.
Gersen mantuvo su actitud desinteresada, pero ahora todo había cambiado.
—¿El señor Hoskins es un criminal?
La tersa frente de Zaum se arrugó, expresando desconcierto.
—No puedo entrar en detalles.
—En ese caso, ¿cómo piensa que voy a identificarlo?