1. Antes de Abraham
A Arthur C. Clarke,
primero en ciencia ficción,
segundo en ciencia,
por el Tratado de Park Avenue
Título original: The Land of Canaán
Traducción: Néstor A. Míguez
Isaac Asimov, 1971
La serie informalmente titulada «Historia Universal Asimov» reúne las obras dedicadas por el gran novelista y divulgador científico a la evolución política, cultural y material de la humanidad. Partiendo desde el periodo anterior a Abraham y hasta su conquista por el imperio romano, "La tierra de Canaán" estudia la historia de esa estrecha franja de tierra a orillas del mar Mediterráneo que, por su propia situación geográfica, fue secular conglomerado de razas, pueblos y tribus, y en la que acabaron naciendo el alfabeto moderno y la religión que habría de expandirse por el mundo entero.
Isaac Asimov
La tierra de Canaán
ePUB v1.2
Garland10.02.12
La Media Luna Fértil
En Asia occidental, en la nación de Irak, hay dos ríos que fluyen desde las montañas turcas hasta el golfo Pérsico. Son el Tigris y el Eufrates. Estos dos ríos son una infaltable fuente de agua, de modo que las tierras que los rodean son particularmente adecuadas para la agricultura. Es una tierra fértil, de clima suave, inviernos lluviosos y veranos secos. Su fertilidad es tanto más notable cuanto que al noreste están las duras montañas de Irán y al sudoeste el árido desierto árabe.
Esta franja se extiende desde el golfo Pérsico hacia el noroeste, por las márgenes de los ríos hasta las fronteras de Turquía. Luego avanza hacía el Oeste, a través de la Turquía sudoriental y la Siria septentrional, para seguir después la línea costera mediterránea hacia el Sur, incluyendo no sólo la costa siria, sino también el Líbano, el norte de Israel y Jordania occidental.
Esa región, que va desde el golfo Pérsico hasta el centro de Israel, tiene una forma similar a una gran media luna. El historiador norteamericano James Henry Breasted la llamó la Media Luna Fértil, y éste es el nombre con que se la llama ahora comúnmente.
Al sur del cuerno occidental de la Media Luna Fértil se extiende una tierra árida y desolada, llamada la península del Sinaí, que es el puente que une los grandes continentes de Asia y África. Inmediatamente al oeste de la península del Sinaí se encuentra el extenso río Nilo, que fluye desde el Africa centro-oriental hacia el Norte, hasta el Mediterráneo. A ambos lados de la parte más septentrional del río se extiende otra franja de tierra apta para la agricultura, franja rodeada de desiertos por ambas partes. Algunos historiadores incluyen el valle del Nilo como parte de la Media Luna Fértil, pero esto no es frecuente.
El hecho humano más importante en relación con la Media Luna Fértil y el valle del Nilo es que, hasta donde llega nuestro conocimiento, la civilización comenzó allí. Fue en esas regiones o cerca de ellas donde se inició la agricultura, donde se fabricó alfarería por primera vez, donde fueron originalmente domesticados los animales, donde se construyeron las primeras ciudades y donde se inventó la escritura.
Las ciudades se unieron por vez primera para formar unidades mayores gobernadas por una autoridad central en los extremos de esas regiones. Por el año 2800 antes de Cristo, a lo largo de los tramos inferiores del Tigris y el Eufrates, la civilización sumeria estaba en su pleno apogeo . Con el tiempo, ambas llegaron a formar grandes imperios.
Las dos civilizaciones tuvieron la fortuna de estar tan lejos la una de la otra que no tuvieron ocasión de enfrentarse hostilmente. Durante dos mil años después de la creación de las dos civilizaciones, no tuvieron ningún contacto militar directo. Ninguna de ellas tuvo que rechazar a la otra ni se halló ante el trance de destruir o ser destruida. Pero hubo comercio entre ellas a través de las regiones intermedias, y ello benefició a ambas.
Pero ¿qué ocurrió con esa parte de la región fértil situada entre Sumeria y Egipto? ¿Qué sucedió en la parte occidental de la Media Luna Fértil? Esa parte es más pequeña que la oriental y no es tan fértil; también es menor y menos fértil que el valle del Nilo. Sin embargo, en los primeros días de la civilización, esa parte occidental era tan avanzada como las otras regiones.
Pero estaba entre ellas. Nunca pudo gozar de la paz que brinda el aislamiento. Las civilizaciones del Tigris y el Eufrates siempre avanzaban hacía Occidente con la esperanza de dominar la costa mediterránea, y con igual persistencia Egipto avanzaba hacia el Norte.
Atrapada en el medio, la costa mediterránea nunca pudo formar un imperio. Fue siempre un conjunto de ciudades-Estados y naciones pequeñas y débiles. Durante toda su historia estuvo dominada por los imperios vecinos, con excepción de un pequeño lapso alrededor del 1000 a. C.
La mayoría de los libros de historia tienden a prestar mucha atención a los grandes imperios, a sus grandes victorias y derrotas. Se tiende a pasar por alto a las pequeñas ciudades y naciones que nunca fueron imperios ni tuvieron un papel destacado en la guerra. Así, habitualmente se estudia la parte occidental de la Media Luna fértil en relación con los diversos imperios que la dominaron en uno u otro período de la historia.
Sin embargo, el extremo occidental de la Media Luna Fértil, en proporción a su tamaño, ha contribuido más a la moderna civilización occidental que todos los poderosos imperios del valle del Nilo y del Tigris y el Eufrates. Para mencionar sólo dos puntos, fue en la franja de tierra que bordea el Mediterráneo oriental donde se inventó el alfabeto moderno. Y fue también allí donde se elaboró una religión que, en formas diversas, ahora domina Europa, las Américas, Asia occidental y el norte de Africa.
Por esas dos contribuciones solamente, la parte occidental de la Media Luna Fértil merece un libro de historia separado, dedicado a los sucesos que se produjeron en esa parte pequeña, pero sumamente importante, del mundo.
Pero sería útil disponer de un nombre para toda la región, pues «la parte occidental de la Media Luna Fértil» es una frase pesada y demasiado larga para usarla con mucha frecuencia.
Ningún país ocupa ahora toda la región, pues se divide entre Siria, Líbano, Israel y Jordania, de modo que no podemos usar ningún nombre moderno determinado. También en el pasado estuvo dividida en naciones diferentes: Moab, Edom, Amón, Judá, Aram, etc.
En la antigüedad se usó, al menos para una parte de la región, el nombre de Canaán. Es un nombre que nos es familiar en Occidente porque aparece en la Biblia. Por conveniencia, pues, llamaré «Canaán» a la franja de la costa mediterránea que constituye el extremo occidental de la Media Luna Fértil.
La nueva Edad de Piedra
La agricultura ata a los seres humanos a la tierra. Mientras los hombres cazaron y recolectaron frutos en estado silvestre, podían deambular libremente. En verdad se vieron obligados a ello, quisiéranlo o no, a fin de buscar alimento. Pero una vez que empezaron a cultivar plantas tuvieron que permanecer en la vecindad de sus cosechas en crecimiento, para cuidarlas y protegerlas de los animales en busca de forraje y de otros hombres.
Para su mayor seguridad, los agricultores tendieron a agruparse y construir casas en un lugar que pudiese ser defendido fácilmente. Así surgieron las ciudades. Entre las primeras de estas ciudades, había una que posteriormente fue llamada Jericó. Hasta es posible que Jericó haya sido la más antigua ciudad del mundo, en cuyo caso la idea misma de construir ciudades habría aparecido por primera vez en Canaán.