Annotation
Los gatos pertenecen a un mundo sobrenatural de fortaleza y valor. Son los supervivientes, las criaturas más adaptadas a su medio, los predadores más veloces y célebres de la Tierra. Desde Alejandro Magno han sido presa favorita de los reyes; Heracles y David los derrotaron y se vistieron con sus pieles. Los egipcios los adoraron como a dioses; los chamanes y hechiceros de África Central y Suramérica se apoderaron de sus formas para penetrar en el reino del espíritu; son los enviados de Satán en el oscuro círculo de la brujería. Siguen siendo libres aunque hayan sido domesticados, son nuestro vínculo con lo sobrehumano en la naturaleza. Entre el mundo felino y humano se ha desarrollado una relación misteriosa que se expresa en las creencias mágicas y populares y en la continua presencia de millones de gatos domésticos que son en sí mismos objetos de culto cotidiano.
Con 130 ilustraciones, 16 en color
EL CULTO DEL GATO
Los gatos pertenecen a un mundo sobrenatural de fortaleza y valor. Son los supervivientes, las criaturas más adaptadas a su medio, los predadores más veloces y célebres de la Tierra. Desde Alejandro Magno han sido presa favorita de los reyes; Heracles y David los derrotaron y se vistieron con sus pieles. Los egipcios los adoraron como a dioses; los chamanes y hechiceros de África Central y Suramérica se apoderaron de sus formas para penetrar en el reino del espíritu; son los enviados de Satán en el oscuro círculo de la brujería. Siguen siendo libres aunque hayan sido domesticados, son nuestro vínculo con lo sobrehumano en la naturaleza. Entre el mundo felino y humano se ha desarrollado una relación misteriosa que se expresa en las creencias mágicas y populares y en la continua presencia de millones de gatos domésticos que son en sí mismos objetos de culto cotidiano.
Con 130 ilustraciones, 16 en color
Título Original: The Cult of the Cat
Traductor: Baena, Caridad
©1991, Saunders, Nicholas J.
Editorial: Editorial Debate
Colección: Arte e imaginación
ISBN: 9788474446814
Generado con: QualityEbook v0.37
El culto del gato
Nicholas J. Saunders
DEBATE
Para Alexander
Mi más profundo agradecimiento a todos aquellos que, de un modo u otro, han inspirado o hecho posible este libro. A mi esposa Pauline a mi hija Roxanne; a Lynx, a Desmond Morris, a Iris Parker, Geoff y Pat Saunders, al personal de la Biblioteca de la Universidad de Southampton, a Al Stewart, Keith y Cynthia Strigfellow, a Tula y a Peter Ucko.
NJS, Bognor Regis, 1990
Primen edición: abril 1993
Versión castellana de CARI BAENA
Published by arrangement with Thames and Hudson, Londres
Editor general de la serie: Jill Puree
Título original: The Cult of the Cat
© 1991, Thames and Hudson, Ltd.
© De la versión castellana: Editorial Debate, S. A., Gabriela Mistral, 2. 28035 Madrid
I. S. B. N.: 84-7444-681-3
Depósito legal: M-5.863-1993
Compuesto en Monofer Fotocomposición, S. A. L., Juan Arolas, 3 (Madrid)
Impreso en Unigraf, Arroyomolinos, Móstoles (Madrid)
Impreso en España
Bajo el hechizo del gato
Pocos símbolos han perdurado tanto o son tan conocidos como el del felino. Los gatos han causado un profundo impacto en la imaginación humana desde que nuestra especie comenzara a dar sus primeros pasos. Los grandes gatos han inspirado miedo y admiración a un tiempo, y se han incorporado a las creencias religiosas, a las ideologías y tradiciones artísticas de buen número de antiguas civilizaciones y de pueblos modernos. Los gatos pequeños, ya fueran salvajes o finalmente domesticados, han encontrado a su vez un lugar en nuestras supersticiones y afectos como representantes en miniatura del espíritu felino. Todos ellos han sabido rodearse, de un modo u otro, de una actividad ritual o de culto.
Es posible que los primeros humanos contemplaran a los grandes gatos con una notable fascinación e interés porque, a diferencia de aquéllos, estos poderosos carnívoros parecían estar perfectamente integrados en su entorno. Soberbios predadores que cazaban a sus víctimas siguiendo sus propias reglas, eran capaces de correr velozmente y de dar muestras de una fortaleza imposible de igualar por los humanos. Hasta los gatos más pequeños podían trepar a los árboles, nadar y exhibir una agilidad superior a la del hombre.
Aquello que los humanos no podían conseguir en este terreno se consideraba sobrehumano por definición, especialmente si a ello se unía el hábito nocturno de estas criaturas, que podían capturar a su presa gracias a unos ojos que brillaban como espejos. La al parecer mágica combinación de fuerza individual, agilidad y visión nocturna contrastaba vivamente con las actividades diurnas de los humanos, comparativamente más débiles, y creó una imagen singularmente poderosa que se alojó en las conciencias de nuestros primeros antepasados.
Esta imagen ha perdurado a través de la historia y aún hoy sigue fascinándonos. La obsesión de nuestra cultura por los gatos no es más que una manifestación más reciente de esa antigua relación que han mantenido humanos y felinos. Nuestra opinión sobre los gatos determina las actitudes que mantenemos hacia ellos y, consecuentemente, reaccionamos de diferentes maneras —con miedo o afecto— ante su personalidad o su apariencia. Las sociedades antiguas también manifestaron una gran diversidad de actitudes, y su comportamiento con respecto a los felinos es evidente si analizamos la multitud de imágenes, creencias y cultos que se han asociado a estas majestuosas criaturas desde tiempos inmemoriales.
Los poderosos iconos del pasado, las múltiples imágenes del gato relacionan su naturaleza, la de uno de los predadores más poderosos de la Tierra, con las preocupaciones humanas universales. El efecto de este animal sobre la imaginación humana ha producido un caleidoscopio de imágenes naturalistas, místicas y antropomórficas; a menudo los felinos no han sido sólo contemplados como simples animales, también se les ha considerado agentes conspiradores de brujería y poseedores de poderes sobrenaturales. Indiscutibles maestros de la cautela y la astucia, y, en cuanto a los grandes gatos, de la fuerza y la fiereza, los felinos han combinado la noción de supervivencia con la simbología del éxito y han sido asociados con los individuos más poderosos de las sociedades humanas; guerreros, chamanes, jefes y, finalmente, la realeza.
La interpretación de la forma felina en el arte y la mitología de las sociedades antiguas y de las más recientes revela la existencia de factores psicológicos y culturales. Junto con las descripciones naturalistas, tales como la Puerta del León de Micenas, los leopardos de marfil de Benin o los jaguares de la antigua cerámica peruana, contamos además con las representaciones más frecuentes de extrañas criaturas antropomórficas, híbridos de la imaginación humana que mezclan libremente la forma felina con la de otros animales o la de los propios humanos. Desde el inicio de los tiempos al felino se le reconoció la capacidad de encamar determinadas cualidades humanas que, reflejadas en el arte del Egipto faraónico, en la Grecia clásica o en la América precolombina, se expresaban bajo la forma de seres fantásticos que habitaban sólo en las mentes de sus creadores.
En nuestros días el culto al gato lo impregna todo y es más complejo que nunca. Aunque las imágenes mágicas de enormes monstruos gatunos, hechiceros, demonios y divinidades hayan sido desterradas al reino de la fantasía y del cine, las imágenes de los grandes gatos todavía siguen empleándose para transmitir autoridad, poder, prestigio y riqueza desde los escudos de armas hasta los coches veloces y las joyas. Cientos de hogares se han convertido en territorio de una aparente infinita variedad de felinos domesticados. La actual consideración del gato como animal de compañía dice mucho de nuestra forma de vida, nuestras costumbres y nuestra cambiante opinión del mundo natural y del lugar que en él ocupamos, del mismo modo que las actitudes pasadas nos han revelado características similares de las antiguas sociedades. Y mientras las actitudes modernas resultarían sin duda tan extrañas e incomprensibles a nuestros ancestros como a nosotros sus creencias, la imagen del felino, sin embargo, ha conservado su lugar en la imaginación del hombre.