«[…] Usted, como yo, somos inteligencias literarias outsider. De lo que me honro […] Siempre estaré en capacidad de leer lo suyo. Se trata de un mundo narrativo demasiado a contracorriente de la abundosa narrativa del consumo masivo, desde Eco hasta Isabel Allende […]».
(J UAN L ISCANO , Caracas, 1990).
El presente libro se publica póstumamente gracias a una autorización que, más de un año antes de su muerte, dejara expresa el escritor el día cuando la Universidad de Los Andes le confirió el Doctorado «Honoris Causa» [Mención Literatura] en la ciudad de Mérida, hoy República Bolivariana de Venezuela. Se trata de una recopilación de la relación epistolar entre Jiménez Ure y Liscano, así como también los escritos —publicados en diversos periódicos— de éste último con respecto a las obras de Ure.
Juan Liscano
Jiménez Ure a contracorriente
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SebastiánArena30.01.14
Título original: Jiménez Ure a contracorriente
Juan Liscano, 2008
Diseño de portada: SebastiánArena
Editor digital: SebastiánArena
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JUAN LISCANO (1915-2001). Poeta, ensayista, crítico, editor, estudioso del folclore y la cultura popular. Hijo de Juan Liscano y Clementina Velutini. Un acontecimiento capital de la infancia del futuro poeta fue la temprana muerte de su padre, hombre de libros, y el posterior matrimonio de su madre, así como la instalación de la familia en Europa y los estudios realizados en aristocráticos colegios en donde descubre de adolescente sus inclinaciones literarias.
A su regreso a Venezuela en 1934 se vincula con el ambiente universitario opositor al gomecismo y cultiva las letras con la desaprobación de su familia. En 1939, en un gesto de ruptura, se instala en la Colonia Tovar y allí comienza simultáneamente a dar forma a un primer poemario y se le revelan las diversas formas de la cultura popular campesina a la que se dedicará como estudioso en los años siguientes, en particular cuando se relaciona con las manifestaciones negras de la región barloventeña. De una poesía que él mismo llamó cartelaria pasa a una lírica que corresponde cada vez más a las tendencias hispanófilas y rimadas que fueron peculiares en la poesía hispanoamericana de los años 40.
En Venezuela la poesía cultivada por el Grupo Viernes, de enorme influencia hasta en los escritores que lo adversaban, entre los que se encontraba Liscano, derivó en algunos autores hacia un americanismo telurista o nuevomundismo del que Liscano llega a ser un representante. A la vez de poeta cívico reconocido y de personaje público, crea las primeras instituciones modernas dedicadas al conocimiento de la cultura popular. Es así como, para el acto de toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos, dirige el equipo que hace posible la realización de la legendaria «Fiesta de la tradición», gracias a la cual coinciden en un mismo escenario los bailes y danzas de las diversas regiones de Venezuela interpretadas por sus legítimos cultores. El derrocamiento de Gallegos hace que se estrechen sus nexos con Acción Democrática y que a la vez se vincule a militantes del Partido Comunista que integran también la resistencia a la dictadura militar. Por ese motivo es invitado a salir del país y se instala en Francia. En el exilio trabará amistad personal con Gallegos, a quien llega a alojar en su casa y a quien dedicará luego algunos estudios.
Cuando regresa a Venezuela en 1958 trae escrito el poemario épico Nuevo Mundo Orinoco, en el que los indios, los conquistadores, los libertadores y la dramática comprensión de la historia como problema para la conciencia individual se juntan con la exploración mítica del tema del petróleo. Su obra, sin embargo, no responde al momento pues existe una nueva generación literaria que critica el pasado, desvalora la literatura de los años 40 y tiene otros patrones artísticos que considera contemporáneos y distintos. Al estallar la lucha armada a comienzos de los años 60, Liscano toma partido en contra y entra en disputa con los sectores culturales de izquierda que practican la subversión literaria. En este contexto polémico funda en 1964 la revista Zona Franca que concibe como un espacio libre de dogmatismos estéticos y cuyos méritos han terminado por ser apreciados cuando se la entiende dentro de la historia de las revistas culturales del país. Mientras, su poesía sufre un nuevo cambio de registro y en 1966 publica Cármenes, un libro en el que el sexo y el erotismo se trasfiguran en mística cósmica.
En los años siguientes sufrirá nuevas crisis personales y de conciencia, especialmente cuando profundiza su interés por las doctrinas orientales y la oposición a la tecnología y el progreso como lo entiende la materialista sociedad del capitalismo, que rechaza y denuncia tanto como la opresión del sistema comunista. Pareciera que se aleja de la literatura pero esto no impide que realice un libro de crítica y valoración personal como Panorama de la literatura venezolana actual (1973), obra capital de referencia. De la misma manera continúa una intensa labor pública y participa en las tareas de creación del Consejo Nacional de la Cultura o se desempeña como Director Literario y luego Presidente de la editorial Monte Ávila.
Puesto que uno de los ejes de su concepción de la literatura está en no separar vida y obra, enfrenta duramente los llamados «textualismos» que fomentan movimientos como el estructuralismo, a los que responde con Espiritualidad y literatura: una relación tormentosa (1976), libro de gran interés para el estudio de la historia del ensayo venezolano del siglo XX . Los años 80 son época de madurez literaria y serenidad personal que se expresan también en poemarios esenciales para la historia literaria del país: Fundaciones (1981), Myesis (1982), Vencimiento (1986), entre otros, vienen a manifestar un modo literario que desde sus principios en 1939 había sufrido mutaciones, rupturas y fuertes cambios de dirección. Los ensayos contenidos en el volumen Los mitos de la sexualidad en Oriente y Occidente (1988) rematan un largo tránsito intelectual y afectivo por un tema que envuelve la totalidad de su producción.
Al contenido se junta una adecuada resolución formal que está ausente en otros crispados libros que publica en esa misma época en los que explora otros asuntos propios de sus permanentes preocupaciones trascendentalistas. Conoce en ese momento el reconocimiento y aceptación de la opinión pública, participa en polémicos foros con jóvenes a fin de debatir las peculiaridades de la actual sociedad y cultura de masas. En esa misma época, financiada por sus propios medios, lanza una pequeña editorial alternativa, Mandorla, dedicada a autores ubicados fuera de las modas y los circuitos de éxito. Durante los años 90, a pesar de que su salud se ve resentida, mantiene un constante ejercicio intelectual en sus combativos artículos de prensa y en libros dedicados a la temática política. En la crisis política que se hace patente en 199l se une a los llamados «notables» y particularmente junto con Arturo Uslar Pietri realiza una seria reflexión acerca de los problemas institucionales que sufre el país. Proseguirá las tareas de crítica y disidencia propias de un intelectual con aguda conciencia moral cuando el panorama político venezolano cambia en 1998, sin interrumpir por ello la creación poética hasta el final de sus días.