Análisis muy crítico de la política de la política exterior de la URSS y de la III Internacional desde su fundación hasta fines de los años 40. La política seguida por Stalin, lejos de querer extendder la revolución mundial, tenía como propósito defender los intereses geopolíticos de la URSS, para lo que trato de evitar o frenar cualquier fenómeno revolucionario, ya fuese en China, en Yogoeslavia, Grecia, España, Francia, o Alemania. Stalin no solo sacrificó a sus compañeros sino que con sus políticas, el nazismo y posteriormente las potencias occidentales lograron conservar sus colonias y mantener los mismos gobiernos conservadores que antes de la guerra.
©1970, Claudín, Fernando
©1970, Ruedo Ibérico
ISBN: 9788485361045
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I. De la Komintern al Kominform
NOTA editorial
El libro La crisis del movimiento comunista - de Komintern a Kominform fué en el tiempo que se publicó (1970) la obra que minuciosamente y de mejor manera describe la base histórica del movimiento comunista.
La primera parte del libro trata de la disolución de la Internacional Comunista en 1943 durante la segunda guerra mundial e investiga las causas políticas, las condiciones de trabajo político y las derrotas sufridas por el Komintern antes de su disolución. Claudín, en su obra, plantea las grandes derrotas de la clase obrera en Alemania durante las décadas de los 20 y 30, y durante la guerra civil española. El inicio de la lucha en los países colonizados y las dificultades de la revolución en China son temas que también son planteados.
La segunda parte del libro describe de una manera competente las actividades de los diferentes movimientos de resistencia durante la segunda guerra mundial, la victoria de la revolución en Yugoslavia, como tambien las posibilidades revolucionarias que fueron destruidas en Francia, Italia y otros países de Europa occidental. Otros temas que Claudín aborda son la ruptura de relaciones entre Moscú y Tito, la Unión Soviética y la guerra fría, la revolución en China y el nuevo balance de poder en el mundo.
Los análisis de Claudín naturalmente dan lugar a argumentos en contra y nosotros vamos a publicar reseñas críticas , pero la obra es seria y toma el tema de la historia del Komintern de una manera honesta y objectiva.
Fernando Claudín, durante la guerra civil española fué líder del movimiento juvenil del partido comunista, fué miembro de la dirección del partido y también miembro del comité central y buró político hasta su expulsión al inicio de los años 60. Después de la guerra civil española Claudín vivió en exilio en Méjico y la Unión Soviética.
Febrero de 2008
Prefacio de Jorge Semprún
AQUÍ nos encontramos, sin duda, con un libro importante. O mucho me equivoco - o me equivoca y confunde la amistad, la coincidencia de opiniones en cuanto a lo esencial y el interés mismo por el tema - o La crisis del movimiento comunista de Fernando Claudín, cuyo primer tomo lanzamos ahora, con Ruedo Ibérico, a la luz pública, será por muchos años una obra de consulta, de referencia, indispensable, y para muchos, ejemplar, en cuanto a su método y a la elaboración del material histórico conseguida. Libro importante, pues, pero no sólo desde el punto de vista de la mera erudición, de la racionalización de una experiencia social y política de medio siglo, sino también desde otro, más práctico y urgente: el de la elaboración de una nueva estrategia de lucha por el socialismo.
Tres razones principales confluyen para darle a este libro la importancia que no tardará en reconocérsele. En primer lugar, el tema mismo. La investigación crítica de la historia del movimiento comunista no es, en efecto, problema de poca monta. En realidad, sin una clara comprensión de las razones o sinrazones históricas que han llevado a la involución, primero, y a la descomposición burocrática, muy poco después, del proyecto revolucionario mundial fundado en octubre de 1917, no es ni siquiera posible plantearse un esquema estratégico de intervención en los procesos reales de la actual crisis social del capitalismo europeo.
Tal vez se nos diga que dicho objeto del ensayo de Claudín no es excepcional. Y no lo es, ciertamente. Sobre la historia de la Internacional Comunista, ya sea en su conjunto, ya en relación con aspectos parciales de la misma, podrían citarse decenas de títulos. Pero lo que es excepcional en el trabajo de Claudín es el método puesto en práctica, y que actúa no sólo a nivel de la estructura formal de la obra, sino que informa asimismo la visión estratégica subyacente, transformando así la investigación del pasado en esclarecimiento crítico de los caminos posibles del porvenir.
Lo excepcional del método de Claudín - y estoy enunciando, sin duda, una paradójica verdad de Perogrullo - es que es marxista. Aquí, a lo largo de varios centenares de apretadas páginas, siguiendo los vericuetos de un análisis complejo, porque la realidad también lo era, lo que recobra frescor, eficacia, brillantez, fuerza de convicción: vigencia, en una palabra, es el método marxista de análisis histórico. Aquí, lo que se ha puesto en marcha, paciente, tercamente, con fuerza demoledora, es el "viejo topo" de Marx, el "viejo topo" de la implacable crítica de la historia misma, cuando se transforma de mera objetividad en conciencia revolucionaria.
Demostración esta de la vigencia del método marxista de análisis histórico que cobra aún mayor fuerza porque el objeto de la investigación - la historia del movimiento comunista - el producto - todo lo aberrante que se quiera, pero producto, en fin de cuentas - de la acción misma del marxismo, o, para ser más preciso, de la corriente hegemónica - rusa - del marxismo oficial e institucionalizado. Ahora bien, que el marxismo comience a aplicar, como en este ensayo de Claudín, a los resultados imprevistos de su propia acción, las armas de la crítica - en espera de la tal vez inevitable crítica de las armas, de la violencia revolucionaria de las masas - constituye un hecho eminentemente positivo.
Pero, a estas alturas, más de un lector se habrá propuesto ya intervenir airadamente en este prólogo, poniendo el grito en el cielo. ¿Cómo es posible afirmar que lo excepcional del ensayo de Claudín sea su método marxista? ¿No ha habido otros trabajos críticos sobre la historia del movimiento comunista, inspirados en las fuentes del pensamiento marxista? Sin ir más lejos, ¿no tenemos ya en la obra de Trotski, desde 1924-1926, un conjunto coherente, macizo, de análisis críticos de la realidad rusa, del estalinismo, de los errores de la Internacional Comunista? Sin duda, lo tenemos. No es casual que en este primer tomo del ensayo de Claudín haya tantas referencias al pensamiento crítico-teórico de Trotski.
Y es que no es posible plantearse la reconstrucción teórica, el análisis interno, del itinerario de la Internacional Comunista y del Estado ruso, en el periodo estaliniano, sin recurrir a los aportes y elaboraciones de Trotski. Pero no es menos cierto que dicho recurso, si pretende ser fecundo, si se propone rebasar la fase arqueológica (reconstrucción teórica de la verdad del pasado) para desembocar en una visión estratégica (organización de los instrumentos teórico-prácticos de transformación de la realidad actual), tiene que poner de manifiesto las limitaciones intrínsecas de la obra de Trotski.
Entre esas limitaciones, y para el caso que nos ocupa concretamente, conviene destacar una fundamental. Se deriva esa limitación de lo que no hay más remedio que llamar idealismo subjetivo y voluntarista de Trotski (de sus epígonos, mejor no hablar, por respeto a la obra de Lev Davidovitch; y no es tampoco casual que el pensamiento político de Trotski no tenga herederos; no es casual que lo único válido que se haya producido, inspirándose en los trabajos del gran revolucionario ruso, sea la obra histórico-biográfica de Isaac Deutscher, en algunos aspectos magistral, pero que no rebasa, ni puede proponérselo, los marcos de la arqueología).