Las dictaduras de Hitler y Stalin fueron los dos regímenes más letales de la historia y los protagonistas de la guerra más devastadora que ha conocido la humanidad. A pesar de los múltiples paralelismos y semejanzas que se han establecido entre nacionalsocialismo y comunismo —el culto enfermizo al líder, las promesas de un futuro utópico, el terror como arma política o la absoluta negación de las libertades y derechos individuales—, el historiador Richard Overy analiza las indudables diferencias entre los dos sistemas, como el énfasis que Hitler puso en el nacionalismo y Stalin en la lucha proletaria contra la burguesía.
Más de cincuenta años después de la muerte de ambos dictadores, la sombra perversa que proyectaron sigue planteando inquietantes preguntas: ¿por qué tantos ciudadanos les dieron su apoyo durante tanto tiempo?, ¿qué vínculos se establecieron entre la masa y el líder?, ¿hemos aprendido lo suficiente como para no cometer los mismos errores? Tras analizar el contexto europeo donde emergieron ambos totalitarismos, Overy investiga los diversos aparatos de propaganda, la extensión del odio al disidente, la creación de una política cultural y educativa al servicio del régimen, y termina centrándose en la preparación de la guerra y en sus fatales consecuencias. Dictadores no es sólo una magna obra de investigación, sino también un absorbente relato de la historia más oscura del siglo XX.
Richard J. Overy
Dictadores
La Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin
ePub r1.0
Titivillus 04.07.2020
Título original: The Dictators. Hitler’s Germany and Stalin's Russia
Richard J. Overy, 2004
Traducción: Jordi Beltrán Ferrer, 2006
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Mapas
ABREVIATURAS
BA-B: Bundesarchiv-Berlin (Lichterfelde) Checa: Comisión Extraordinaria para Combatir la Contrarrevolución y el Sabotaje DNVP: Deutschnationale Volkspartei (Partido Nacional del Pueblo Alemán) Gestapa: Geheimes Staatspolizeiamt (Departamento de Policía Secreta del Estado) Gestapo: Geheimes Staatspolizei (Policía Secreta del Estado) Gosplan: Comisión de Planificación del Estado GPU: Administración Política del Estado
Gulag: Administración Principal de Campos de Trabajo Correccional GUPR: Administración Principal de Trabajos Forzados IG Farben: Interessengemeinschaft Farben AG (Trust de Fabricantes de Colorantes) ITK: Colonia de trabajo correccional
ITL: Campo de trabajo correccional
IWM: Imperial War Museum (Museo Imperial de la Guerra, Londres) KGB: Comité de Seguridad del Estado
Komsomol: Liga Leninista Comunista Unificada de la Juventud NKVD: Comisariado Popular para Asuntos Internos NSDAP: Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista) OGPU: Administración Política Unificada del Estado OKW: Oberkommando der Wehrmacht (Mando Supremo de las Fuerzas Armadas) PCUS: Partido Comunista de la Unión Soviética PDE: Campo de prueba y depuración
PNB: Producto nacional bruto
PRO: Registro Público, Kew, Londres
Rabkrin: Inspección de Obreros y Campesinos
RSHA: Reichssicherheitshauptamt (Oficina Principal de la Seguridad del Reich) SA: Sturmabteilungen (Tropas de Choque)
SD: Sicherheitsdienst (Servicio de Seguridad) SLON: Campos del Norte para Fines Especiales SS: Schutzstaffel (Cuerpo de Protección)
URSS: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas NOTA SOBRE LA TERMINOLOGÍA En todo el texto la palabra «tonelada» se refiere a su modalidad métrica; dentro de lo posible, también se han convertido al sistema métrico decimal otros pesos, así como distancias. He preferido usar la denominación Unión Soviética al acrónimo URSS en todo el texto, principalmente por motivos estéticos, así como el término completo «nacionalsocialista» al más común «nazi», que empezó a utilizarse para abreviar y que el régimen nunca empleó para referirse a sí mismo. En cuanto al término «comunista», no debe interpretarse como referencia exclusiva a la forma soviética; había muchas variedades de comunistas, incluso en la Unión Soviética.
Las agrupaciones humanas tienen un propósito principal: reivindicar el derecho de todos a ser diferentes, a ser especiales, a pensar, sentir y vivir a su manera. Las personas se unen con el objeto de conquistar o defender este derecho. Pero aquí es donde nace un error terrible, fatídico: la creencia de que estas agrupaciones, en nombre de una raza, un Dios, un partido o un Estado, son el propósito mismo de la vida, en vez de ser sencillamente un medio para alcanzar un fin. ¡No! El único sentido verdadero y duradero de la lucha por la vida radica en el individuo, en sus modestas peculiaridades y en su derecho a esas peculiaridades.
Vasily Grossman, Life and Fate, pág. 230
Prefacio
Hitler y Stalin han formado parte de mi vida durante demasiado tiempo. Empezaron a interesarme cuando era un colegial precoz y he trabajado en las dos dictaduras y en temas afines durante buena parte de los últimos treinta años. Fui estudiante cuando imperaba la vieja escuela totalitaria, que explicaba el gobierno dictatorial diciendo que consistía en la dominación mediante el miedo, ejercida por unos tiranos psicópatas. En aquel tiempo todavía se trataba de manera diferente a los dos dictadores: Hitler era sencillamente un monstruo, mientras que Stalin era un hombre al que la necesidad había obligado a preservar la Revolución de 1917, empleando medios salvajes que estaban justificados por los nobles fines que el comunismo soviético pretendía representar. «¿Traicionó Stalin la Revolución?» era el título del trabajo que me asignaron y una pregunta que inducía a pensar que la respuesta dependía de cómo se interpretara. Nadie habría preguntado «¿Traicionó Hitler al pueblo alemán?». Hitler era un hombre aparte, y punto.
Transcurridos treinta años, los dos hombres se enmarcan en un contexto muy diferente. Esto no se debe a que se les haya perdonado las cosas terribles que sus sistemas hicieron a sus propios pueblos y a otros, sino a que los sistemas no eran sencillamente cosa de un solo hombre. Hace ya mucho tiempo que es posible, y muy necesario, escribir la historia de estos dos dictadores con perspectivas en las cuales los dos interpreten sólo un papel pequeño y con frecuencia distante. Alemania y la Unión Soviética eran sociedades grandes y complejas cuyos valores, comportamiento, aspiraciones y desarrollo debían algo a la personalidad desmesurada que ocupaba el centro, pero obviamente se componían de muchos elementos, cada uno con su propia trayectoria, su propia y detallada historia social y política, sus propios perpetradores, espectadores y víctimas. Cuanto más sabemos sobre la periferia, más claro está que el centro triunfó sólo en la medida en que gran parte de la población aceptó los dos sistemas y colaboró con ellos, u organizó su vida de forma que evitase, dentro de lo posible, el contacto directo con los peligrosos poderes del Estado, o aprobó los propósitos morales de las dictaduras y aplaudió sus logros. Hoy día una biografía de Hitler y Stalin tiene que ser una historia de su vida y su tiempo o, mejor aún, una historia que los sitúe en las sociedades que les dieron origen y examine la dinámica que mantuvo unida la dictadura en vez de limitarse a la imagen simplista del déspota omnipotente.
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