Analía Argento - De vuelta a casa: historias de hijos y nietos restituidos
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- Libro:De vuelta a casa: historias de hijos y nietos restituidos
- Autor:
- Editor:Editorial Marea
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- Año:2008
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De vuelta a casa: historias de hijos y nietos restituidos: resumen, descripción y anotación
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A Maia y Caterina, mis hijas
Cada una de las historias de quienes fuimos despojados de nuestra identidad tiene sus particularidades distintivas. Eso nos hace personas con historias únicas e irrepetibles; existen tantas historias como nietos que recuperamos nuestra identidad. Pero a pesar de que año tras año seguimos reencontrándonos con nuevos hermanos (así nos llamamos entre nosotros), somos pocos los que hemos profundizado en las particularidades de las historias de otros nietos. Quizás sin quererlo o estipularlo de antemano, lo aprendimos de nuestras abuelas, que desde que emprendieron esta lucha decidieron socializar la abuelidad. Es decir, cada abuela busca a todos los nietos y no solamente al suyo. En las reuniones de trabajo, asambleas ordinarias y extraordinarias, cada una de ellas posee una cuota de angustia y perplejidad ante la situación inentendible de la desaparición de sus hijos –por cierto de extrema dureza–, pero a pesar de esto, han volcado su energía en pensar las estrategias más inteligentes para dar con la identidad de alguno de nosotros, sus nietos. Este proceder permitió que en muchos casos el dolor se haya podido apaciguar y transformar en energía para la lucha. Aún hoy, todo se maneja de este modo en cada reunión de los martes, en cada asamblea extraordinaria y en cada asamblea anual del mes de mayo, donde abuelas y nietos de todo el país nos encontramos y fundimos en un gran abrazo .
Las páginas de este libro me llevaron a conocer, ahora sí con más profundidad, las historias de otros nietos cuyos detalles ignoraba. Tal es el caso de la historia de Claudia, a la que le encuentro muchas similitudes con la mía, tal vez por las características de sus apropiadores. Me identifico en parte con la forma en que enfrenta los desafíos de la construcción de su verdadera identidad. Comparto con ella el malestar que nos provoca que aquellos que nos conocen desde hace tiempo no se adapten a lo sucedido y nos sigan llamando con el nombre falso, el que nos asignó la dictadura por medio de sus ejecutores. Esas actitudes nos hacen pensar que aún subsisten en esta sociedad algunos pocos representantes del “no te metás”. También pude conocer el deseo constante de Claudia de saber, de conocer y de acercarse a sus padres, aspectos que inmediatamente me recordaron a los momentos de la recuperación de mi identidad. Mi familia me decía: “Andá más despacio, necesitás más tiempo para procesar todo”. Sin embargo, yo dedicaba todo el tiempo que podía durante esos primeros meses para saber y conocer más de mis papás y de lo que realmente había sucedido .
Muchas familias apropiadoras similares a la de Claudia o a la mía vivían con el temor constante de que fuésemos encontrados, o que nos diéramos cuenta solos de la mentira que habitaba en el seno de esos “hogares”. Como consecuencia de esto, en esas casas reinaban el encierro y el cuidado extremo, combinados con el temor egoísta de que nada nos pasara y que nada les pasara a ellos. Los apropiadores hacían todo para evitar que les sacaran a sus “objetos” –nosotros–, aquellos que “merecidamente” habían conseguido. Ese cuidado egoísta –tanto en mi caso como en el de Claudia Poblete Hlaczik– nos postergó el disfrute de las cosas cotidianas y sencillas de la vida de cualquier persona de nuestra edad. Al mismo tiempo, me doy cuenta de que esa imposibilidad de vivir de manera normal fue también una oportunidad para desarrollar e incrementar el deseo de descubrir la verdad oculta de nuestra historia. Nos vimos obligados a transformarnos en autodidactas que nos rebelamos a aceptar el orden establecido y que recorrimos la vida en busca de señales que nos acercaran al tesoro de lo verdadero .
Recuerdo que años antes de dar con mi verdad, leí el maravilloso libro de Julio Verne, Los hijos del Capitán Grant. La historia narra un viaje por los mares del mundo en busca del tesoro escondido en algún territorio desconocido. Más allá de lo atrapante de la novela, para mí se convirtió en la metáfora que me alentaba a descubrir que no todo estaba bien en esa escenografía cinematográfica que se habían encargado de montar a mi alrededor .
Los hijos de desaparecidos apropiados somos la representación del fracaso de la totalidad del proyecto de la dictadura. “Mientras esté falseada la identidad de un nieto, está falseada la identidad del pueblo argentino”, dicen las Abuelas con mucha vehemencia, y es estrictamente cierto. Tal es el caso de los hermanos Ruiz Dameri. Los verdugos de sus padres nunca hubiesen esperado que esos tres hermanos volvieran a encontrarse con su verdadera filiación y que los tres pudieran volver a encontrarse como cuando eran pequeños. Si bien la menor de ellos, Laura, se reencontró recientemente con su identidad y acaba de emprender el largo camino de reconstrucción. Los que hemos pasado por ese reencuentro hace algunos años nunca terminamos de agregar una pieza más al rompecabezas que el terrorismo de Estado se ocupó de romper en mil pedazos. Sabemos que nos llevará muchos años de nuestra vida terminar de reconstruirlo, si es que hay un final en todo esto. En mi caso en particular y en el marco de la reconstrucción, aún me queda conocer a muchos compañeros de mis viejos. La primera etapa fue de un acercamiento más general, pero ahora faltan partes esenciales que tienen que ver con la militancia activa de mis padres, las pintadas, las reuniones en la básica Beto Simona de la calle Zabala, la participación de mi padre en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y su posterior desvinculación para integrar directamente la JP (Juventud Peronista), los actos a los que asistieron, como el de Montoneros en la cancha de Atlanta y el acto del 1º de Mayo cuando Montoneros decidió retirarse de la Plaza de Mayo, o la militancia de mi madre en la villa General Mitre en el barrio de Colegiales. En síntesis, una serie de etapas por las que todos nosotros pasamos o al menos sentimos que debemos transitar .
Vanina Falco (de pie a la izquierda). A la derecha de su hija biológica, Luis Falco (ex oficial de Inteligencia de la Policía Federal) sostiene a Matías Reggiardo Tolosa, por entonces Miara Castillo. Junto a él, el ex subcomisario Samuel Miara sostiene a quienes entonces eran llamados Mariano Falco y Gonzalo Miara Castillo y que luego se descubriría son en realidad Juan Cabandié y Gonzalo Reggiardo Tolosa .
A veces, como me sucedió, la charla con personas que han estado cerca de nuestros padres no es del todo positiva. Fue lo que viví con algunos sobrevivientes de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Tuve la sensación de que no estaban siendo sinceros conmigo. Sentí que muchas cosas que saben no las van a decir hasta sus últimos días. Muchos esperamos que alguna vez se sinceren y cuenten cómo se sucedieron los acontecimientos durante esos años adentro de ese centro clandestino de detención. Sin ánimo de ejercer un juicio sobre ellos, sigo simplemente a la espera de elementos que me ayuden a conocer con propiedad el contexto de la desaparición de mi madre, el de mi nacimiento y el de la vida de cinco mil compañeros que pasaron por ahí .
Quizás estoy cansado de que me mientan. Fueron muchos años de esa lógica y ya no acepto tales actitudes .
Está claro para nosotros –y con muchos lo hemos hablado infinidad de veces– que al descubrir nuestra identidad no termina el periplo de la verdad. Entonces recién comienza. Lo esencial se salda en el mismo momento que conocemos nuestra verdadera historia, pero de ahí en más comienza una etapa nueva, de apropiación de la historia y de la identidad, de revisión, de mucha reflexión, pero sobre todo de mucha valentía y voluntad por encaminarse en la reconstrucción de todas las piezas que permiten entender o conocer el contexto en el que nacimos, las motivaciones de nuestros padres por transformar nuestro país, el coraje de afrontar las adversidades que presentaba el escenario político en el contexto de la violencia ejercida desde el Estado represor. Es así como nos alegramos cuando paulatinamente uno de nuestro hermanos comienza el camino de la reconstrucción, es así como no podemos dejar de alegrarnos con los relatos vertidos en estas páginas por Marquitos Suárez Vedoya, o la complacencia que me causa leer la entrevista de Aníbal (Simón), a quien conocí de casualidad. Claro que llamamos casualidad a esas coincidencias que no llegamos a explicarnos .
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