Portada: Imagen del papiro erótico de Turín modificada por el autor.
Grupo de terracota datado en época ptolemaica mostrando una pareja en pleno acto sexual, acompañados de otros individuos representados en un tamaño menor. Obsérvese que el varón protagonista, aparte de un descomunal miembro, presenta la coleta lateral que en el Antiguo Egipto identificaba a los niños. Museo de Brooklyn (Nueva York).
Sobre el autor
El amor por la historia y la arqueología me ha acompañado desde niño, y he tenido la suerte de crecer en una zona rica en restos procedentes de diversas culturas pasadas; algo que me ha dado la oportunidad de participar en numerosas excavaciones arqueológicas en yacimientos de época ibérica y romana en la Comunidad Valenciana (España). Soy licenciado en Historia, especializado en Historia Antigua y Protohistoria, y hasta ahora he publicado en papel los libros: “Los íberos” (Akal, 2013), “Los íberos y su mundo” (Akal, 2014) y “Los íberos y la guerra” (Amazon, 2015). En formato electrónico he publicado “El escondite de las momias reales” (Amazon KDP, 2014), “La tumba de Tutankamon y la maldición de las momias” (Amazon KDP, 2014) y “Los íberos y la guerra” (Amazon KDP, 2014).
© Benjamín Collado Hinarejos, 2015. Reservados todos los derechos sobre el texto y las imágenes del autor. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto y de las imágenes propiedad del autor sin su expresa autorización.
Sexo y erotismo en el Antiguo Egipto
Tabla de contenidos
1.- Introducción
¿Cuál es la idea que tenemos del erotismo en el Antiguo Egipto? Seguramente a la mayoría de personas a las que hagamos esta pregunta lo primero que les venga a la cabeza sea la imagen de unas bailarinas ligeras de ropa que se contornean lascivas ante el faraón que, complacido, observa el espectáculo sentado en su trono mientras unas jóvenes criadas, casi unas niñas, le sirven vino desnudas o cubriéndose apenas con algunas transparencias.
Si a estas imágenes, que ciertamente son reales y ampliamente representadas en el arte egipcio, unimos informaciones interesadas transmitidas por otras fuentes antiguas, principalmente romanas, que se cebaron con la “depravada” Cleopatra, la reina que escandalizó a Roma seduciendo a algunos de sus más ilustres hijos (Julio Cesar y Marco Antonio), y cuya vida sexual se encargaron de airear y amplificar hasta el absurdo; comprenderemos por qué ha calado en el imaginario popular la idea de un Egipto completamente desinhibido sexualmente, cuando no pervertido y degenerado, en el que se daban cita todas las conductas sexuales posibles, incluidas las consideradas como más reprobables.
Pero lo cierto es que nos encontramos con la paradoja de que a pesar de estar ante una cultura en la que la sexualidad se trataba con mayor naturalidad y libertad que en otros pueblos de la antigüedad como pudieran ser el griego o el romano, apenas nos han dejado muestras de arte erótico ni menciones explícitas a la práctica sexual más allá de las que se desarrollaban entre sus dioses; todo lo contrario que en los otros dos pueblos mencionados, donde son numerosísimos los relatos escritos de temática abiertamente erótica, así como las representaciones sexuales en la pintura, escultura, joyería etc.
Aún así los datos parecen indicar que en el antiguo Egipto el sexo se vería en general como una actividad abierta, muy alejada de las connotaciones negativas y los sentimientos de culpa que vemos en otras culturas, tanto antiguas como actuales. Pero no podemos olvidar que la cultura egipcia se desarrolló a lo largo de más de 3.000 años, con lo que es muy probable que durante ese vasto periodo de tiempo la visión sobre la sexualidad y el erotismo fuera cambiando y atravesara periodos de mayor o menor libertad y permisividad o incluso tuviera sus modas. Esto es algo que se ha podido comprobar en no pocas ocasiones, por ejemplo en la decoración de una tumba de la XVIII dinastía, donde originariamente se pintó a una sirvienta desnuda, pero varias décadas más tarde su nuevo propietario consideró que esa imagen no era apropiada e hizo retocarla añadiéndole ropajes que cubrieran su cuerpo. Es solo una muestra y podría tratarse simplemente de una cuestión de gustos personales, pero no es el único indicio.
Tanto en las pinturas y bajorrelieves de las tumbas y monumentos como en algunos papiros es relativamente frecuente encontrar escenas con hombres y mujeres totalmente desnudos o apenas cubiertos; algo que ha contribuido a dar esa imagen de sociedad empapada de erotismo y sensualidad. Pero a pesar de que algunos autores actuales han insistido en la idea de que quizá para los egipcios estas imágenes no tendrían las implicaciones eróticas que nosotros percibimos, las referencias encontradas en diversos textos, sobre todo en la poesía amorosa de época ramésida, nos dicen lo contrario, para ellos los cuerpos semidesnudos, los pechos al aire y los vestidos transparentes tenían la misma carga erótica que para nosotros.
Tampoco debemos olvidar que el egipcio era un pueblo muy religioso, y el hecho de que en sus textos e imágenes sagradas aparezcan frecuentes alusiones a relaciones sexuales, incluidos incestos, adulterios, masturbaciones, homosexualidad, e incluso actos de necrofilia, habría contribuido de una forma decisiva a que la sexualidad se viera como algo completamente natural, tanto en esta vida como en la otra, aunque muy alejado de esa visión de excesos que quisieron transmitir algunas fuentes posteriores.
En las páginas que siguen me propongo trazar un somero esbozo del modo en que esta cultura milenaria se aproximó a un aspecto tan importante de las relaciones humanas como es la sexualidad, y el modo en el que fue plasmada en sus obras de arte y en sus escritos. Y lo hago consciente de la dificultad, por no decir imposibilidad, de tratar el tema alejándome de los prejuicios y condicionamientos impuestos por la cultura que nos ha tocado vivir, muy alejada en todos los aspectos de la que se desarrolló a orillas del Nilo hace más de 5000 años.
2.- El estudio de la sexualidad en el Egipto antiguo
A la hora de estudiar esta importante faceta de la vida egipcia debemos echar mano de dos tipos de fuentes. Por un lado encontramos una serie de representaciones artísticas en los más diversos formatos, y por otra parte contamos con un importante número de textos.
Cuando analizamos los textos tenemos que hacer una diferenciación entre aquellos que aparecen grabados en los monumentos y tumbas, que tienden a ser un poco más “pudorosos”, y los papiros escritos, que pueden ser de muy diversa temática: desde libros prácticos sobre medicina, enseñanzas, relatos de viajes, interpretación de sueños, etc., a obras puramente literarias como cuentos o poemas. Algunos de estos textos pueden ser de lo más explícitos.
Por lo que respecta a las representaciones artísticas, estas aparecen en todo tipo de soportes y formatos. Desde los relieves y gran estatuaria oficial que encontramos en templos, monumentos y tumbas de la realeza y altos dignatarios, acompañados en muchos casos de pinturas con la misma estética y tratamiento del erotismo, a las obras más populares, como amuletos, pequeñas esculturas y objetos de uso cotidiano a los que se da forma o decora con motivos eróticos, sin olvidar los dibujos sobre papiro. No podemos dejar de lado los dibujos y grabados encontrados en las paredes de piedra de algunas canteras y los realizados sobre ostraca (Pequeñas lajas de piedra o cerámica sobre las que se trazaban esbozos de dibujos o textos) que suelen mostrar las escenas de sexo más explícitas y desenfadadas.
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