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Christian Jacq - Guía del antiguo Egipto

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Christian Jacq Guía del antiguo Egipto
  • Libro:
    Guía del antiguo Egipto
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2014
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Guía del antiguo Egipto: resumen, descripción y anotación

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Christian Jacq, el egiptólogo más famoso del mundo, nos acompaña por los lugares arqueológicos más espectaculares del país bañado por el Nilo. Siguiendo un itinerario cronológico, se aventura en el desierto, en los oasis y en los lugares que los faraones eligieron para erigir los templos majestuosos que han legado a la eternidad. Un viaje emocionante en busca de las raíces de la historia, en un país conocido pero siempre misterioso.

«Este libro es una invitación a la fiesta la fiesta de un viaje inolvidable, la fiesta de la mirada, la fiesta del espíritu, pues el antiguo Egipto es una de las más bellas creaciones del hombre. Contemplando estas piedras venerables revivimos la historia a través de monumentos que son también obras maestras Uno tiene la sensación de encontrarse con el hombre eterno, aquel que sabe construir, expresar la belleza, dar un sentido a la vida».

Christian Jacq

Christian Jacq Guía del antiguo Egipto ePub r12 Rusli 010914 Título - photo 1

Christian Jacq

Guía del antiguo Egipto

ePub r1.2

Rusli 01.09.14

Título original: Les grands monuments de L’Égypte ancienne

Christian Jacq, 1986

Traducción: Manuel Serrat Crespo

Editor digital: Rusli

ePub base r1.1

A Claude Gagnière tras los pasos de los faraones Menfis o el poderío del - photo 2

A Claude Gagnière,

tras los pasos de los faraones

Menfis o el poderío del Imperio Antiguo Un palmeral a unos treinta kilómetros - photo 3
Menfis
o el poderío del Imperio Antiguo

Un palmeral a unos treinta kilómetros al sur de El Cairo. Algunos restos de antiguas piedras, una esfinge de alabastro con enigmática sonrisa y que parece velar sobre la nada, un coloso tendido de Ramsés II prisionero de un edificio moderno: eso es todo lo que subsiste de la primera capital de Egipto, la poderosa Menfis, uno de los mayores centros religiosos y administrativos del mundo antiguo.

El nombre de Menfis procede del egipcio Men-nefer, «la perfección es estable», nombre de la pirámide del faraón Pepi I (Imperio Antiguo). La ciudad era conocida también como «el muro blanco», en recuerdo del primer recinto de Menes, «la balanza de las dos tierras» y «la vida de las dos tierras», pues era el punto de equilibrio y de conjunción entre el Delta y el Valle, entre el Alto y el Bajo Egipto.

El gran templo de Ptah, joya arquitectónica de Menfis, ha desaparecido. Sin embargo, ha conseguido transmitir un nombre célebre en el mundo entero: el templo se llamaba, en efecto, Hut-ka-Ptah, «el santuario de la energía del dios Ptah», palabra que produjo aiguptos en griego y, finalmente, Egipto.

Menfis fue fundada por Menes, «el Estable», el faraón que unificó los dos países. Su emplazamiento estaba particularmente bien elegido Ocupando una posición estratégica, Menfis estaba rodeada de tierras muy ricas. En el Imperio Antiguo la ciudad conoció un gran desarrollo; encarna realmente el poderío de esa época en la que la civilización faraónica, en su primer vigor y juventud, vive una edad de oro que será considerada un modelo por las generaciones posteriores.

Menfis era la sede del dios Ptah, extraña figura desprovista de bóveda del cráneo y envuelta en un sudario. Pero esa fúnebre apariencia es una muerte que oculta la vida: Ptah creó el mundo con el Verbo y dirigió la mano de los artesanos para introducir la vida en la materia inerte. Dios secreto, era el patrono de los Maestros de Obra y los orfebres encargados de trabajar el oro, considerado como la carne de los dioses. Cualquier artesano digno de ese nombre pasaba por una «escuela» menfita para descubrir las reglas de su arte.

Además de sus célebres talleres, Menfis tenía otros puntos fuertes, en especial un puerto, un arsenal y una fábrica de armas. En Menfis se construían también barcos. Por lo demás, ésta es la razón de que la importancia económica de la ciudad perdurase a lo largo de toda la historia egipcia. Los sucesivos invasores, etíopes, asirios, persas, griegos, romanos, sabían que para someter Egipto era preciso apoderarse de Menfis.

Ramsés II se interesó mucho por Menfis, tanto más cuanto uno de sus hijos, Khaemuase, fue su sumo sacerdote. Apasionado por la arqueología, erudito y mago, Khaemuase exploraba incansablemente la necrópolis menfita y hacía restaurar monumentos que amenazaban ruina.

Mientras la otra gran ciudad de Egipto, Tebas, la única capaz de rivalizar con Menfis, se mantuvo estrictamente egipcia, la primera capital de los faraones se abrió de buena gana a las influencias extranjeras a partir del Imperio Nuevo. Todos los viajeros extranjeros van a Menfis. Se comercia mucho: griegos, asiáticos, judíos se instalan en ella. Algunos dioses extranjeros tienen incluso su lugar de culto. Se trataba pues de una ciudad cosmopolita, donde las razas se mezclaban, donde Oriente palpitaba en un torbellino de colores y ruidos.

Después de la fundación de Alejandría en el siglo III a. J. C., comienza el declive de Menfis. Alejandría nunca será una verdadera ciudad egipcia. Está en el lindero del país, a orillas del mar, pero poco a poco va agrupando las actividades que forjaban la riqueza de la vieja ciudad de los faraones. Menfis conservará su estatuto de centro religioso pero perderá su importancia económica.

Fueron los cristianos y los árabes quienes destruyeron Menfis. En el siglo IV d. J. C., alentados por el edicto de Teodosio, algunos cristianos fueron presa de un furor fanático contra el pasado faraónico. En lugar de limitarse a transformar en iglesias los antiguos templos, destruyeron numerosos edificios. Esta prueba, sin embargo, habría podido ser parcialmente superada si los árabes no hubiesen invadido el país. Para construir lo que iba a convertirse en El Cairo, aniquilaron los vestigios de Menfis, utilizándola como cantera, desmontando piedra a piedra los monumentos. Además, en la época de los mamelucos, el descuido administrativo fue tal que el notable sistema de canales, creado por Menes, se degradó de un modo irremediable. Con la ruptura de los diques que protegían los últimos vestigios de la antigua capital, llegó la muerte definitiva de Menfis. El propio emplazamiento de la «vida de las dos tierras» desapareció de la memoria de los hombres y sólo fue identificado a comienzos del siglo XIX.

Menfis ha desaparecido; sin embargo, permanece lo esencial: su inmensa necrópolis, esos prestigiosos parajes que se llaman Gizeh y Saqqara, un territorio que se extiende a lo largo de 50 Km por la orilla izquierda del Nilo. Cuando escribimos «necrópolis» podría creerse que la muerte ha vencido a la vida. Pero, para los egipcios, no hay realmente tumba, sepultura, cementerio, aunque hoy nos veamos obligados a emplear estos términos para que se nos comprenda. La tumba es la «morada de eternidad». Sólo ella puede durar y superar la prueba del tiempo. Menfis la poderosa, la brillante ciudad, ha desaparecido. Pero su necrópolis, su inmensa ciudad de los muertos donde reina otra vida, ha subsistido. Ahora dirigiremos nuestros pasos hacia ese universo, «dando camino a nuestros pies», como dicen los textos egipcios.

Saqqara, el templo del alma

Comenzaremos nuestra exploración de la necrópolis menfita por el paraje de Saqqara. Habitualmente los turistas empiezan por el de las pirámides. Pero mejor será seguir un orden cronológico: Saqqara es la pirámide escalonada, que data de la III dinastía mientras que las pirámides de Gizeh datan de la IV dinastía.

Saqqara se halla al sur de El Cairo, en la orilla oeste del Nilo, en el emplazamiento de un arrabal de la antigua Menfís consagrado al dios Sokaris. La aldea dio su nombre a una vasta necrópolis, de casi 8 km de largo. Aquí, al borde de la llanura líbica, está el reino del desierto. Es la tierra sagrada que domina el Valle del Nilo. Es posible encontrar aún el silencio y la soledad en Saqqara, menos desfigurada por el turismo que la llanura de las pirámides. Sokaris, el dios de los espacios subterráneos, vela por unos monumentos de todas las épocas cuyo florón más importante es la extraordinaria pirámide escalonada, el primer gran edificio de piedra de la arquitectura egipcia.

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