B REVE HISTORIA
DE LOS P IRATAS
B REVE HISTORIA
DE LOS P IRATAS
S ILVIA M IGUENS
Colección: Breve Historia
www.brevehistoria.com
www.nowtilus.com
Título: Breve historia de los piratas
Autor: ©Silvia Miguens
© 2010 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
Editor: Santos Rodríguez
Edición: Juan Francisco Díaz Hidalgo
Coordinación editorial: Graciela de Oyarzábal
Marketing: Donatella Iannuzzi
Diseño y realización de cubiertas: Universo Cultura y Ocio
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las co rres pondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes re produjeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su trans formación, interpretación o ejecución fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva auto rización.
ISBN: 978-84-9763-709-1
Libro electrónico: primera edición
En un trabajo honrado lo corriente es
trabajar mucho y ganar poco:
la vida del pirata, en cambio, es plenitud
y saciedad, placer y fortuna,
libertad y además poder.
B ARTHOLOMEW R OBERTS
(1682-1722)
L A C ANCIÓN D EL P IRATA
J OSÉ DE E SPRONCEDA
Con diez cañones por banda,
Viento en popa a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el Temido ,
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;
Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia a un lado; al otro Europa,
Y allá a su frente, Estambul.
«Navega, velero mío,
Sin temor,
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta, ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.
»Veinte presas
Hemos hecho
A despecho
Del inglés,
Y han rendido
Sus pendones
Cien naciones
A mis pies».
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
»Allá muevan feroz guerra
Ciegos reyes
Por un palmo más de tierra,
Que yo aquí tengo por mío
Cuanto abarca el mar bravío,
A quién nadie impuso leyes.
»Y no hay playa,
Sea cualquiera,
Ni bandera
De esplendor,
Que no sienta
Mi derecho
Y dé pecho
A mi valor.
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
»A la voz de ‘¡barco viene!’
Es de ver
Cómo vira y se previene
A todo trapo a escapar:
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.
»En las presas
Yo divido
Lo cogido
Por igual.
Solo quiero
Por riqueza
La belleza
Sin rival.
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
»¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
No me abandone la suerte,
Y al mismo que me condena
Colgaré de alguna entena
Quizá en su propio navío.
»Y si caigo,
¿Qué es la vida?
Por perdida ya la di,
Cuando el yugo
Del esclavo,
Como un bravo,
Sacudí.
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
»Son mi música mejor
Aquilones,
El estrépito y temblor
De los cables sacudidos,
Del ronco mar los bramidos
Y el rugir de mis cañones.
»Y del trueno
Al son violento,
Y del viento
Al rebramar,
Yo me duermo
Sosegado,
Arrullado
Por el mar.»
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.»
Í NDICE
Todos los piratas…
(Introducción)
Todos los piratas…
Desde el momento mismo en que los humanos comenzaron a producir bienes que consideraron propios y privados y esto determinó diferencias entre ellos, hubo quienes quedaron fuera de esos bienes y decidieron apropiárselos por la fuerza. Así surgieron los bandidos, bandoleros y salteadores que ponían temor a aquellos que transportaban riquezas por los caminos. A su vez, cuando algunos hombres descubrieron que podían viajar y transportar productos por el mar, se hicieron navegantes. Y cuando otros se dieron cuenta de que podían asaltar a esos navegantes, se volvieron piratas.
Mediante la invasión, las guerras de conquista, el dominio y el saqueo, se formaron riquezas personales y Estados. En medio de todo ello siempre hubo trabajadores autónomos, profesionales marginales, a veces mercenarios asociados a gobernantes y otras, patriotas luchando por la independencia, pero siempre dispuestos a compartir la tarea de quitarle la riqueza a los otros.
De esta manera, la piratería, al transcurrir paralela a la historia de la navegación, tuvo diferentes momentos de esplendor que coincidieron fundamentalmente con la cantidad de barcos cargados de mercancías que circulaban por los mares.
Desde los trirremes fenicios de una sola vela, dueños absolutos del Mediterráneo antiguo, pasando por sus primos los cartagineses desplazando a los griegos con sus pentecónteras de cincuenta remos y eternamente enfrentados a sus vecinos romanos, hasta las modernas embarcaciones que aún hoy se dedican al pillaje en los mares cerca de Borneo y Sumatra, la piratería ha tenido momentos de gloria y de decadencia, con actores que han conocido la celebridad y otros que han sido devorados por el olvido.
Aunque pocos son los registros que nos quedan, muchos fueron los piratas que asolaron las aguas del Mediterráneo en la época arcaica sobre naves fenicias, griegas o romanas. Fueron aventureros hambrientos de riqueza o socios de unos u otros según se construían o desarmaban los imperios.
Empujados por el destierro reconstruyeron la geografía con los Pueblos del Mar que avanzaron por las costas del Mediterráneo buscando un lugar nuevo donde establecerse. Asaltaron barcos fenicios cuando éstos eran soberanos del comercio y de las colonias costeras, combatieron a los persas y pusieron en jaque al Imperio romano en uno de sus momentos de mayor crecimiento.
Desde el Norte llegaron en veloces drakkars de velas rayadas en el siglo VIII, cuando los rubios vikingos entraron en escena y dispersaron el temor por todas las costas europeas o en los dhows mozambiqueños abrieron la mayor ruta comercial entre China y la península arábiga llevando y trayendo productos para comerciar y esclavos para vender.
En el Oriente mismo, ya en el siglo XII, los wokou , temibles piratas japoneses, se adueñaron de las costas de China y Corea y pusieron en aprietos a las naves del emperador y a la posterior dinastía Ming.
Pero, de toda esta historia las mejores páginas pertenecen, sin duda, a los siglos XVI y XVII en que se dio la Edad de Oro de la piratería. Fue sobre las aguas calientes del Caribe donde se escribió el capítulo más característico de la historia de la piratería. Más allá de la construcción de los estereotipos que la hicieron famosa, la piratería como hecho histórico no fue un fenómeno simple o de manifestaciones aisladas de los mercaderes errantes o una delincuencia organizada con intenciones de saqueos y riqueza fácil, ni la expresión romántica de aventureros buscando la fama.
Aunque, por lo general, los piratas no reconocían más leyes ni gobiernos que los propios y su empresa era un acto autónomo en el cual arriesgaban la vida por una fortuna rápida, las actividades piráticas en una determinada región tenían como consecuencia la dinamización de la vida e co nómica de la ciudad que les servía de base y en donde se volcaban los productos obtenidos. Allí se creaban numerosos empleos que generaban aumento de la población, se reactivaba la vida social y surgían especialidades profesionales, incluso dentro de la misma piratería, que exigía expertos en navegación, oficiales y capitanes, maestres de velamen, pilotos, médicos cirujanos, músicos, carpinteros, artilleros, herreros (J. y F. GALL, El filibusterismo , México, FCE, 1978, 160-162).
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