1914. EL QUIEBRE DE LA HISTORIA
Causas y consecuencias de la primera guerra mundial
Jesús Sánchez Rodríguez
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La tratados de paz y sus consecuencias 31
Extensión inicial de los derechos democráticos 45
En 1914, en vísperas de la primera guerra mundial, Europa dominaba el mundo. La revolución industrial y el desarrollo capitalista habían provocado un enorme crecimiento de la riqueza y habían impulsado el poder de los Estados europeos que habían extendido su dominio colonial por el mundo, especialmente en África y Asia, durante el último tercio del siglo XIX. La dominación burguesa en el plano social, político y cultural se había extendido haciendo retroceder a las clases del antiguo régimen.
Pero, al lado de esta tendencia expansiva del dominio capitalista europeo toda una serie de señales mostraban las fuerzas que le amenazaban y que saldrían violentamente a la superficie con el estallido de la primera guerra mundial, abriendo un período de grandes transformaciones durante los siguientes decenios, y provocando de esta manera uno los cambios más profundos de la historia moderna. Las rivalidades entre las potencias europeas se intensificaron en el período anterior al desencadenamiento del conflicto y entraron en escena otros aspirantes imperialistas extra-europeos como Estados Unidos y Japón. El movimiento obrero desafiaba al dominio burgués y continuaba su expansión por el continente. El nacionalismo se había convertido en una formidable fuerza que amenazaba especialmente a los viejos imperios en decadencia como el austro-húngaro y el turco, pero que también contribuía a reforzar las aspiraciones imperialistas y los conflictos estatales.
A pesar del incremento de las tensiones y conflictos que se sucedieron en los años inmediatamente anteriores a la gran guerra, parece que nadie deseaba un conflicto de las características que asoló Europa. La carnicería y las miserias que desencadenó cambiarían en poco tiempo el combativo espíritu patriótico inicial de cada país por otro de amargura y rebelión que trasformaría el mapa geopolítico de Europa con la desaparición de viejos imperios y monarquías, la aparición de nuevas naciones y el desencadenamiento de revoluciones proletarias que darían lugar al nacimiento del primer Estado obrero de la historia.
Pero si estas fueron las consecuencias inmediatas provocadas por la primera guerra mundial, su onda de choque se prolongaría mucho más allá de 1918. En realidad, como sostienen muchos autores, en 1914 se iniciaron tres décadas de guerras mundiales tras las cuales el mundo cambió totalmente.
LA SITUACIÓN ANTERIOR A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La situación geoestratégica mundial
En la primera década del siglo XX Europa ejercía la hegemonía mundial apoyándose en la fuerza expansiva del sistema económico dominante, el capitalismo, y de su superioridad intelectual, técnica y militar, a su vez todo ello acompañado de su expansión demográfica – representaba el 26% de la población mundial – y su fuerte emigración. Si se exceptúan algunos territorios como los dominios británicos, EEUU y Japón, el resto se situaba en una relación colonial o semi-colonial con Europa fruto de su política de expansión imperialista. Pero había tres factores que representaban un peligro progresivo para dicha hegemonía: las rivalidades imperialistas de las grandes potencias generaban un caos creciente en las relaciones internacionales; aparecían serios competidores extra-europeos como EEUU y Japón; y una serie de problemas internos recorrían los Estados europeos, entre los que sobresalían la agitación social y política del sindicalismo, los partidos socialistas y el nacionalismo.
En vísperas de la primera guerra mundial en Europa había una gran potencia mundial hegemónica, Gran Bretaña, en fase de declinación. Según la teoría del sistema-mundo1, de esta declinación hegemónica debería surgir una nueva potencia hegemónica mundial, ésta sería la vencedora en la guerra mundial en dos fases que se desarrollaría en el mundo en las tres décadas siguientes.
Pero en el continente europeo la potencia dominante era Alemania, después de su victoria sobre Francia en 1871. Su nueva situación en Europa la llevó a ambicionar una posición importante también en el reparto colonial del mundo2, en el cual tenía una posición retrasada frente a los dos grandes imperios coloniales europeos, Gran Bretaña
1 Arrighi y Wallerstein son los dos principales autores adscritos a la teoría del sistema-mundo. Esta teoría distingue cuatro ciclos centrados en otras tantas potencias hegemónicas, que corresponden aproximadamente a un siglo largo y que tienen un pequeño solapamiento. El tercero es el ciclo británico, y abarcó aproximadamente desde mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo XX. Lo más característico del tercer ciclo, centrado en el Reino Unido, fue la fusión entre capitalismo e imperialismo. En este tercer ciclo, la etapa de hegemonía ascendente tuvo lugar entre 1798-1815, la victoria hegemónica entre 1815-1850, la madurez hegemónica entre 1850-1873, y la declinación entre 1873-1897.
2 La weltpolitik alemana era la política destinada a hacer del Reich una potencia mundial similar al imperio británico. y Francia. Su nueva posición continental la convirtió en uno de los aspirantes a la nueva potencia hegemónica mundial en sustitución de Gran Bretaña.
Otros tres imperios territoriales, en fase de decadencia, se asentaban en Europa o en sus límites, Austria-Hungría, Rusia y el Imperio turco. Los tres tenían intereses y ambiciones en los Balcanes dónde se enfrentaron inmediatamente antes de la primera guerra mundial. El Imperio turco terminó de perder sus territorios en esa zona en la guerra de 1912 y quedó aún más debilitado; en realidad estaba bajo control de las potencias europeas de las que dependía para su desarrollo económico, y que, a su vez, temían por su supervivencia. Austria-Hungría estaba minada por los problemas internos de las diferentes nacionalidades que la componían y vio frustradas sus ambiciones en los Balcanes con el ascenso de Serbia. Rusia fue la más beneficiada con el retroceso turco y por su alianza con Serbia, pero internamente también atravesaba problemas, había sido derrotada por Japón en 1904, y la revolución de 1905 había obligado a hacer concesiones a la autocracia zarista.
Fuera de Europa otras dos potencias comenzaban a despuntar. En primer lugar, los EE.UU. que había completado su expansión interior, había empezado a extender su dominio por el resto del continente americano y se había convertido en la primera potencia industrial, sobrepasando a los europeos en diversos campos ya antes de la primera guerra mundial gracias a la abundancia de recursos naturales y la llegada de inmigrantes europeos. Estas características y su posición geográfica alejada del teatro de los conflictos europeos le convertirían en el segundo y mejor situado de los aspirantes a nueva potencia hegemónica mundial. Japón era la segunda potencia extra-europea en ascenso, después de su tardía pero rápida industrialización impulsada por el Estado. Antes de 1914 había derrotado a China y Rusia y había extendido su dominación a Manchuria, Corea, Formosa y otros lugares de Asia, impulsada por la necesidad para su economía de asegurarse mercados externos y reservas de materias primas.
Preparación para la guerra
El punto de partida se debe de situar en unas décadas anteriores cuando, después de la derrota francesa por Prusia se creó el imperio alemán3. A partir de ese momento, la preponderancia continental conseguida por Alemania fue mantenida en los años siguientes mediante una serie de alianzas establecidas a su alrededor por la diplomacia de Bismark, su objetivo principal era aislar a Francia para evitar que pudiese llevar a la práctica el deseo de desquite por su derrota. Estas alianzas se concretaron en tres sistemas diferentes y consecutivos de acuerdos en los que participaron, además de Alemania, Rusia, Austria-Hungría, e Italia. El objetivo de Bismark era doble, aislar a Francia, a la que había derrotado en 1871, y neutralizar a Rusia. El primer objetivo lo consiguió con gran éxito, en tanto que el segundo fue más frágil.