Esta quinta edición me ha ofrecido la oportunidad de llevar a cabo un repaso a fondo del texto original. Por un lado, diversos capítulos han sido reescritos, algunos de ellos divididos, se ha añadido material adicional para así incorporar las investigaciones más recientes y la bibliografía se ha revisado y ampliado. Por el otro, se han redactado dos nuevos capítulos para poner al día el texto, y se han insertado diversos mapas. Dada la importancia de la contribución del doctor Steven Morewood, me ha parecido apropiado firmar conjuntamente este volumen.
Quiero también ampliar mi agradecimiento al doctor Richard Jones de la Escuela de Estudios Históricos de la Universidad de Leicester por su eficaz asistencia informática y en la digitalización de los mapas. Asimismo, mi reconocimiento para John Mitchell, censor jurado de cuentas de la Southside Mitsubishi, por facilitar a Derek Aldcroft un incalculable apoyo administrativo durante su estancia en Perth, y para la doctora Elizabeth Stephens, analista de riesgos políticos del Grupo JLT, por revisar los nuevos capítulos.
DEREK H . ALDCROFT
ABREVIATURAS
ACE Administración para la Cooperación Económica
AELC Acuerdo Europeo de Libre Cambio
BCE Banco Central Europeo
BEI Banco Europeo de Inversiones
BERD Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo
BIRD Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (o Fomento)
CAME o COMECON Consejo de Ayuda Mutua Económica
CE Comunidad Europea
CEE Comunidad Económica Europea
DEG Derechos Especiales de Giros
FEEF Fondo Europeo de Estabilidad Financiera
FMI Fondo Monetario Internacional
GATT Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
IED Inversión Extranjera Directa
IME Instituto Monetario Europeo
MEC Mecanismo Europeo de Cambio
MEEF Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera
MUE Mercado Único Europeo
NAIRU Tasa de Desempleo No Aceleradora de la Inflación
OECE Organización Europea de Cooperación Económica
OIT Organización Internacional del Trabajo
OMC Organización Mundial del Comercio
PAC Política Agrícola Común
PASOK Movimiento Socialista Panhelénico
PHARE Polonia-Hungría Ayuda a la Reestructuración Económica
PIB Producto Interior Bruto
PIIG Portugal, Irlanda, Italia y Grecia
PNB Producto Nacional Bruto
PRE Programa de Recuperación de Europa
RDA República Democrática de Alemania
TI Tecnologías de la Información
UE Unión Europea
UEP Unión Europea de Pagos
UME Unión Monetaria Europea
UNRRA Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación
WWW Red Informática Mundial
INTRODUCCIÓN
Tanto política como económicamente el siglo XX ha sido, hasta la fecha, mucho más turbulento que el XIX . Dos guerras mundiales y una gran depresión son suficientes para justificar esta afirmación. Y si las décadas de los cincuenta y sesenta parecen en comparación relativamente estables, acontecimientos más recientes sugieren que esto puede no ser necesariamente el orden natural de las cosas.
El orden liberal y bastante estable de la primera década, aproximadamente, del siglo XX se quebró violentamente por el estallido de la primera guerra mundial. Hasta aquel momento el desarrollo internacional y las relaciones políticas, aunque sujetos a tensiones de naturaleza menor de vez en cuando, nunca habían estado seriamente expuestos a un traumatismo externo de tan violenta magnitud. Desafortunadamente, en la época poca gente se percató de qué guerra tan larga estaba empezando, y aún menos apreciaron qué enorme impacto iba a tener en las relaciones económicas y sociales. Además, hubo un sentimiento general, aceptado fácilmente en los círculos de las clases dirigentes, de que después del período de hostilidades sería posible continuar donde se habían dejado las cosas; en otras palabras, recrear la belle époque de la era eduardiana.
Sin embargo, esto no iba a suceder, aunque durante casi una década los estadistas se afanaron por volver a lo que consideraban como «normalidad». En sí mismo, éste fue uno de los profundos errores de la primera década de la posguerra, puesto que debiera haber estado claro que las operaciones de compensación de la guerra y la posguerra habían roto el anterior equilibrio y habían socavado su resistencia hasta un punto en el que el sistema económico se había hecho vulnerable a traumatismos externos. Además, no era sólo en el campo económico que su fuerza había sido erosionada; tanto política como socialmente Europa se había debilitado y muchos países, en los primeros años de la posguerra, estaban al borde del cataclismo social.
La mayoría pasaba por alto la fragilidad económica y política europea de los años veinte, más por ignorancia que intencionadamente. Intentando resucitar el sistema prebélico, los estadistas creían que estaban proporcionando una solución, y el hecho de que Europa participara en la prosperidad de los últimos años veinte pareció indicar que su opinión no era equivocada. Pero tan pronto como la burbuja de la prosperidad estalló en 1929, la vulnerabilidad de la economía europea se hizo evidente. Los soportes estructurales eran demasiado débiles para resistir sacudidas violentas y así el edificio se vino abajo.
No es sorprendente, por tanto, que los años de 1929 a 1932 vieran una de las peores depresiones de la historia. Ni dado el estado de la ciencia económica en la época, es sorprendente que los gobiernos adoptaran políticas que sólo sirvieron para empeorar la crisis. Además, las políticas adoptadas tendieron a ser de naturaleza protectora, diseñadas para aislar las economías interiores de la influencia de los acontecimientos exteriores. Cuando la recuperación llegó en 1933, debió relativamente poco a consideraciones políticas, aunque después algunos gobiernos intentaron programas más ambiciosos de estimulación. Pero la recuperación, al menos en términos de generación de empleo, fue lenta y desigual, de manera que incluso en 1937 muchos países estaban todavía operando muy por debajo de su capacidad de recursos. La brecha se cerró más tarde por el rearme y el estallido de la guerra.
Europa entró en la segunda guerra mundial en un estado relativamente más débil que en 1914, y en consecuencia salió de ella en 1945 en una condición más postrada que en 1918. Ciertamente, en lo referente a la pérdida de vidas, destrucción física y declive de los niveles de vida, la posición de Europa era mucho peor que después de la primera guerra mundial. Por otra parte, tanto durante la guerra como en la fase de reconstrucción de la posguerra de los últimos años cuarenta, se evitaron algunos de los errores y equivocaciones de la anterior experiencia. La inflación se contuvo mucho más fácilmente entre 1939 y 1945, y las violentas inflaciones de los primeros años veinte en general no se repitieron después de la segunda guerra mundial. El mapa de Europa se dividió mucho más clara y esmeradamente (con la excepción de Berlín) que lo había sido después de 1918, aun cuando ello derivó en dos bloques de poder, el Este y el Oeste. Los vencidos no fueron agobiados con exacciones irracionales que habían sido la causa de tanta amargura y disputas en los años veinte. Finalmente, los gobiernos dejaron de mirar hacia atrás, a los felices días de antes de la guerra; esta vez fue la planificación para el futuro lo que ocupó su atención. Esta línea de pensamiento se reflejó en el compromiso de mantener el pleno empleo y todo lo que esto supone en términos de crecimiento y estabilidad. En un plano más amplio, también halló expresión positiva en la disponibilidad para cooperar internacionalmente en la reconstrucción venidera, y el generoso programa de ayuda norteamericano de los últimos años cuarenta fue una manifestación concreta del nuevo enfoque.