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Aparecido en la India en el siglo v antes de nuestra era (según las últimas investigaciones históricas), el budismo encuentra sus fundamentos en las enseñanzas de Sidarta Gautama (Sakyamuni), Buda, personaje histórico que mostró la vía de la iluminación y la liberación (el nirvana). Sin embargo, hay que entender que el budismo no nace de la nada, sino que tiene profundas raíces en el hinduismo, razón por la cual este libro dedica sus primeros capítulos a la India prebudista.
El término «buda» (con be minúscula; no confundir con el Buda histórico, que se escribe con be mayúscula) es una palabra sánscrita que se traduce como ‘iluminado’, es decir, un ser libre de la ignorancia, que ya no es prisionero de las apariencias ilusorias que impiden discernir la realidad tal como es. El budismo enseña que todos los seres poseen la naturaleza de buda ( tathagatagarbha , en sánscrito).
Mediante la meditación, el practicante budista observa sus pensamientos sin dejarse llevar por ellos, apacigua su mente y es capaz de reconocer su verdadera naturaleza ( shunyata , vacío).
Esta práctica de la meditación budista permite, en primer lugar, desarrollar cualidades como la compasión, la sabiduría y la ecuanimidad y, en segundo lugar, eliminar gradualmente el ego, la fuente de todo sufrimiento.
En rigor, no puede considerarse el budismo como una religión, sino más bien como «un camino de liberación». No obstante, y debido a los cultos populares tributados a la figura de Buda, puede admitirse el budismo como una forma de religión, si bien el Buda histórico nunca pretendió ser un ente divino, sino un hombre ordinario. Tampoco es una filosofía, aunque sus diferentes interpretaciones hermenéuticas lo pueden vincular de algún modo a un corpus filosófico.
El budismo, término forjado en Occidente en el siglo XIX , se difundió por una gran parte de Asia, desde la India a Japón, pasando por Sri Lanka, Indonesia, Birmania y China.
Gautama, más conocido por el nombre de Buda, es un personaje histórico, divinizado en los siglos que seguirán a su muerte. Aunque las fechas que marcaron su existencia son objeto de discusión, se estima que su biografía abarca un período a caballo entre los siglos V y IV antes de nuestra era. Tras abandonar una existencia real para vivir durante varios años como asceta, Buda se dedicó a la meditación. A través de esta práctica alcanzó el despertar (o nirvana), la liberación del sufrimiento por el conocimiento de la vida, de la muerte y del infinito. Consciente de que esta experiencia en concreto no podía compartirse, se contentó con descubrir los métodos que permitían llegar a tal liberación. Así, en torno al 525, les enseñó a sus cinco primeros discípulos las Cuatro Nobles Verdades: la definición del sufrimiento, que es universal; la procedencia de este sufrimiento, que viene del deseo; la posibilidad de interrumpirlo y los medios para lograr el nirvana.
A la muerte de Buda, que había pasado sus últimos años difundiendo su enseñanza, los monjes se habrían reunido en Rajagraha para un Primer Concilio. Allí se habrían rememorado todas las palabras del «Bienaventurado», con el fin de poder retransmitirlas oralmente a las generaciones futuras. Así, el budismo radica ante todo en una tradición oral de varios siglos de antigüedad. Los textos resultantes, llamados Tipitaka (‘Tres Canastas’), y escritos en primer lugar en pali y luego en sánscrito, serán reunidos y completados sólo al principio de nuestra era. Esa es la razón por la cual los especialistas utilizan las fuentes budistas con mucha precaución, pues saben que las certezas son escasas, puesto que, ya desde el Segundo Concilio, celebrado en el siglo IV a. C., las disensiones afloran entre los adeptos. Estos se dividen entonces en dos corrientes de pensamiento: mahasamghika y sthaviravadin. Es muy probable que, entre algunas de las dieciocho escuelas nacidas en el transcurso de este concilio, los desacuerdos tuvieran como propósito modificar los textos originales para atribuirse una credibilidad mayor.
En el siglo III antes de nuestra era, el Tercer Concilio se celebra en Pataliputra, bajo la dirección del emperador Asoka. Este soberano, cansado de las guerras y del sufrimiento, quiso restablecer un reino pacífico basado en el budismo. Es él, pues, quien impulsa la primera expansión de las palabras de Buda. En el momento del concilio, todos los monjes se ponen de acuerdo sobre la necesidad de enviar predicadores más allá de sus fronteras. Así es como Mahinda, monje e hijo de Asoka, difunde la enseñanza budista en Ceilán (el futuro Sri Lanka). La expansión del budismo avanza porque ofrece una esperanza de liberación inmediata, lo que atrae siempre a más adeptos. Además, no implica un rito particular y da lugar a muchos sincretismos con el hinduismo y los cultos populares.
El budismo aparece en China alrededor del siglo I de nuestra era, pero empieza a arraigar a partir del siglo V , bajo la dinastía de Wei. Alcanzará luego Vietnam y Corea. En este país, entonces dividido en diferentes reinos, adoptan la enseñanza budista en el siglo VI , antes de que pase a extenderse a Japón en el siglo VI , a través del rey de Paekche. El budismo se implantará con firmeza en Japón durante la regencia del príncipe Shotoku (593-621).
En el Tíbet se difunde el budismo tántrico mediante las enseñanzas del monje Padmasambhava, en el siglo VIII . El budismo tibetano se caracteriza por un profundo sincretismo entre el chamanismo bön y el budismo tántrico.
Al principio de la era cristiana, el budismo conservaba sólo la escuela Theravada. La difusión de esta corriente del budismo y la ausencia de una ortodoxia sólida y global originaron múltiples escuelas de pensamientos, que se dejaron influir por las creencias ya presentes en los territorios por donde se propagaron. Tras varios siglos de existencia, el budismo se dividía pues en tres grandes tendencias:
- El Pequeño Vehículo o Hinayana, basado en las enseñanzas primitivas (la corriente Theravada es la única escuela que permanece de este budismo primitivo) y en el hecho de que el despertar es asequible sólo a un reducido número de adeptos. No obstante, se sabe que el término despectivo «Pequeño Vehículo» fue una invención de la corriente Mahayana, que intentaba así desacreditar al budismo Theravada para promover las excelencias de su propia doctrina.