PREFACIO
El deseo más intenso y más profundo del hombre es el de alcanzar la felicidad ... También la economía tiende a este fin al cual está subordinada como medium ad finem. Por tanto, la economía no puede, como algunos han creído, consistir en la búsqueda y en la doctrina de los medios adecuados para aumentar la producción, sino que es útil que se interese por la producción en cuanto que ésta es susceptible de aumentar la posibilidad de que los hombres vivan contentos.
R. Michels, Economia e felicità, Milán, 1918, p. 1
Después de una temporada en la que han sido muy raros los libros de texto de historia económica europea que no fuesen traducciones, sobre todo del inglés, se asiste ahora a una floración de textos italianos, la mayor parte de los cuales han sido producidos por estudiosos del período moderno que cuando llegan a la edad contemporánea, si es que llegan, lo hacen de un modo residual. Por ello he pensado preparar un volumen con un planteamiento centrado en el período contemporáneo modulado por la sucesión de las revoluciones industriales. El focus es Europa, porque aquí se generó la primera revolución industrial, pero como en la segunda y tercera revoluciones industriales se han visto ampliamente implicados Estados Unidos y Japón, también estos protagonistas se sitúan en el cuadro que ofrece este libro, como ya se ha hecho en otras historias de Europa.
El volumen es intencionadamente conciso. Actualmente son muchos los cursos de historia económica y de historia contemporánea en los que siguen siendo indispensables unos antecedentes generales, pero también se quiere poder ofrecer algún contenido más especializado. Disponiendo de un texto general de dimensiones proporcionadas se puede pedir al estudiante que realice alguna otra lectura de refuerzo. En fin, en un mundo ya informatizado se está acostumbrado a la localización de materiales adicionales de toda clase a través de instrumentos mediáticos y al libro de texto se le piden los conceptos y las interpretaciones fundamentales.
El planteamiento del volumen es, pues, conceptual e interpretativo, sin omitir del todo la periodización cronológica: los síntomas de la revolución industrial inglesa; su difusión en el continente europeo, en Estados Unidos y en Japón; los efectos de las dos guerras mundiales y de la crisis de 1929; la gran expansión después de la segunda guerra mundial. No se tratan con detalle todos los países europeos, pero no se descuida ningún acontecimiento significativo para la evolución de Europa y del mundo, incluida la trayectoria de la Unión Soviética, a la que se dedica todo un capítulo. También me he inclinado por lo esencial porque nunca me ha gustado la histoire événementielle y creo que los detalles no interesan más que a los especialistas; en el texto, de todos modos, se hace referencia, en notas, a los resultados de la literatura más reciente, para todos aquellos que deseen profundizar en algún aspecto de lo tratado. En cambio, considero de suma importancia mostrar a los jóvenes y al lector no especialista el significado de los grandes movimientos de la economía mundial que nos han llevado a la situación actual, caracterizada por una esperanza de vida y unos niveles de consumo incomparablemente superiores a los de la civilización agraria, pero que también se enfrenta a tantos retos, entre los cuales resulta prioritario el de extender los beneficios del progreso económico a los miles de millones de personas que todavía quedan fuera de él. Este volumen no se ocupa de estos desafíos, sino de la reconstrucción del hilo lógico y cronológico que ha seguido la dinámica del progreso económico en el mundo y de los principales perfiles con los que se ha manifestado este progreso, para que se conozcan mejor sus premisas, sus límites y la dirección de su marcha.
El volumen contiene una tesis que constituye también la estructura expositiva y justifica el título, tesis que se articula sintéticamente del modo que sigue. La revolución industrial, con la que comienza la transformación económica y social del mundo, no podía nacer más que en Europa, donde se había consolidado una concepción del hombre de origen cristiano, que al tiempo que exaltaba la libertad limitaba el poder sobre los demás hombres. Efectivamente, sólo esta concepción es la que deja el campo libre para que se ponga de manifiesto la competencia, el resorte del progreso: el hombre debe ser libre para expresar su creatividad y su talento, pero nunca para alcanzar posiciones de poder absoluto que hagan que sea inútil la libertad de los demás hombres. Así fue como se asistió a la gran difusión de la industrialización en Europa, aunque no todos los países europeos participaron con la misma intensidad. Pero, desgraciadamente, Europa no comprendió que el progreso económico es enemigo de la guerra, porque la guerra interrumpe aquella acumulación de capital físico, humano y social que es estratégica para el mismo progreso. Y continuó sirviéndose intensamente de un instrumento de poder preindustrial, como es la guerra, produciendo frenazos intermitentes de la acumulación y efectos perversos que terminaron causando un notable retraso en relación con Estados Unidos, el cual, en cambio, se vio impulsado por sus particulares condiciones a excluir muy pronto la guerra como instrumento de competencia dentro de su vasto territorio, por medio de la creación de un estado federal. Es por este motivo que el proceso de integración que se ha producido en Europa, bajo fuerte presión norteamericana, después de la segunda guerra mundial, se impone como el epílogo natural del libro, porque sólo este proceso ha hecho dar a Europa el paso definitivo dentro de una civilización industrial, y ahora postindustrial, que no puede ser más que una civilización de paz, en la que la guerra queda definitivamente desechada.
Fiel a la enseñanza de Newton según la cual ni el orgullo ni el honor deben impedir que se afirme el principio de que lo importante es aprender, no enseñar, agradezco a mis muchos miles de estudiantes de todo el mundo, incluidos los del Bologna Center de la Universidad Johns Hopkins y del programa Erasmus, que me han estimulado con sus preguntas y observaciones a no contentarme con la rutina en mis clases, ofreciéndome a través de sus investigaciones posibilidades de profundizar en terrenos que no había roturado.
Dedico esta obra a mi nieta Alice, con la esperanza de que su presencia y la de tantos otros niños como ella haga un mundo más alegre y hospitalario.
CAPÍTULO 1
P OR QUÉ GENERÓ E UROPA LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y G RAN B RETAÑA FUE EL PRIMER PAÍS DONDE TUVO LUGAR
1. U NA OJEADA AL DESARROLLO ECONÓMICO A MUY LARGO PLAZO
Para apreciar plenamente el ritmo de aceleración impuesto por la revolución industrial a la vida de la humanidad es preciso volver a los estudios que contemplan largos períodos de tiempo y trazan la secuencia de las civilizaciones humanas desde el punto de vista económico. La humanidad arrastró su existencia durante decenas de miles de años con un régimen económico basado en la caza, la pesca, la recogida de frutos silvestres y a veces el canibalismo. Los hombres llevaban una vida en continuo movimiento, sin poder asentarse establemente en ninguna parte. Las cavernas naturales eran el refugio más común, sustituido después por tiendas o cabañas. La esperanza de vida al nacer (también conocida como vida media) estaba entre los 25 y los 30 años. Esta situación, que ciertamente podemos definir como primitiva, duró, como decía, decenas de miles de años, y en muchas zonas no ha mostrado signo alguno de evolución. Aquí y allí se desarrolló un poco de artesanía, especialmente textil, pero cuando no podían permanecer desnudos a causa de los rigores del clima, a menudo los hombres usaban las pieles para cubrirse. Se trataba de una civilización itinerante que no podía acumular ni echar raíces; a lo sumo podía transmitir oralmente sus tradiciones.