HISTORIA TÓPICA DE ESPAÑA
¿U NA HISTORIA DIFERENTE ?
Spain is different. Esta conocida frase surgió en la década de los cuarenta del siglo pasado como lema turístico, pero, desde entonces, no ha abandonado la imagen de España. Ha habido otros eslóganes, pero ninguno ha calado tan hondo. La expresión ha inspirado todo tipo de artículos, chistes y comentarios. Por alguna razón, Spain is different expresa mucho más que un mero reclamo comercial. En ese different, a modo de cajón de sastre, cabe todo, muy especialmente cuando las cosas van mal. Ahora bien, la historia de España se remonta a muchos siglos atrás. ¿España ha sido siempre different?
E L TÓPICO DE LA ARDILLA
Seguro que el lector habrá escuchado alguna vez la historia de la ardilla que podía ir desde Gibraltar a los Pirineos de rama en rama sin pisar el suelo. Hay quien atribuye esta frase a un autor romano: Plinio el Viejo. La verdad, sin embargo, es que dicho autor nunca la escribió. Por el contrario, lo que sí dijo este erudito romano, allá por el año 77, es que una de las riquezas de Hispania era «el esparto de sus regiones desérticas», y añadió: «por lo demás, los montes de Hispania, áridos y estériles y en los que ninguna otra cosa crece, no tienen más remedio que ser fértiles en oro».
Las fuentes clásicas, en lugar de ardillas o águilas, hablan de conejos. De hecho, las mismas palabras España e Hispania, posiblemente, quieren decir «tierra de conejos», del fenicio I-schephan-im. Incluso varias monedas romanas muestran la imagen del conejo como símbolo de Hispania y el poeta romano Catulo se refería a esta provincia como la «cuniculosa Celtiberia» («Celtiberia, la conejera»). Cuando Plinio el Viejo —y otros geógrafos como Estrabón— escribieron acerca de la abundancia de conejos en la Península, también mencionaron sus efectos devastadores sobre los cultivos hasta el punto de constituir una auténtica plaga. Este dato es relevante porque los conejos no viven en bosques frondosos, sino en espacios abiertos...
Desde luego, también hay que tener en cuenta que, si ya había pocos árboles, en ciertas zonas de Hispania, menos quedaron después de las grandes talas necesarias para la actividad de la minería y la construcción de ciudades, acueductos, carreteras y otras grandes obras públicas romanas. No obstante, como sucedió en el resto de Europa, la mayor deforestación se produjo entre el siglo XII y mediados del XV , debido al aumento de ciudades, catedrales, monasterios, barcos, molinos y otros signos de progreso. Recordemos que, en esta época, creció considerablemente la población y se ocuparon territorios antes desiertos o escasamente poblados.
E STEREOTIPO GRIEGO
A diferencia de los romanos, que entablaron numerosas y continuadas guerras en la Península, apenas se recuerdan conflictos graves entre los comerciantes griegos y los habitantes íberos. En consecuencia, las fuentes griegas miran con muy buenos ojos a Iberia, término preferido por éstas para referirse a la Península. Y, si no nos han llegado tópicos sobre estos antepasados nuestros, sí lo han hecho algunos mitos.
Para los griegos, la península Ibérica estaba situada donde se pone el sol, y era escenario de numerosos mitos relacionados con la muerte y la resurrección. Además, su ubicación en el extremo del mundo conocido la convertía en el paisaje ideal para las aventuras de un héroe, siempre dispuesto a ir más lejos que sus rivales. Por si fuera poco, mientras Grecia era un país pobre en recursos minerales, en Iberia abundaban los metales preciosos. En consecuencia, son muchos los mitos que convirtieron lo que hoy llamamos España en una región fantástica (El Jardín de las Hespérides, las Islas Afortunadas, la Atlántida, Las Casitérides).
A la idea de que este «Nuevo Mundo» era prodigiosamente rico debemos uno de los primeros chistes sobre España. El griego Posidonio (c. 135-51 a.C.) escribió: «más que reinar en Iberia Haides, lo hace Polutos». Hay que pillar el juego de palabras. Haides era el rey de los infiernos, también conocido como Plouton, mientras que Polutos, acabado en «s», era el dios de la riqueza.
E STEREOTIPO ROMANO
Hispania, el nombre utilizado por los romanos para referirse a España y Portugal, fue el teatro de operaciones de grandes batallas, tanto contra los cartagineses e hispanos, como entre romanos enfrentados en sus continuas guerras civiles. No es extraño, por lo tanto, que la idílica Iberia griega se transformase en la cruenta Hispania romana. Fue entonces cuando tuvieron lugar los sitios de Sagunto (218 a.C.) y Numancia (134 a.C.), así como la lucha contra Viriato (muerto en 139 a.C.) y los cántabros (29-19 a.C.), o la batalla de Ilerda (49 a.C.) entre los partidarios de César y los de Pompeyo. En consecuencia, lo hispano se reviste de tópicos de ferocidad y lucha, aunque también de falta de disciplina. Escribía Lucio Aneo Floro: «Viriato sólo pudo unir las tribus lusitanas, mientras Vercingetorix acaudilló a todo el pueblo galo contra César. Pueblo valiente el hispano, pero torpe para la confederación».
Una vez la región fue pacificada, estos tópicos se alternaron con otros más positivos, heredados de los mitos griegos y las descripciones de las riquezas de Hispania. Son las llamadas Laudes Hispaniae (Alabanzas de Hispania), si bien, la mayoría de las veces, como sucede hoy en día, España se reduce a Andalucía y el Mediterráneo. A modo de muestra, este texto de Pompeyo Trogo: «Ni la abrasa el sol violento como a África, ni la agotan los vientos continuos como a la Galia; por el contrario, situada entre las dos, goza por una parte de buena temperatura y por otra de lluvias abundantes y oportunas. La salubridad del suelo es la misma en toda Hispania, porque las corrientes de aire no están infectadas por nieblas nocivas surgidas de los pantanos. Añádase a ello las auras marinas y los vientos constantes, que soplan en todas direcciones, los cuales al penetrar por el interior de la provincia renuevan el aire de las tierras, llevando la salud a sus habitantes».