• Quejarse

Fernando García de Cortázar - España, entre la rabia y la idea

Aquí puedes leer online Fernando García de Cortázar - España, entre la rabia y la idea texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: Alianza Editorial, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover

España, entre la rabia y la idea: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "España, entre la rabia y la idea" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Estos comienzos de nuestro siglo han reiterado las preguntas que sobre el significado de España se hicieron justamente cien años atrás. Aquellos jóvenes que ingresaban en la nueva centuria llenos de entusiasmo eran pensadores comprometidos, líderes espirituales, cuya reflexión desembocaba en una exigente toma de conciencia. Obsesionados por la modernización de España, se asomaron con inquietud a la Historia, tratando de ver en esta el lugar ocupado por nuestro país y, en especial, su aportación al progreso de Occidente. Desgraciadamente no es ese el panorama sentimental y social de la España de hoy. Por el contrario es la primera vez en su historia, con tantos conflictos y guerras a sus espaldas, en que se ha cuestionado la continuidad misma de nuestra patria. Es la primera vez, también, en que, como efecto de una crisis profunda, precedida de una larga temporada de estúpida despreocupación por la cultura, hemos asistido al despilfarro de una preciosa herencia nacional y al endurecimiento del discurso separatista. Avergonzaría a muchos españoles de los últimos cien años, cuales fueren sus proyectos políticos personales, la forma en que se ha renunciado a una conciencia nacional, les alarmaría la ligereza con que se ha depuesto la fuerza de nuestra cultura, el vigor de nuestro significado histórico. En un tiempo en que nuestra nación es sometida a una prolongada desautorización, ESPAÑA, ENTRE LA RABIA Y LA IDEA reconstruye el esfuerzo de generaciones de españoles que diseñaron el horizonte ideal de una patria común; aspira a revelar esa labor insaciable, con la que tantos hombres y mujeres, intelectuales y dirigentes políticos, novelistas y poetas, directores de cine y cantautores, seguidores de la derecha y de la izquierda, dirigentes sindicales y representantes de la clase media, católicos y agnósticos, fueron dando un significado preciso a la idea de España.

Fernando García de Cortázar: otros libros del autor


¿Quién escribió España, entre la rabia y la idea? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

España, entre la rabia y la idea — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" España, entre la rabia y la idea " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Fernando García de Cortázar

España, entre la rabia y la idea

Índice P RÓLOGO El problema de España España como problema España sin - photo 1

Índice
P RÓLOGO

El problema de España, España como problema, España sin problema, la España sin pulso, las dos Españas, la tercera España, la España invertebrada… Nuestros libros de historia agrupan las referencias a una angustia, a una inseguridad, a un complejo de falta de realización. Pero también invocan una empresa apasionante, una tarea cívica incansable, en cuya realización se define el carácter de una nación. No hay comunidad política que, disponiendo de tan firmes raíces en el tiempo y en la cultura de Occidente, se haya interrogado sobre su solidez, su pasado y su viabilidad con tan conmovedora y arriesgada inquietud. Con sesenta años de diferencia, dos políticos de envergadura dijeron que es español el que no puede ser otra cosa… y que ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en este mundo. Desgraciadamente, ahora no faltan quienes piensan que ser español es algo exótico, una de las pocas cosas serias que no se pueden ser en este mundo, sea ello serio o divertido. Esta debilidad del sentimiento nacional nos diferencia de todas las naciones de nuestro entorno, donde la pertenencia a una comunidad se da por sentada y se recibe gozosamente como una herencia cívica.

«¿Qué es una nación si no es un principio?», escribió un Ortega enfrascado en los primeros esfuerzos para dar consistencia ideológica a los jóvenes reformistas de la generación de 1914. Aquel grupo de intelectuales obsesionados por la modernización de España se asomaba con inquietud a la Historia, tratando de ver en ella el lugar ocupado por nuestro país y, en especial, su proyección en el devenir de Europa y en el quehacer universal. Hace cien años, quienes mejor muestra dieron de su voluntad de conducir España a la modernidad europea lo hicieron desde el exigente respeto a una trayectoria nacional propia, mediante la que podría abordarse la reforma radical orientada al bienestar del pueblo y a la eficacia del gobierno. España no necesitaba afirmar una voluntad de ser sino la decisión de seguir existiendo. Precisaba señalar el indispensable recuerdo de lo que había aportado a la historia de Occidente y la determinación de permanencia para renovar esa contribución decisiva.

Por desgracia no es ese el panorama sentimental y social de la España de hoy, donde la liquidación de la cultura y el saber humanístico han tenido consecuencias graves en el despilfarro de una preciosa herencia nacional. No hay duda de que el secesionismo nunca habría alcanzado sus niveles de seducción en estos momentos de desánimo si España hubiera sido definida, anhelada y entregada a la conciencia de los ciudadanos con una intensidad emocional que nunca se apartara de la solidez de las razones que la justifican. Lo que resulta verdaderamente escandaloso, porque responde a una dejación de responsabilidades de los gobernantes, es que los españoles hayan carecido de una idea de nación que les garantice seguridad en estos momentos de peligro y que permita salir al paso de la ofensiva separatista desde una posición de superioridad intelectual, mayor eficacia política y mejores recursos de veracidad histórica.

El grave problema que ahora estamos sufriendo es que durante estos últimos cuarenta años no se han hecho esfuerzos para nacionalizar España y superar la pobre condición casi exclusivamente administrativa de nuestra patria. No ha sido la norma jurídica lo que nos ha faltado, no ha sido un orden legal el que tanta gente ha echado de menos. Ha sido el sentimiento gozoso de compartir un proyecto que merece ser vivido por todos en el seno de una misma nación, las ganas de existir socialmente como españoles. Sobre este vacío se ha alzado un discurso de separación, sobre la pérdida de lo que, en nuestra larga historia juntos, habíamos llamado «patriotismo».

Y la verdad es que, por motivos que tienen que ver con las tribulaciones de nuestro siglo XX , se ha exagerado la cautela a la hora de ejercer el patriotismo, como si con este se molestara a quienes no han dudado un segundo en propagar, por la tierra, el mar y el aire de sus competencias autonómicas, los argumentos de su independentismo disgregador. Temiendo dramatizar nuestro patriotismo, España dejó de ser una conciencia en tensión para adquirir la forma de unas instituciones rutinarias. Dejó de ser sentida como nación para solo ser considerada como Estado. Nuestra beatífica Transición fue capaz de extirpar de nuestro modo de vida lo que el franquismo había colocado en las virtudes exclusivas de quienes ganaron la guerra. El patriotismo había sido propiedad de algunos, y, al parecer, el remedio no fue nacionalizar de nuevo a los españoles, sino dejarnos a todos sin nación. ¿Habrá que recordar que no fuimos capaces de erradicar el nacionalismo, sino que solo lo desplazamos hacia aquellos que tenían como programa exclusivo la negación de España? Para decirlo de forma más clara aún: ¿habrá que recordar que el solemne aprecio, tan de nuestra izquierda actual, de las místicas nacionalistas de Cataluña y el País Vasco supuso la renuncia a plantear, por lo menos en igualdad de condiciones, la legitimidad de un patriotismo español? De seguro que más de uno se quedará perplejo al sentir en las páginas de España, entre la rabia y la idea, el aliento patriótico de una izquierda nacional en circunstancias contundentes de nuestro siglo XX .

Estos comienzos de nuestro siglo han reiterado las condiciones de fractura histórica e interpelación sobre el significado de la nación española que se dieron justamente cien años atrás. La diferencia es que, entonces, aquellos jóvenes que ingresaban en un siglo XX de entusiasmo e incertidumbre acompasados irrumpieron decididos en la lógica más exigente de la historia. Todos ellos, llegando de las estribaciones del 98 o presagiando las cumbres de la generación del 14, fueron intelectuales en el sentido estricto que adquirió esta palabra tras el caso Dreyfus. Eran pensadores comprometidos, dispuestos a afrontar los desafíos de su tiempo, líderes espirituales cuya reflexión desembocaba en una severa toma de conciencia. Tejieron un espacio plural, en el que la lucha por la primacía y la ambición de liderazgo nunca estuvieron ausentes del todo. Pero incluso las debilidades humanas del egocentrismo y la soberbia jamás se distanciaron de un lugar de alta graduación moral. En él, las cosas no se despachaban con apuntes superficiales de tertulia omniparlante, ni con el griterío nervioso de algunos debates televisivos, ni mucho menos con la satisfecha vacuidad de las llamadas redes sociales.

Era un territorio fiel a una idea tradicional y permanente de la cultura, donde se pensaba antes de hablar, y donde se escribía con una elegancia y un rigor que todavía nos aleccionan y nos conmueven. Era la inteligencia que se percibía a sí misma como lanzadera de la comprensión de una España en crisis. Era el gusto por la complejidad y los matices alimentando aquella nación en vísperas de todo. Era la rotundidad del compromiso bien documentado ofrecido a aquella patria a punto de superar su languidez con un poderoso ímpetu regeneracionista. Era la dignidad de quienes se creían, más que en el derecho, en el deber de hablar, de escribir, de agrupar opiniones, de sacudir los problemas en el territorio denso de una gran pedagogía nacional.

Lo que caracterizaba a aquellas personas era su patriotismo abierto, su irrenunciable amor a España, su independencia de criterio, su entrega a una verdad atisbada desde diversas perspectivas. Les identificaba su coraje cívico, su valentía intelectual y su absoluta falta de frivolidad, que no es carencia de sentido del humor ni de ironía. Viendo por dónde se están abriendo las costuras de nuestra convivencia, observando dónde se encuentra la brecha más amplia y la dolencia más grave de nuestro cuerpo social, podemos afirmar que la primera preocupación de nuestro tiempo, en esta nación puesta en riesgo por la feroz impugnación de unos y la alarmante indolencia de otros, ha de ser la exposición de las razones sobre las que debe levantarse nuestra idea de España. Avergonzaría a los intelectuales españoles de hace cien años, fueran cuales fueran sus proyectos políticos personales, la forma en que se ha renunciado a una conciencia nacional. Les avergonzaría contemplar cómo se ha cambiado por una fe a profesar en privado o por una ley a defender en público. Les alarmaría la ligereza con que se ha depuesto la fuerza de nuestra cultura, el vigor de nuestro significado histórico, la rigurosa exigencia de una empresa que no puede revocarse alegremente ni someterse a los dictados de una negociación. Les entristecería la forma en que se ha permitido que llegáramos a este punto, incomprensible sin la odiosa indolencia de quienes creen que una nación se guarda a solas, sobrevive a tientas o es mera inercia que en nada precisa de la voluntad permanente de quienes deben mantener su impulso. Uno de esos intelectuales, Antonio Machado, cuyos versos abrieron en 1915 el primer número de la revista

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «España, entre la rabia y la idea»

Mira libros similares a España, entre la rabia y la idea. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Fernando García de Cortázar - Breve historia de España
Breve historia de España
Fernando García de Cortázar
No cover
No cover
Gonzalo Rodríguez García
José Calvo Poyato - La España austera
La España austera
José Calvo Poyato
Fernando García de Cortázar - Y cuando digo España
Y cuando digo España
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Viaje al corazón de España
Viaje al corazón de España
Fernando García de Cortázar
No cover
No cover
Xavier García Barber
Fernando García de Cortázar - Los perdedores de la historia de España
Los perdedores de la historia de España
Fernando García de Cortázar
García de Cortázar - Historia de España para Dummies
Historia de España para Dummies
García de Cortázar
Reseñas sobre «España, entre la rabia y la idea»

Discusión, reseñas del libro España, entre la rabia y la idea y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.