Hendel, Liliana
Violencias de género : las mentiras del patriarcado / Liliana Hendel. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Paidós, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-12-9500-9
1. Feminismo. 2. Violencia de Género. I. Título.
CDD 305.4
Diseño de cubierta: Gustavo Macri
Todos los derechos reservados
© 2017, Liliana Sztycberg
© 2017, de todas las ediciones:
Editorial Paidós SAICF
Publicado bajo su sello PAIDÓS ®
Independencia 1682/1686,
Buenos Aires – Argentina
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Primera edición en formato digital: marzo de 2017
Digitalización: Proyecto451
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ISBN edición digital (ePub): 978-950-12-9500-9
A mis bobes Ester Winter y Eva Sztycberg, que me enseñaron la fortaleza de la que somos capaces. Y la alegría.
A Sara y Samuel, mis padres, de los que sigo aprendiendo que siempre se puede si estamos juntos.
A Tamara, Daniel y Leonel Hendel les dedico en este libro lo mejor de mí misma, mi militancia bordada en sueños colectivos.
AGRADECIMIENTOS
No hay recorrido posible sin alianzas que lo hagan transitable.
Gracias, Carlos Muchnik, marido, amigo, cómplice de las mejores complicidades, por leer atentamente, por acompañar, opinar, discutir, por cambiar las “comas” y animarme a ganarle al desánimo. Por compartir los sueños y, cuando es necesario, las pesadillas.
Gracias, Dora Barrancos, por leer, opinar, corregir, acompañar y prologar este sueño. Y por su afecto siempre.
Gracias, Miguel Lorente Acosta, por aceptar acompañarme con la misma alegría y la misma complicidad militante con que hace años nos autorizó a traer a Argentina la campaña “Sacale tarjeta roja al maltratador” sin más requisito que la confianza en nosotras y en nuestra tarea.
Gracias a las maestras amigas que con amor leyeron los primeros borradores y me guiaron con sus sugerencias, Marta Vasallo, Nelly Minyersky, Sandra Aliaga, Coca Trillini, Diana Maffía, Roxana Barone y, muy especialmente, a mi maestra Mirta Videla, que se leyó todo y me alentó siempre y, cuando digo siempre, vuelo a nuestras prehistorias.
Gracias a Carolina Escudero, que habilitó un estante en el mundo de los libros y me ayudó a encontrar el camino, a Gaby Salomone, que en el inicio acompañó con paciencia mis insólitos pedidos de fechas, notas y temas.
Gracias a mis amigas, las de antes, las de ahora, las que pasaron un rato por mi vida y las que se quedaron. ¡A todas, gracias! Especiales a Alicia Finster y Silvia Hara, ellas y yo sabemos por qué.
Muy especialmente, gracias a todas las personas que dieron su testimonio y abrieron así una ventana de intimidad, para compartir ideas y recuerdos para que el texto confirme que el dolor puede no ser en vano si pensar colectivamente nos permite producir otros conocimientos y eso nos lleve de la mano a otras realidades. Gracias por la confianza y la generosidad. Gracias.
Gracias a mis colegas de la Red Internacional de Periodistas en Argentina porque podemos construir otros recursos periodísticos y, con ellos, otra manera de relatar el mundo en el que vivimos.
Gracias a aquellas con quienes, desde la inmediatez del WhatsApp, tejimos abrazos “apagaincendios” sin límites geográficos.
Gracias a Carlos de Elía y Chiqui Mourelle, que hace ya tantos años me enseñaron a amar con pasión el periodismo y me permitieron inaugurar secciones feministas en el mundo de las noticias televisadas.
Y gracias a Paidós por convocarme, y especialmente a Cecilia Legarralde, a quien casi enloquecí pero sobrevivió, por su confianza y su afecto, quien con su meticulosidad me ayudó siempre a hacer foco y avanzar.
Gracias.
PRÓLOGO
Un libro sobre la condición de las mujeres, víctimas consuetudinarias de toda clase de violencias, es una nueva puerta que se franquea a la reflexión, a la búsqueda de respuestas a interrogantes que irremediablemente remiten al orden patriarcal regente en nuestras sociedades. Pero este libro es principalmente un puente de sororidad con las víctimas. De eso se trata y de eso tratan centralmente estas páginas que debemos a una psicóloga y periodista de singular sensibilidad e inteligencia. Hace mucho que Liliana Hendel viene dedicando sus mayores energías a la defensa de los derechos de las mujeres y ha sido una aliada formidable en las luchas por la dignidad de las personas de orientación sexual disidente. ¿Y cómo omitir su militancia contra la obscenidad del uso del síndrome de alienación parental (SAP), cuyo resultado es un ascenso del hostigamiento y del dolor? Liliana conoce en profundidad los hilos que constituyen el tejido productor de este libro. Ilustra desde cuándo y sobre todo cómo, el lugar ocupado por el “sexo femenino” ha sido asignado por el dominio social y cultual masculino, dominio que ha atribuido a las mujeres ser esencialmente “naturaleza”, un supuesto que se contrapone al significado transformador y trascendente de la condición de los varones. Es esa entrañable raíz de concepciones la que ha ordenado jerárquicamente a varones y mujeres, ha diseñado el cóncavo simbólico que autoriza el dominio y que asegura el estatuto patrimonial sobre el cuerpo femenino. Como pone en evidencia nuestra sagaz autora, el sistema patriarcal es un régimen de exclusiones que está en la base de toda sociedad y que, lejos de disminuir sus efectos con la expansión de la modernidad, resultó más constrictor si nos atenemos al cuadro involutivo del siglo XVIII al XIX en los países occidentales. Desde luego, el siglo pasado ha sido un pasaje decisivo en la agenda feminista y en la conquista de derechos, hay evidencias incontestables sobre la obtención de leyes que han socavado la inequidad, pero el patriarcado todavía es muy robusto.
Entre las contribuciones de este libro deseo subrayar aspectos tales como la revisión de los estadios de la violencia que de modo insidioso se enmascaran tras fórmulas del amor. ¡Si pudiéramos erradicar la construcción ominosa que vincula amor con coacción! ¡Si las mujeres pudieran exorcizar las crueles desventuras que pasan por sentimientos amatorios!
Otra cuestión sobre la que transita el texto es el límite estrecho de la acción judicial, las adversidades que las víctimas de violencia son forzadas a experimentar, desde la impericia negligente a la complicidad explícita con la óptica patriarcal. Las transformaciones de la ley y del orden jurídico han sido significativas en nuestro medio, pero la Justicia ha sido menos impactada, todavía esperamos una conversión adecuada de sus operadores apegada a las nuevas sensibilidades del derecho.
Nuestra autora se demora especialmente en la perspectiva tanática del ideal de belleza femenina, en los siniestros condicionantes que modelan el cuerpo y las subjetividades dispuestos como objetos, como valor de cambio en muy variados escenarios de mercado del deseo masculino. Ese extrañamiento confirma el modo sinergial de la articulación entre patriarcado y capitalismo, la prodigalidad de dispositivos que fuerzan especularmente a determinado régimen de medidas y de estética. Aunque es cierto que, con independencia de la acumulación capitalista, las mujeres han sido obligadas a moldear el cuerpo según la apetencia masculina, y los ejemplos sobran a lo largo de los tiempos. Pero el envejecimiento femenino se ha tornado casi insoportable, sus señas, la decadencia misma de la especie, he aquí una prueba de que el tiempo es una construcción social. La monocordia estetizante hace estragos en un incontable número de mujeres –aunque se dirá, con razón, que el régimen de alienación estética está alcanzando a no pocos varones–. ¡Sortilegios del patriarcado!